Carlos Romo Medina
EL PRESIDENTE ELECTO Andrés Manuel López Obrador no tuvo empacho en alardear que su gobierno que comenzará el próximo 1 de diciembre será “la cuarta transformación” de México. Desde su campaña político-electoral insistió en comparar su movimiento con los tres hechos históricos más importantes que cambiaron el rumbo del país: la Independencia, la Reforma y la Revolución, que fueron --para bien o para mal-- eventos que transformaron para siempre el rostro de esta nación.
¿POR QUÉ RESULTA temerario compararse con los tres sucesos históricos que le han dado vida y forma a este país? En la opinión de politólogos y estudiosos de la vida pública del país, en primer lugar resulta apresurado prometer una “cuarta transformación” cuando no existe un plan de gobierno bien definido, preciso y que además anuncia la inclusión en su nómina a algunos sujetos francamente poco confiables.
¿QUIÉNES SON esos personajes poco confiables y que por la importancia de los cargos que se les destinará existen dudas razonables de que cumplan a cabalidad con su responsabilidad? Podemos comenzar mencionando a Manuel Bartlett Díaz, quien de acuerdo al anuncio hecho en días pasados por el propio López Obrador, dirigirá la Comisión Federal de Electricidad (CFE). No puede ocultarse que pesan sobre su paso por el servicio público innumerables dudas de haberse conducido con honestidad, limpieza y rectitud. Los ejemplos van desde los homicidios del periodista Manuel Buendía y el agente de la Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos, Enrique Camarena Salazar, pasando por la célebre “caída del sistema” informático en los comicios del lejano 1988, entre otras cuestiones que serían largas de enlistar.
OTRO BOTÓN de muestra es el ex dirigente nacional del Partido Acción Nacional, Germán Martínez Cázares, quien sería el próximo director general del Instituto Mexicano del Seguro Social y que durante su gestión al frente de las fuerzas albicelestes en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa mostró unas abiertas y francas aptitudes antidemocráticas, por su actitud sumisa y zalamera, quien además sin rubor alguno en el rostro brincó de la ultraderecha a la izquierda en una santiamén. ¿Cómo confiar en alguien que cambia de ideología como cambiar de calcetines?
LA INCLUSIÓN del yerno de Elba Ester Gordillo, José Fernando González Sánchez, encendió los focos rojos y llamó la atención cuando se integró el año pasado a la campaña de Andrés Manuel López Obrador. ¿Cómo era posible que un hombre tan allegado a quien formaba parte de la “mafia del poder” conformada por el llamado “PRIAN” pudiera acceder a un sitio de privilegio al lado del candidato de Morena? No habría que olvidar que cuando Elba Ester Gordillo tuvo el máximo poder en sus manos influyó para que su yerno, González Sánchez, ocupara la subsecretaría de Educación Básica en el sexenio de Felipe Calderón. Llama poderosamente la atención que el mismo día que López Obrador recibió su constancia como presidente de la República, Elba Ester Gordillo fue encontrada no culpable de los delitos que se le imputaron. Hay que ser muy ingenuo para creer en las coincidencias en el mundo de la política “a la mexicana”.
OTROS INTEGRANTES de la bautizada “mafia del poder” fueron incluidos por López Obrador en el afán de conseguir su victoria electoral y que consiguió el pasado 1 de julio. Napoleón Gómez Urrutia, un “líder” sindical de los mineros que accedió al cargo por “herencia” paterna y sirvió a los intereses plutocráticos, hasta que cayó en desgracia y debió huir de país. Otros dos “líderes” sindicales incluidos en la nómina de la “mafia del poder” se han olvidado de sus orígenes y ya se pusieron al servicio del nuevo tlatoani: el petrolero Carlos Romero Deschamps y el burócrata Joel Ayala, con la esperanza de que el nuevo jerarca les permita continuar despachando desde sus cómodas posiciones.
Y DEL REGRESO del “señor de las ligas”, mejor ni comentar. El “dream team” de López Obrador: René Bejarano les cuidará las manos a los coordinadores regionales del gobierno federal. ¿Qué va a hacer en concreto? Responde: “Vigilar la transparencia y el manejo de los programas sociales que operarán los llamados Coordinadores Estatales del nuevo gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador”. Ricardo Monreal Ávila pastoreará al rebaño senatorial en recompensa a los sacrificios prestados a la causa sheimbaunista y de pilón su hermano David pasará del senado a la titularidad de una subsecretaría en lo que queda de Sagarpa. Valió la pena la humillación, la catafixia y la reflexión concienzuda del zacatecano ex gobernador.
