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- Los festejos varían en cada región del país, en algunos casos con leves matices
Alfonso Morales Castorena
Aguascalientes, Ags., 2 de noviembre de 2014.- (aguzados.com).- Este día tan especial para la idiosincrasia del latino, cuando la celebración de los Fieles Difuntos llega a su punto más relevante en todo el país, las fiestas ex profeso son diferentes en toda la República Mexicana que van desde el aspecto religioso más profundo y tradicional, hasta aquellas en las que se combina el jolgorio y lo pagano con aquel, pero sin que en ninguna de ellas falte la oración y el rezo por quienes ya descansan en paz.
Los ritos y las costumbres que desde tiempos inmemoriales distinguen a cada región del país, fundamentan el tipo y clase de celebración que se realiza en sus camposantos, en las que participan todos los estratos de su sociedad y en ellas se funden la opulencia y la pobreza, sin distingos de clases.
En un breve recorrido por algunas de esas regiones nos encontramos que en todas ellas la religión es el papel dominante de cada celebración y cumplida esa parte religiosa, se da paso a la fiesta popular del Día de los Fieles Difuntos y de ese tipo de celebraciones les ofrecemos una breve reseña.
Estado de México
Así tenemos que en esta entidad la celebración de día de muertos inicia desde la tarde del 31 de octubre, que está dedicada a los niños, cuando los panteones se van llenando poco a poco de personas que van a decorar y limpiar las tumbas de los infantes que fallecieron, a quienes en el contexto nacional se les conoce como "los angelitos".
Sus padres y familiares en general acuden con racimos de flores en sus manos, con los que adornan sus tumbas, sin olvidar los juguetes favoritos de sus hijos, los dulces de su predilección, la comida y los globos y van acomodándose para poder pasar el resto de la tarde y noche junto a sus pequeños angelitos.
El día siguiente está dedicado a decorar los mausoleos y lápidas de los adultos fenecidos, se ofician ceremonias religiosas a groso modo y a falta de algún ministro de culto, se reúnen los familiares del difunto en torno a su tumba y le dedican algunos minutos de oración.
Al final de los rezos es común ver mariachis y tríos ofreciendo sus servicios para poder alegrar el rato y es común que los panteones se conviertan por algunas horas en escenario de todo tipo de música, sobre todo de aquella que era la predilección del finado.
En esta ciudad no sólo los panteones se cubren del característico color naranja de la flor de cempaxúchitl, sino también las calles del centro de la ciudad y los altares se colocan en portales alrededor de la ciudad, de tal manera que las familias oriundas del Estado de México y turistas nacionales e internacionales puedan pasear por las calles admirando cada uno de ellos.
El comercio también tiene un gran auge, los mercaderes ofrecen una enorme variedad de calaveritas de dulce, amaranto y chocolate, así como otra serie de recuerdos alusivos a la fecha del dos de noviembre, además de dulces típicos de la región.
Todos y cada uno de los municipios del Estado de México organizan programas culturales para celebrar este día, es el caso del municipio de Metepec que convoca a toda la población a colocar la ofrenda colectiva monumental en la escalinata del Calvario, luego se realiza el encendido “Unidos en la Luz”, que consiste en encender todas las veladoras de la escalinata.
Mientras que en Toluca se organiza un desfile que es amenizado por monumentales figuras de Catrinas, Adelitas y Quetzalcóatl, mojigangas y cabezones creados por artesanos de San Pablo Autopan, cuya celebración cierra los festejos en honor a quienes ya descansan para siempre.
Teotihuacán
En Teotihuacán, que es la zona arqueológica más visitada del país, la celebración a la muerte data desde los tiempos de las culturas prehispánicas y apegadas a esas creencias, mitos y costumbres, el día primero del mes de noviembre se rinde culto a los infantes fallecidos y el día dos del mismo mes, a los adultos.
Como lo señalamos en nuestra primera entrega, las culturas prehispánicas que habitaban en el territorio mexicano tenían una concepción distinta sobre la muerte, sin embargo la gran mayoría creía en la existencia de una vida después de la muerte.
