Sábado, 23 Noviembre 2024
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Carlos Romo Medina

ESTÁN DESATADOS. Es de sobra sabido que cuando en una competencia de la índole que sea se va en caballo de hacienda rumbo a la victoria, el puntero mantiene la calma sin relajarse y permite a quienes van a la zaga gasten toda su energía en la búsqueda por alcanzarle. Ese gasto de energía debilita a los perseguidores y les ocasiona un inevitable descontrol que se manifiesta en una laxitud física y mental que deriva en una desesperación inevitable y por tanto innegable.

 

 

Carlos Romo Medina

LAS SESENTA DEMANDAS -más las que se acumulen en la semana- en contra del senador morenista Ricardo Monreal Ávila por ofrecerle al electorado de Aguascalientes más recursos federales, con la condición de que si con su voto logran llevar al triunfo a su alicaído candidato a la alcaldía capitalina “gestionará” más recursos federales, es una muestra evidente de la violación al Artículo 7 Fracción VIII, de la Ley General en Materia de Delitos Electorales.

 

 

Carlos Romo Medina

LA PROMESA fue acabar con la antigua casta dorada, peeero… no fue para acabar con ella, sino para darles lugar a los miembros de la cofradía del “cambio” y al mismo tiempo hacerles un sitio en el nuevo Olimpo gubernamental, aunque algunos muy vivillos lograron tomar bicarbonato para repetir y permanecer gozando de las mieles del poder y la riqueza.

 

Carlos Romo Medina

CERTERA ACLARACIÓN. La columna anterior fue intitulada “La nueva casta dorada” y que hizo referencia a los nuevos (y viejos) “servidores públicos” que están encaramados en el candelero político disfrutando de la abundante riqueza del erario. Agradecemos a quienes comentaron que en realidad se trata de una “casta de cobre”. Tienen razón y analicemos las razones.

 

 

Carlos Romo Medina

SIN PROYECTO. El uso de la demagogia como herramienta política. Las ideas están ausentes. La estrategia de campaña sin pies ni cabeza. El ton ni son sostiene un discurso inconexo, incongruente y vacío. El electorado no espera recibir algo de alguien que tiene las manos vacías y la cabeza sin la menor idea de lo que representa el servicio público. Ante el fracaso evidente, la desesperación provoca que la ambición se incline en la búsqueda de un falso salvavidas que le lleva a ser besado por el diablo.

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