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Carmen Báez
Ciudad de México, 11 de marzo 2016.- (aguzados.com).- En los últimos 20 años, el Campo Experimental Pabellón del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) ha realizado importantes trabajos científicos en torno al cultivo del guayabo, uno de los frutales de mayor importancia en México, considerado como el tercer productor de guayaba a nivel mundial solo después de la India y Pakistán.
Presente en prácticamente 20 estados del país, el cultivo de guayabo tiene una superficie aproximada de 21 mil hectáreas, de las cuales entre 85 y 90 por ciento corresponde a los estados de Michoacán, Aguascalientes y Zacatecas. En la actualidad, a nivel nacional se producen alrededor de 300 mil toneladas de guayaba al año y su destino principal es el mercado en fresco, destacó en entrevista el doctor en ciencias José Saúl Padilla Ramírez, investigador del INIFAP.
Padilla Ramírez señaló que, en las últimas dos décadas, en el INIFAP se han realizado diversos estudios en relación con el cultivo del guayabo, tales como control de plagas, optimización de las prácticas agronómicas de manejo de cultivo y el mejoramiento y aprovechamiento del recurso genético de esta especie.
Lo anterior ha permitido ampliar la variabilidad de tipos de guayaba en el país con un potencial de rendimiento superior. Actualmente se han desarrollado cinco variedades nuevas de este fruto: Calvillo Siglo XXI, Huejucar, Hidrozac, Caxcana y Merita, registradas en el Catálogo Nacional de Variedades Vegetales (CNVV) del Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS).
“Desde hace 20 años se trabaja en el aprovechamiento del recurso genético del guayabo. En el país existe una amplia diversidad de germoplasma de guayabo, lo que representa un potencial enorme para generar nuevas variedades y aprovechar todas las características del fruto que quisiéramos: tamaños, formas, sabores, colores, en fin, una gama diversa", comentó.
Bajo esta iniciativa y con apoyo del Sistema Nacional de Recursos Fitogenéticos (Sinarefi), durante 15 años se realizaron colectas de germoplasma de guayabo en el territorio mexicano. “Nos dimos a la tarea de iniciar un trabajo formal sobre la evaluación y caracterización del material genético y de ahí surgieron estas variedades. Los materiales pasaron por un proceso de evaluación de 10 años, desde 2000 a 2010”, explicó el investigador del INIFAP.
El especialista detalló que estas variedades con diferentes características agronómicas fueron obtenidas por el método de selección individual de huertas de la región Calvillo Cañones, una de las regiones con mayor nivel de producción de guayaba en México comprendida en los estados de Zacatecas y Aguascalientes.
Actualmente el grupo de investigación del doctor Padilla Ramírez valida estas cinco variedades de guayaba en diferentes estados del país como Michoacán, Estado de México, Nayarit y Tamaulipas, principalmente.
“Queremos conocer si en determinados ambientes estas variedades de guayaba se comportan mejor. La otra vertiente ha sido ampliar la mayor variabilidad posible en las colectas de los estados del país. Actualmente ya tenemos un banco de germoplasma que incluye diferentes genotipos que están en vías de caracterización, por lo que en un futuro no muy lejano podremos registrarlos como nuevas variedades y ofrecer al productor diferentes alternativas”, detalló.
Para el investigador del INIFAP, la importancia de este proyecto de investigación, en el que también han colaborado instituciones como la Universidad Autónoma Chapingo (UACh), el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), la Fundación Salvador Sánchez Colín y la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), radica en brindar a los productores alternativas de cultivo y proteger el recurso genético de este fruto nativo de Mesoamérica.
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Eduardo Piña
Ciudad de México, 11 de marzo 2016.- (aguzados.com).- Consideradas entre las primeras plantas en ocupar el ambiente terrestre, las briofitas son un grupo muy antiguo de organismos que probablemente tiene más de 400 millones de años. Viven en ambientes variados, incluso en aquellos donde hay condiciones extremas como los desiertos y las montañas más altas, excepto el medio marino.
Las briofitas son plantas pequeñas conformadas por tres tipos que son los musgos, hepáticas y antocerotes, siendo los musgos los más conocidos ya que crecen sobre las piedras, suelo o los árboles como plantas epífitas, explica Claudio Delgadillo Moya, investigador encargado de la Colección de Briofitas del Herbario Nacional de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Según el especialista, su importancia ambiental radica en la participación de muchos procesos biológicos como la captación de dióxido de carbono y nitrógeno; también son organismos que capturan agua dejándola fluir lentamente hacia los mantos freáticos, arroyos, ríos y en general al medio ambiente; en los bosques permiten que la humedad atmosférica se mantenga constante.