En aquellos tiempos prehispánicos, como consta en el calendario mexica, las culturas mesoamericanas, incluida la teotihuacana, celebraban seis fiestas dedicadas a sus muertos, de las que destacan dos de ellas, la primera que se celebraba del 12 al 31 de julio y que era dedicada a los pequeños difuntos y los veinte días siguientes, ya en el mes de agosto, eran destinados a conmemorar el aniversario luctuoso de los adultos.
Por esa misma razón el fracaso de los evangelizadores españoles para erradicar la idea de la muerte que tenían los nativos, hizo que aquellos decidieran santificar dicha concepción filosófica con la combinación de los preceptos religiosos que pregonaban y la celebración del Día de Difuntos se fijó para los dos primeros días del mes de noviembre.
Aun así y con la combinación paganismo-religión que se dio, casi todos los pueblos conquistados por los españoles continuaron conservando sus tradiciones y el pueblo teotihuacano no fue la excepción.
Continuó con su costumbre de hacer ofrendas en honor a los fallecidos y siguieron practicando cansados e intensos rituales con el propósito de que el difunto llegase con bien a uno de los cuatro paraísos, según su forma de muerte.
Además les ofrecían cestas, canastas o morrales que contenían comida, copal, vasijas, cuchillos, piedras de jade y semillas; sin que les faltara la compañía de los perros xoloescuintles, los cuales sacrificaban y sepultaban junto a sus amos, para que les ayudasen a ser la luz en el paso que seguían por el inframundo y no se perdieran sin antes llegar al paraíso.
Y como en la cultura azteca que creían en la existencia de varios paraísos a los que llegaban los fallecidos, de acuerdo a la forma o circunstancias en las que morían, los teotihuacanos estimaban que en el más allá se encontraban cuatro subsectores a donde se dirigían sus difuntos según su edad.
En el primero de ellos se encontraban los difuntos jóvenes y aquellos que no alcanzaron a nacer, a quienes se les enterraba en posición fetal en la tierra, a la espera de volver al mundo de los vivos, según sus creencias.
Al subsector dos se dirigían los adolescentes, encontrándose en sus ofrendas distintos vegetales y huesos pertenecientes a animales, sin que a la presencia de estos en sus tumbas se les encontrara una explicación lógica.
El subsector tres estaba destinado en forma exclusiva a los adultos, tanto varones como mujeres, cuyos cadáveres eran colocados en grandes vasijas de barro y enseguida se procedía a su cremación, los teotihuacanos creían que en este lugar prevalecía la abundancia y la paz eterna, destacando en sus ofrendas cañas de azúcar y comidas típicas de esa región.
Y por último al subsector cuatro se dirigían los adultos mayores, los ancianos, cuyos cuerpos sin vida se colocaban en hogueras de madera para su cremación, se creía que los ancianos regresaban a la tierra después de la muerte en forma de animales.
Aguascalientes
En esta ciudad y sin olvidar sus ancestrales celebraciones, a iniciativa de los recientes gobiernos, se realiza año con año el "Festival de las Calaveras", inspirado en la obra de José Guadalupe Posada, nacido en esta ciudad y creador de la mundialmente famosa "Calavera Garbancera", bautizada años después por el pintor Diego Rivera como "La Catrina", cuyo monumento al sur de la ciudad da la bienvenida a los visitantes
El ya considerado tradicional “Festival de las Calaveras”, se celebra durante diez días y tanto la ciudad capital como sus municipios se transforman, a raíz de la participación masiva de sus habitantes, que recurren a vistosos disfraces para caracterizar singulares "calaveras vivientes".
Las más de 180 actividades de este festival incluyen un desfile con más de tres mil participantes en comparsas y carros alegóricos, una caminata con más de cinco mil individuos, llamada de manera folklórica "Ilumínale los Pies al Cerro del Muerto", también se pueden encontrar pabellones gastronómicos, artesanales e infantiles, altares, conciertos, rituales, disfraces, corridas de toros, obras teatrales, expresiones artísticas y culturales y muchos eventos más, estos últimos teniendo como escenarios los diferentes panteones.