LA INTENCIÓN de “descentralizar” las oficinas de algunas secretarías de estado y otros organismos públicos sería un obstáculo para conseguir la cacareada “cuarta transformación”. Citemos como ejemplo la descentralización del Sistema de Administración Tributaria (SAT), que depende de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y que presuntamente se trasladaría a Mexicali, Baja California.
VALE LA PENA aclarar que desde los primeros pasos, la migración del SAT sería todo un reto. Primero, porque se debe calcular bien la cantidad de dinero que el gobierno destinará al fondo con el que se trasladará el SAT a Mexicali, Baja California. Este fondo debe solventar varios gastos, desde el transporte de los trabajadores y sus familias (como lo ordenan los artículos 30 y 28 de la Ley Federal del Trabajo), hasta la inversión en inmuebles y equipos. La migración podría ser riesgosa para los trabajadores, pues el SAT podría sentirse tentado a reducir gastos adicionales recurriendo al recorte de personal. De tomar esta decisión, tendrían que pagar muchas liquidaciones.
ADEMÁS EL SAT tendría que recurrir a nuevas estrategias para impedir que el cambio entorpezca los procesos fiscales, como impulsar el uso del buzón tributario y generar un sistema que favorezca que los trámites se realicen a distancia. Ante esto, hay que considerar que los funcionarios del SAT requerirían capacitación, lo que podría ser tardado. En opinión de Herbert Bettinger, analista fiscal, cree que el SAT debe estar cerca de la Secretaría de Hacienda (que se quedaría en la CDMX), pues depende de ella. “Distanciarlos podría traer problemas de comunicación”.
LA OPINIÓN DEL contador fiscal del Colegio de Contadores de México, Roberto Colín Mosqueda, aclara que el desarrollo que condujo al actual sistema del SAT tardó alrededor de 15 años, por lo que mudar las oficinas equivaldría a esperar algunos años para tener un sistema financiero equivalente al actual, pues habría que recurrir a nuevas herramientas para poder agilizar los movimientos fiscales. Otro de los puntos negativos del traslado del SAT es que los contribuyentes podrían tener que realizar gastos por viajar a Mexicali para tramitar o comprobar documentos. Además, a menos que existan oficinas en la Ciudad de México especializadas en ello, el SAT tendría que pagar los traslados de funcionarios para realizar visitas domiciliarias, por lo que habría procedimientos lentos. “México no tiene fondos suficientes para poder solventar un cambio como este. “Los últimos años se ha visto un recorte de presupuesto en los gastos públicos, y el gobierno ha tenido que apretar su cinturón”, advierte el profesional.
EN SUS PROPIAS PALABRAS:
Meade fue el mejor candidato que el PRI pudo haber postulado para lanzar una señal de cambio y acercamiento con una sociedad agraviada por la corrupción, el hartazgo y la violencia, solo que la marca “PRI” no le ayudó, con las consecuencias conocidas. Más allá del encuentro AMLO-Meade, lo importante para Morena y el resto de los partidos en México es reflexionar sobre las causas de la derrota del PRI. Ricardo Monreal Ávila, expriista, experredista, expetista, exgobernador, exsenador, diputado federal y senador plurinominal electo.
FRASE DEL DÍA:
Una esperanza reaviva otra esperanza; una ambición, otra ambición. Séneca (2 AC-65). Filósofo latino.
EL BISTURÍ. El ajuste de cuentas entre los sucesos y las declaraciones.
La “cuarta transformación” parece ser más una lista de buenas intenciones que compromisos serios y una agenda de gobierno profesional. La inclusión de verdaderos impresentables en las posiciones de poder y dirección del país no tan solo puede salirle caro al presidente electo, sino al pueblo que es quien deberá pagar, en su momento, las consecuencias. López Obrador debe dejar a un lado la emoción de la campaña y de la victoria, elegir a los mejores prospectos y perfilar su administración sin las rémoras que está adquiriendo. Aún hay tiempo.
COLOFÓN.
Y la mano salvadora del mesías la salvó del cadalso.
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