Aunque este tipo de plantas es muy antiguo, en México se conoce muy poco de ellas, explica el curador de la colección, ya que su estudio se dificulta por su tamaño pequeño que oscila entre unos cuantos milímetros o, más frecuentemente, uno o dos centímetros.
No obstante, existen algunas formas erectas que se encuentran en otros países donde llegan a medir hasta un metro de largo, mientras que en las zonas tropicales las formas péndulas pueden alcanzar decenas de centímetros.
Este tipo de plantas, afirma Delgadillo Moya, tienen poca importancia práctica actual, es por esa razón que pocos trabajan con ellas pues su estudio, cuando menos en México, tiene escaso impacto directo en la economía de las personas.
Sin embargo, se sabe que son indicadores biológicos porque su presencia, ausencia o estado físico pueden responder a una característica especial del sitio donde se encuentran. Por ejemplo, cuando hay gran cantidad de contaminantes en la atmósfera y la calidad del aire es pobre, los musgos pueden mostrar manchas amarillentas, perder su capacidad para reproducirse o morir. En las minas donde el suelo tiene concentraciones altas de metales, los musgos pueden crecer donde las otras plantas no lo hacen.
De cualquier forma, el conocimiento de las briofitas puede ser muy importante desde el punto de vista científico y ecológico, como en el de la evolución de los otros grupos de plantas, considera el investigador.
En situaciones extremas, estos organismos, al perder agua sus sistemas enzimáticos, es decir, los mecanismos que permiten el metabolismo y la vida de las plantas, se suspenden pero se reactivan cuando entran en contacto con un poco del vital líquido.
Realizando estudios con briofitas
Recientemente, comenta el titular de la colección, se concluyó un estudio sobre los musgos de Aguascalientes, ya que en el pasado no se sabía cuántas especies había ahí. Antes de iniciar su investigación solo se habían registrado siete especies de musgos en la entidad, ahora se sabe que hay más de 90.
Actualmente, con el trabajo que emprendió el equipo de investigación del doctor Delgadillo Moya, con ayuda de las muestras en la Colección de Briofitas y con los estudios de muchos botánicos extranjeros, se sabe que en México hay cerca de mil especies de musgos.
Los proyectos de investigación, además de identificar especies de briofitas, pretenden "determinar la importancia de las elevaciones del centro de México, en el Eje Neovolcánico, pues en sentido histórico, los musgos representan organismos que permiten interpretar eventos que ocurrieron hace mucho tiempo, como las glaciaciones o el desarrollo de las montañas, que afectan la distribución de plantas", añade.
Navidad, ¿el mayor enemigo para las briofitas?
En México y en algunas partes de Latinoamérica donde se acostumbra poner los llamados nacimientos, la Navidad es una época muy peligrosa para las briofitas, ya que existen personas que las colectan y arrasan los musgos que forman carpetas en el piso de los bosques. Al depredar estas plantas, los colectores se llevan algo que tomó varios años de crecimiento, siendo los más afectados los musgos del género Thuidium e Hypnum, comenta el titular de la Colección de Briofitas.
Las pacas de musgo son transportadas de los bosques a los mercados en cientos de kilogramos, afectando terrenos boscosos en las periferias de las poblaciones, incluyendo la Ciudad de México. Si bien la época navideña es la que representa una mayor amenaza para este recurso natural, no queda exenta de ser depredada durante otras estaciones del año ya que también es utilizada como material de empaque para algunos productos.
El problema, argumenta el doctor Delgadillo, es que no hay un sistema adecuado de vigilancia de nuestros bosques y la tala ilegal destruye el sitio donde crecen estas plantas. “Por eso es de suma importancia proteger los bosques porque son el principal lugar de refugio de muchas de estas plantas; su destrucción equivale a desproteger a un individuo de su casa”, finaliza el doctor Delgadillo Moya.
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Marytere Narváez
Mérida, Yuc, 9 de marzo 2016.- (aguzados.com).- En colaboración con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), Carlos Yáñez Arenas, investigador del Laboratorio de Conservación de la Biodiversidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), realiza estudios acerca del riesgo de invasión de especies de reptiles exóticas en México.
El Sistema de Información sobre Especies Invasoras en México (SIEI) de la Conabio se creó con el objetivo de recopilar la información disponible sobre especies reportadas como invasoras, incluyendo aquellas ya establecidas en México y aquellas que representan un alto riesgo para la biodiversidad de México. Entre estas hay alrededor de 15 especies de reptiles que la Conabio identificó como especies en las que hay interés por evaluar el riesgo de invasión, como la pitón de Birmania, la pitón reticulada entre otras especies de serpientes, geckos, varanos y tortugas, por mencionar algunas.