La característica de este festival es que sus celebraciones cuentan con menos actos prehispánicas y que se realiza en un contexto más relacionado al último siglo, y que más allá de representaciones fúnebres, hace alusión a la forma tan peculiar que tiene el mexicano de entender e incluso hasta de reírse de la muerte.
Zacatecas
En contraste con ese tipo de manifestaciones fúnebres, muy cerca de Aguascalientes, en la ciudad de Zacatecas se continúa observando la añeja tradición de su cultura y se acostumbra consumir el pan de muerto y muchas familias visitan las tumbas de sus seres queridos dejando en ellas arreglos florales, principalmente elaborados con flor de cempasúchil.
Pero en la actualidad y dada la transculturización que ha sufrido por la migración de sus habitantes, existe una mezcla entre el festejo del Día de Muertos y la celebración estadounidense del Halloween, donde en la noche del dos de noviembre los niños salen a las calles con disfraces alusivos a la muerte y seres de ultratumba, tocando de puerta en puerta pidiendo «el muerto» a través de unas pequeñas rimas cantadas.
Los niños luciendo sus disfraces “del día de brujas” se plantan a las puertas de las viviendas con la rima “el muerto pide camote, sino se le cae el bigote” o bien recitan “la viuda pide una ayuda, para su pobre criatura".
Si los habitantes de la casa a la que llaman les dan "el muertito” que solicitan de esa forma, que generalmente suele ser dulces que depositan en bolsos que llevan, se despiden agradecidos con una rima, especie de bendición, "esta casa está bendita porque si nos dieron comidita".
En cambio si no encuentran eco en su petición, se retiran de manera escandalosa exclamando “esta casa está embrujada porque no nos dieron nada".
Oaxaca
En la región de Acaquizapan se conmemora el día de muertos con la ofrenda de los “angelitos”, compuesta de canastas pequeñas, llevando en cada una de ellas, hojas de zapote, manzanas, naranjas, mandarinas, pan de “estrella” y pan de “conejo”.
Cada canasta se cubre con las hojas de zapote, se dice que estas hojas son para los muertos su servilleta, al terminar de cubrirlas se le ponen las velas, y a cada vela se le asigna el nombre de un angelito, estas velas son la luz que los acompaña en su camino al paraíso.
Chiapas
Acaso el estado de Chiapas sea el más rico en mitos y leyendas que datan de al menos tres mil años y por lo mismo cuenta con una gran gama de tradiciones y folklore, herencia que ha perdurado a través del tiempo y que juega un papel muy importante en la celebración que realiza el Día de los Fieles Difuntos.
En Chiapas, el día de muertos suele durar dos días, el primero lo utilizan para llamar y recibir a sus ancestros y el segundo para que las almas regresen a su lugar, pero los preparativos para darles alojamiento, según sus tradiciones, inician desde la segunda quincena del mes octubre, cuando todos los familiares comienzan a prepararse para la llegada de sus finados parientes.
Para el pueblo tzotzil una de las tradiciones más importantes es el día primero de noviembre en el cual todos los familiares llaman a sus difuntos y los invitan a disfrutar de la celebración, por último los despiden, deseándoles un buen regreso al lugar a donde pertenecen que es llamado K'atin Bak, o lugar de los huesos ardientes.
En las mismas fechas o sea los dos primeros días del mes de noviembre, en la comunidad de San Juan Chamula, cercana a San Cristóbal de las Casas, se realiza una pequeña ofrenda de alimentos que corresponden en orden y número a los difuntos que se esperan van a llegar
Luego se pasa a la Iglesia del Santo Patrono y ahí los lugareños tratan de despertar a sus finados familiares con el repique de las campanas, retornan a sus casas y esperan tan anhelada visita en medio de oraciones y rituales religiosos.
Una vez pasado el “banquete” es de vital importancia ayudar a las almas a regresar a su reposo eterno y para ello se dan tres vueltas alrededor del cementerio y se les invita a reintegrarse al lugar de su descanso llamado “K'atin Bak” diciéndoles "ya pasó tu fiesta, ya pasó tu celebración, ya te traje a tu casa".
