Sábado, 23 Noviembre 2024
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Carlos Romo Medina

MIENTRAS UNOS ya se encuentran planeando la manera en que van a continuar con el saqueo de este país, otros (que ya lo saquearon) vociferan que van a vigilar que el nuevo gobierno federal cumpla con lo prometido. En verdad en cinismo y la desvergüenza no tienen límite para la mayoría de los políticos mexicanos.

Carlos Romo Medina

EL PRESIDENTE ELECTO Andrés Manuel López Obrador no tuvo empacho en alardear que su gobierno que comenzará el próximo 1 de diciembre será “la cuarta transformación” de México. Desde su campaña político-electoral insistió en comparar su movimiento con los tres hechos históricos más importantes que cambiaron el rumbo del país: la Independencia, la Reforma y la Revolución, que fueron --para bien o para mal-- eventos que transformaron para siempre el rostro de esta nación.

¿POR QUÉ RESULTA temerario compararse con los tres sucesos históricos que le han dado vida y forma a este país? En la opinión de politólogos y estudiosos de la vida pública del país, en primer lugar resulta apresurado prometer una “cuarta transformación” cuando no existe un plan de gobierno bien definido, preciso y que además anuncia la inclusión en su nómina a algunos sujetos francamente poco confiables.

Carlos Romo Medina

LUEGO DEL RECHAZO electoral que vivieron priistas y panistas en el pasado proceso del 1 de julio, apenas se están dando cuenta de los yerros y abusos que cometieron contra la sociedad y sus propios miembros. Podría ser demasiado tarde para, en el mejor de los casos, buscar su propia reconstrucción porque de manera sistemática lastimaron y agraviaron durante muchos a quienes confiaban y creían en ellos.

Carlos Romo Medina

A TODA ACCIÓN corresponde una reacción de la misma intensidad pero en sentido contrario, sentenció el genio matemático Isaac Newton. Como era de esperarse en el mar de acusaciones y reparto de culpas por el fracaso electoral que han sufrido el PAN y el PRI el pasado 1 de julio, los dimes y diretes, aunque sean sin sentido, han tomado forma; los golpes bajo la mesa que pretenden ser efectivos en eso de tirar la piedra  y esconder la mano, comienzan a intensificarse; también los enfrentamientos directos que buscan noquear al oponente aunque sea por un momento ya están a la orden del día.

Carlos Romo Medina

LA LUCHA POR el poder se hace más que evidente. Pero no es esa lucha basada en las propuestas de gobierno y mucho menos por motivos ideológicos. Tampoco es la batalla por defender las demandas sociales. Se trata lisa y llanamente de la búsqueda del poder por el poder, ese que sacia los intereses personales. El que rinde frutos al lucro particular con la satisfacción del ego incluida.

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