La primera parte del proyecto consiste en recabar toda la información biológica en la literatura científica sobre las especies identificadas como riesgo potencial por la Conabio, con el fin de corroborar científicamente esta clasificación o si todavía pueden ser manejadas como especies de cuidado menos especial.
En la segunda fase se generarán fichas biológicas de todas las especies y se incorporará la modelación de nichos ecológicos con los registros que existen de cada especie en sus áreas de distribución nativas, por ejemplo, la pitón de Birmania que se distribuye en Asia y que ha causado muchos problemas en Florida, Estados Unidos, donde fue introducida hace unas décadas.
"Con la información ambiental de las preferencias ecológicas de esta especie (pitón de Birmania) en su área de distribución nativa, que sería el sudeste asiático, en el proyecto se generarán modelos de distribución en esa región que serán proyectados a México, pero también a América. De esta manera, podrá conocerse cuáles son las regiones donde existirían más posibilidades de que una población de pitones sobreviva y se convierta en plaga y esa metodología se aplicará para cada especie", indicó el investigador.
Sin embargo, si las condiciones ambientales que le gustan a la especie no están representadas geográficamente en su área nativa, puede ocurrir que no podrán realizarse predicciones correctas, ya que no son análogas a las regiones donde se calibrarán los modelos. Esto podría ocurrir si, por ejemplo, en el sudeste asiático no se encuentran todas las condiciones ambientales que le gustan a una pitón de esa región. Para esto, Yáñez Arenas ha diseñado técnicas matemáticas que se incorporarán para eliminar este tipo de dificultades.
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Érika Rodríguez
Zacatecas, Zac, 11 de marzo 2016.- (aguzados.com).- Con el objetivo de encontrar una vía sustentable para el tratamiento del plástico basada en microorganismos, la ingeniera ambiental Angélica Abigail Ambriz Luna, egresada de la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería Campus Zacatecas del Instituto Politécnico Nacional (UPIIZ IPN), realizó una investigación para aislar bacterias que degradan los plásticos PET.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, la ingeniera Ambriz Luna explicó que su hipótesis consistió en abordar primeramente el ácido tereftálico (C8H6O4), pues es uno de los compuestos que mayormente dificultan la degradación del plástico utilizado principalmente en envases de bebidas y textiles, el tereftalato de polietileno ([C10H8O4]n), mejor conocido como PET.
Al respecto, describió: "El ácido tereftálico es el compuesto mayoritario y causante de más problema en los recipientes de PET. Es por eso que si tiras una botella de PET al suelo, tarda más de mil años en degradarse, por este compuesto, que tiene un anillo aromático, las bacterias tardan mucho, primero en romperlo y después en consumirlo".
Ambriz Luna expuso que desarrolló esta investigación como proyecto de tesis de titulación en un periodo comprendido del 9 de junio de 2013 al 4 de diciembre de 2015, bajo asesoría de la maestra Verónica Segovia Tagle, la doctora Karol Karla García Aguirre, el maestro Sergio Zavala Castillo, el maestro Alejandro Paredes Sánchez y la maestra Vianey Hernández Ramírez, todos docentes de la UPIIZ.
Bacterias y estiércol
La investigación fue dividida en tres partes. "La primera consistió en el aislamiento al 100 por ciento de la bacteria, la cual pertenece a un género todavía no muy estudiado, llamado Dietzia. Se ha demostrado que la bacteria Dietzia tiene efectos sobre la degradación de compuestos aromáticos, como el ácido tereftálico. Fueron realizadas pruebas con excremento de burro, borrego y caballo; solamente en el caballo se encontró la reportada, manifestó la ingeniera.
Experimentación con la bacteria
Posterior a la obtención del conjunto de bacterias, se depuró la muestra hasta obtener la bacteria del género Dietzia aislada, la cual se identificó genéticamente para comprobar que se trataba del género correcto. Una vez identificada, se sometió a un medio de cultivo cuya única fuente de carbono y energía era el ácido tereftálico puro. Tras varias pruebas en un lapso de seis días y 20 horas, hubo crecimiento en 80 por ciento y capacidad de degradación del compuesto de 43.5 y 42.1 por ciento.
"Una vez que comprobamos que el microorganismo sí consumía el ácido tereftálico, se buscó una estrategia para aumentar la concentración que degradaba, entonces se sometió a otra prueba inoculando previamente el microorganismo en un medio con una fuente de carbono y energía más simple, como lo es el citrato de sodio (Na3C6H5O7) en un caldo nutritivo, pero la concentración se conservó en el mismo nivel, entonces nos dimos cuenta que hay otras vías con las que se puede trabajar", describió.