Para concluir el ritual encienden velas y cirios encima de las tumbas para que las almas encuentren iluminado su trayecto, cuya ceremonia deja ver claramente el sincretismo cultural que perdura en esta comunidad, como en el resto de la zona y a los visitantes se les pide que respetuosamente se adentren en sus costumbres, ya que es un legado de suma importancia para ellos.
Michoacán
Este estado también guarda una exquisita tradición para celebrar el Día de los Muertos, basada sobre todo en una leyenda tarasca que data desde la época de la conquista y se centra en su isla de Janitzio.
Ahí se acostumbra erigir un altar sobre la tumba y las mujeres se sientan resignadas y llorosas a contemplar las llamas de los cirios y hacer oraciones por los muertos, a intervalos se arrodillan ante la cruz que preside el rito y la totalidad de los dolientes quedan pensativos como evocando a los difuntos, añorando su presencia.
La ceremonia tiene además un nombre y una celebridad debidamente conquistados por lo fastuoso del ritual de lo que se conoce, no como el Día de los Fieles Difuntos, sino como la Noche de Muertos que va del día primero al dos de noviembre y aunque las celebraciones son las mismas en toda esa región lacustre, se le han otorgado a esta Isla por antonomasia.
Refiere la historia tradicional y cuenta la leyenda que durante esa noche surge la sombra de Mintzita Corazón, hija del Rey Tzintzicha, y la de Itzihuapa, hijo de Taré y príncipe heredero de Janitzio.
Ambos jóvenes que estaban locamente enamorados, no pudieron desposarse por la inesperada llegada de los conquistadores y que ya preso el rey padre de Mintzita por Nuño de Guzmán, su hija, la princesa quiso rescatarlo ofreciéndole al extranjero el fabuloso tesoro que se encontraba bajo las aguas, entre Janitzio y Pacanda.
Y cuando el esforzado y enamorado Itzihuapa se apresaba a extraerlo, se vio atrapado por veinte sombras de los remeros, que lo escondieron bajo las aguas y se sumergieron con él, convirtiéndolo en el vigésimo primer guardián de tan fantástica riqueza que guardaba la laguna.
Pero al lúgubre tañer de los bronces de Janitzio y en la noche del día de muertos despiertan todos los guardianes del tesoro y suben la empinada cuesta de la isla, acompañando a los príncipes, Mintzita e Itzihuapa que se dirigen al panteón para recibir la ofrenda de los vivos a las luces plateadas de la Luna, dirigiéndose o musitando para ellos palabras cariñosas, ocultándose de miradas indiscretas entre las llamas inciertas de los cirios.
En Janitzio las flores son inspiración y gozo que se cantan en las pirekuas como Tzitziki Canela (Flor de Canela). Tzitziki Changunga (flor de Changunga), con cuyos cantos se compara a la mujer con las flores por su delicadeza, finura y exquisitez.
Nadie interrumpe los coloquios amorosos de los enamorados príncipes, mientras tanto las estrellas fulguran interesantemente en la bóveda celestial, las campanas tocan desesperadamente y el lago gime como un alma en pena.
A la medianoche del primero de noviembre, las mujeres y los niños se desplazan con solemnidad, localizan los lugares de reposo de sus seres queridos, ponen hermosas servilletas bordadas sobre las tumbas y depositan ahí los manjares que en vida fueron del agrado de sus distintos difuntos.
También colocan ofrendas florales enmarcadas por las luces de numerosas velas y así transcurre su vigilia nocturna entre alabanzas, rezos y cantos de las mujeres y niños, mientras los hombres en las afueras del cementerio, observan atentos todo lo que sucede en el interior del panteón, al tiempo que una campana colocada en el arco de la entrada del panteón, suena discretamente toda la noche, llamando a las ánimas a que se presenten a la gran ceremonia.
En toda la Isla hacen eco los cantos purépechas de dulce y musical cadencia que imploran el descanso de las almas de los ausentes y la felicidad de los que quedan en la tierra, para los oriundos de esa entidad el participar en esta fiesta es cumplir con un deber sagrado para los muertos y hacen honor a quienes lo practican.
En Michoacán, la conmemoración del Día de Muertos es una tradición solemne que aún conserva esa genuina manifestación de un profundo respeto y veneración a los seres que materialmente ya no existen, y a los que a través de la ofrenda se les rinde tributo, admiración y respeto.
