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Cuaresma 2015 ¿Tiempo de guardar? II

  • Las modificaciones eclesiásticas se cimentan en las nuevas generaciones de cristianos

Alfonso Morales Castorena

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Aguascalientes, Ags., 29 de marzo de 2015.- (aguzados.com).- El inicio de Semana Santa marcado con la celebración jubilosa de la llegada del Hijo de Dios a Jerusalén, no exime a los católicos de la penitencia impuesta desde que se tiene conocimiento de la Cuaresma y los obliga al ayuno y a guardar otras modalidades de castigo, corporal y espiritual, como ya se detalló en nuestra primera entrega.

Así tenemos que tanto el miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

Sin embargo, no siempre fue así, los historiadores eclesiásticos señalan que a partir de 1950 y sobre todo después del Concilio Vaticano II, la iglesia restituyó parte de sus antiguos ritos.

Entre ellos se contaba un catecumenado para los adultos que querían recibir el Bautismo. La preparación duraba al menos dos años y su momento más intenso era el bautismo del individuo durante su última cuaresma.

En este apartado, los penitentes públicos estaban excluidos de la comunión eucarística y pasaban a formar parte de los catecúmenos y por espacio de varios años, los confesos pecadores públicos recibían esa reconciliación cristiana sólo antes de morir.

Pero los cambios eclesiásticos realizados por los Sumos Pontífices en turno, hicieron que la disciplina penitencial se fuera suavizando poco a poco y las personas o pecadores públicos confesos, comenzaron a poder reconciliarse una vez cumplido el tiempo penitencial, que casi siempre duraba algunos años.

Solo que esa disciplina seguía siendo muy severa pues la reconciliación de los pecadores se hacía como resultado de practicar su última Cuaresma, que abarcaba un período de penitencia muy exigente dentro de la celebración del Jueves Santo, para que pudiesen participar de la Eucaristía pascual.

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Así que los los cristianos, conscientes de sus pecados y de sus miserias, en un deseo de purificación eligieron unirse a los penitentes públicos para acompañarlos en la celebración de su cuaresma de penitencia, sobre todo en el Domingo de Ramos con la bendición de los mismos,

Bajo ese contexto de cambios mínimos, la Cuaresma se fue extendiendo por toda la Iglesia, y las reglas de la penitencia fueron retomadas pero con algunos cambios, donde las prácticas impuestas a los penitentes incluían por fuerza el ayuno, un tiempo de oración y la abstención de relaciones conyugales.

Además en ese tiempo cuaresmal tampoco se celebraba casamiento alguno, se imponía el ayuno a todas las personas de 20 a 60 años, que consistía en hacer una sola comida al día y más tarde una cena frugal por la noche.

En ocasiones se ayunaba a pan y agua, especialmente el Viernes y el Sábado Santos. La abstinencia de carne, de manteca y de huevos, que era la regla para todos los viernes del año, también se extendía a los miércoles de Cuaresma.

Nuevos Cambios

Pero acaso la iglesia intentó hacer menos penosa la penitencia cuaresmal a los sobrevivientes, familiares de éstos y creyentes en general, que superaron los horrores de la Segunda Guerra Mundial, porque a partir de ésta y restaurada la paz en el mundo, modificó en gran parte la práctica de ese tipo de prácticas.

De tal forma que en la actualidad, después del Concilio Vaticano II, el ayuno es de práctica reservada al Miércoles de Ceniza y al Viernes Santo. Pero si las reglas propuestas por la Iglesia fueron suavizadas, no es porque la Cuaresma corra riesgo de desaparecer, sino que a través de esta flexibilización, la Iglesia nos muestra su deseo de responsabilizar verdaderamente a los cristianos, en lugar de someterlos a prácticas obligatorias y universales.

Ahora en este tiempo exhorta a la conversión, a la transformación espiritual de los fieles, cada uno está invitado a hacerse cargo de sus actos, a profundizar en su fe, a compartir con el hermano.

Para ello recurre al texto bíblico de Mateo, que dice “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará." (Mt 6,6).

También dice que la oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior.

Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.

Es la forma, según la iglesia del presente, de recordar la algarabía que los creyentes alborozados armaron al ver el arribo de Jesús a las puertas de Jerusalén, que al unísono lanzaban estentóreos gritos al aire ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!, ¡Bendito el Reino que llega, el de nuestro Padre David! ¡En Él está nuestra salvación! ¡Viva el Altísimo!.

De hecho, según los historiadores bíblicos, el Domingo de Ramos es el verdadero inicio de la preparación de las fiestas de pascua, que culminan con al Domingo de Resurrección, del que hablaremos en los siguientes textos.

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