El consiguiente objetivo de esta investigación es terminar de estandarizar los parámetros básicos de crecimiento de degradación del PET, experimentando con temperatura, tiempo de agitación, condiciones específicas de luz y en medios con presencia o ausencia de oxígeno, y una vez que se tengan los parámetros óptimos, se diseñe un biorreactor.
"Por el momento estamos a la espera de desarrollar todas estas opciones ya que es una investigación que tiene muchísimo futuro. Si lográramos la degradación del plástico a un nivel industrial, además de la función medioambiental, Zacatecas generaría una fuente de empleo e ingreso bastante considerable", estimó.
Contacto: Ing. Angélica Abigail Ambriz Luna. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
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- Encuentran Vibrio parahemolyticus en el casco de barcos que llegan a Ensenada
Ensenada, B.C., 8 de marzo 2016.- (aguzados.com).- Un estudio realizado en el CICESE puso en evidencia que las bio-incrustaciones adheridas a los cascos de barcos comerciales que llegan al puerto de Ensenada provenientes de Japón y Corea, son un importante reservorio de bacterias patógenas de la especie Vibrio parahaemolyticus, por lo que representan un riesgo real para la transmisión de enfermedades en humanos.
El artículo Pathogenic Vibrio parahaemolyticus isolated from biofouling on commercial vessels and harbor structures, se publicó en 2015 en la revista científica “Biofouling”, teniendo como autores a Valeria Revilla Castellanos, Abraham Guerrero (estudiantes de maestría y de doctorado del CICESE), Bruno Gómez Gil, Erick Navarro Barrón (investigador y estudiante del CIAD-Mazatlán, respectivamente) y a Leonardo Lizárraga Partida, investigador del Departamento de Biotecnología Marina del CICESE.
Antes de este estudio era bien conocido que bacterias del género Vibrio son comúnmente aisladas en el medio marino y tienen capacidad para adherirse a diversos tipos de superficie. Tienen como uno de sus vectores de transmisión el caparazón de crustáceos planctónicos (copépodos, principalmente) y pueden transportarse de un continente a otro en el agua de lastre (o de balastre) contenida en estos buques cargueros.
Esto provocó cambios en la legislación internacional. Ahora ninguna de estas embarcaciones puede vaciar sus tanques al interior de cualquier puerto, incluidos los puertos mexicanos.
Sin embargo, se había pasado por alto que también las incrustaciones de material biológico adheridas a los cascos de estas embarcaciones (que en inglés se conoce como biofouling) son un vector para la diseminación de estos patógenos.
En la literatura científica existe un solo antecedente. Se trata de un estudio realizado en 2010 en Hawai por N. Shikuma y M. Hadfield, pero estos investigadores no se enfocaron a vibrios ni a embarcaciones de carga transoceánicas, sino a otras bacterias patógenas (Escherichia coli, entre otras) y embarcaciones de recreo.
El estudio realizado en Ensenada se considera el subproducto (spin-off) de un proyecto patrocinado por el fondo sectorial de investigación en Salud y Seguridad Social del CONACYT y la Secretaría de Salud.
Originalmente un consorcio de instituciones (el CICESE, CIAD-Mazatlán, la Universidad Veracruzana, el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM y los Institutos Tecnológicos de Mazatlán y Nayarit) planteó estudios de transmisión de vibrios en ostiones. Pero según explica el Dr. Leonardo Lizárraga, “vimos que (la hipótesis de que embarcaciones de carga transporten en su casco estos patógenos) era una idea interesante que había que explorar para explicar por qué podían aparecer esporádicamente vibrios patógenos en Baja California”.
Diseñaron un esquema de colecta de bio-incrustaciones dentro de la rada portuaria. Incluyó la toma de muestras de tres barcos cargueros (de contenedores) que llegaron provenientes de Yokohama, Fukuyama (Japón) y de Busan (Corea del Sur), mientras permanecían atracados en la terminal internacional de Ensenada.
Otras muestras se tomaron directamente de las instalaciones de la terminal de cruceros turísticos y en la de pesca deportiva, ambos muelles localizados dentro de la rada portuaria. Se tuvieron también dos estaciones de control: una en la marina del hotel Coral, localizado un par de kilómetros al norte de Ensenada, fuera de la rada, y otra en una boya científica del CICESE que utiliza el proyecto FLUCAR para estudiar los flujos de carbono entre el océano y la atmósfera. Esta boya se localiza fuera de la Bahía de Todos Santos, frente a la cara de Punta Banda que da hacia el Pacífico.
Puede parecer fácil cumplir con un esquema de muestreo semejante, pero solamente el conseguir los permisos para hacerlo dentro del puerto tardó seis meses. “Tuvimos que pedir permisos a la Administración Portuaria Integral (API), a Capitanía de Puerto, a la SEMARNAT y contratar buzos profesionales, porque no íbamos a arriesgar a un estudiante sin experiencia. Acuérdate que estamos hablando de barcos que llegan por 4 horas; las máquinas no las apagan, están succionando agua continuamente para el sistema de enfriamiento. La logística fue muy complicada; nos tardó casi seis meses lograr todos los permisos”, señaló el Dr. Lizárraga.
Explicó que los vibrios son bacterias de vida libre, acuáticas, de las cuales bastantes tienen cepas que son patógenas para los humanos, como Vibrio cholerae, V. vulnificus y V. parahaemolyticus. Se sabe que las infecciones por Vibrio suelen estar relacionadas con la exposición al agua de mar contaminada o mariscos crudos o pobremente cocidos. Se estima que causan 80 mil casos clínicos, 500 hospitalizaciones y 100 muertes cada año en Estados Unidos.
Aclaró que es frecuente encontrar V. parahemolyticus en el ambiente, pero esto no quiere decir que se trate necesariamente de la cepa patógena. Sin embargo, “el Vibrio parahaemolyticus patógeno, que se define por tener hemolisinas, en particular una termohemolisina directa (TDH), lo encontramos en todos los puntos en donde muestreamos dentro de la rada”.
El estudio puso en evidencia que las bio-incrustaciones adheridas a los barcos que vienen del continente asiático, donde esta bacteria es pandémica y causa enfermedades en diferentes países, es un importante reservorio de vibrios patogenos, y que estos barcos podrían ser un vector que se ha pasado por alto en relación a la diseminación de V. parahemolyticus patógeno.
Y se determinó que su presencia está restringida a la rada portuaria, asociada el biofouling de barcos y a los muelles donde atracan, ya que en las estaciones de control no se registró este patógeno. Además, y esto no se menciona en el artículo, “durante dos años dentro del programa de Salud estuvimos muestreando ostiones en la Bahía de Todos Santos, y durante dos años no registramos V. parahaemolyticus patógena”, indicó.
A diferencia del agua de balastre, que ahora las embarcaciones arrojan al mar antes de entrar a todos los puertos, no es tan fácil eliminar el biofouling y esto representa un problema. “Los barcos traen un certificado que indica cuándo hicieron la última limpieza del casco. Eso te asegura hasta cierto punto que va a disminuir el riesgo de una transportación de microorganismos patógenos”, indicó el investigador.
Otra acción podría ser que prohibieran las limpiezas in situ de estas embarcaciones, cuando están atracadas en muelle. “Es común que llegue el barco y que ahí mismo los raspen. En otros puertos esto ya está prohibido, pero no tengo conocimiento de que esta prohibición incluya puertos mexicanos.
“Lo que sí te puedo decir es que si has ido a los astilleros, ahí les quitan todo y no sé a dónde manden la conchilla y todos los balanus (saca bocados) y mejillones que retiran. No sé si lo recolectan y lo mandan al basurero municipal o lo recolecten y lo arrojen a la rada. Ese sería otro de los puntos: ver en los astilleros el destino de todas las bio-incrustaciones que desprenden cuando hacen una limpieza a los barcos”, señaló.
Consideró además que lo ideal hubiera sido contar con los fondos y permisos para mantener y ampliar el estudio. Intentaron muestrear en barcos que llegan a Costa Azul, a la terminal de “Sempra Energy” procedentes de Sudamérica y Filipinas, pero no obtuvieron permiso. La idea, explicó Leonardo Lizárraga, era muestrear en barcos de diferente procedencia, y en los cuales es posible que otros organismos, como Vibrio cholerae (causante del cólera en humanos), pudieran transportarse.
También sería ideal continuar con este tipo de proyectos en otros puertos mexicanos, y para ello podría aprovecharse la red de instituciones que logró integrarse en el proyecto financiado por el fondo sectorial de investigación en Salud y Seguridad Social del CONACYT y la Secretaría de Salud.
Mientras esto se define, el estudio publicado en la revista “Biofouling” indica, con base en pruebas de una experiencia de investigación, que el riesgo no es subjetivo, sino real.
Para mayor información, puede comunicarse con Norma Herrera, jefe del Departamento de Comunicación.
Tel: (646) 175 05 31; Tel móvil: (646) 117 16 27; Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
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