Norte de México
Por extraño que parezca todavía a principios del siglo pasado el Día de los Fieles Difuntos no era celebrado en el norte de la República Mexicana, sobre en la parte noreste de la misma, en virtud de que la tradición era rechazada de manera tajante por sus habitantes y la iglesia, que mantenían su férrea postura de no combinar elementos paganos con la religión.
En su lugar se celebraba el Día de Todos los Santos, como se hace desde tiempos de la conquista en todo el país, en el que predominaba fuertemente el aspecto religioso y la ausencia de la fiesta dedicada a los difuntos se debía en gran parte a la escasa influencia mesoamericana en esa región de México.
Sin embargo, hoy en día su presencia se debe a las políticas educativas implementas por el gobierno mexicano y la Secretaría de Educación Pública (SEP) a partir de la década de 1960, en sus esfuerzos por expandir la tradición en el norte del país y que ambas celebraciones se desarrollen a nivel nacional, como una salvaguarda de los mitos, leyendas y tradiciones que nos heredaron nuestros ancestros.
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- Indispensable iniciar la concientización de la tenencia de animales de compañía con los infantes.
Aguascalientes, Ags., 1 de noviembre de 2014.- (aguzados.com).- Con el objetivo de concientizar a niñas y niños sobre la importancia de cuidar y respetar la vida animal, comenzaron las pláticas de “Dueño Responsable” dirigido a estudiantes de nivel básico a cargo del personal de la Dirección de Salud de la Secretaría de Servicios Públicos (DSSSP)
Héctor Eduardo Anaya Pérez, Secretario de Servicios Públicos, informó que actualmente ocho de cada diez perros que ingresan al Centro de Control y Bienestar Animal son entregados por sus propios dueños, por lo que urge tomar acciones para concientizar a quienes tienen algún animal de compañía de que se hagan responsables de todo lo que esto implica y no los tengan en la calle exponiéndolos a peligros.
El funcionario detalló que estas pláticas de “Dueño Responsable” se imparten en instituciones de preescolar, primarias y secundarias, tanto públicas como privadas, toda vez que en la actual administración municipal se tiene la plena conciencia de que en temas como estos, los infantes son de suma importancia para brindarles a las mascotas una vida digna.
Algunos de los temas que se abordan en estas pláticas son la tenencia responsable de un animal de compañía como sacarlos a pasear con collar, correa y placa de identificación, recoger las excretas y depositarlas en los cestos de basura, llevarlos con el veterinario para la aplicación de sus vacunas, desparasitaciones, brindarles agua y comida suficiente y adecuada, más la importancia de esterilizarlos, entre otras.
Como parte de esa concientización que se pretende, el personal proyecta el video titulado “Diario de un Perro”, el cual muestra el sufrimiento del animal cuando es abandonado por sus dueños.
Finalmente, el titular de Servicios Públicos comentó que estas pláticas se están haciendo en coordinación con la Secretaría de Desarrollo Social Municipal (Sedesom), la cual va indicando semanalmente la escuela que se visitará.
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- Se destinan cien mil pesos más para el canje de armas
- Se extiende la campaña a las Delegaciones Pocitos y Calvillito
Aguascalientes, Ags, 1 de noviembre 2014.- (aguzados.com).- El titular de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, Pablo José Godínez Hernández, informó que la campaña “No Más Armas, Todos por la Paz”, impulsada en conjunto con la Décima Catorceava Zona Militar ha presentado óptima respuesta ciudadanía, pues al momento 112 personas han acudido a realizar el canje correspondiente de artículos bélicos como armas cortas, largas y cartuchos útiles, por lo cual el ayuntamiento ampliará el recurso destinado para este fin.
Destacó que hasta el momento el ayuntamiento ha erogado 205 mil 850 pesos y ante la respuesta positiva que ésta campaña ha tenido en las delegaciones urbanas y rurales del municipio capitalino, se destinarán recursos por cien mil pesos más para cubrir el total de las delegaciones, por lo cual del 3 al 7 de noviembre, el módulo se instalará en Pocitos y del 10 al 14 de noviembre en Calvillito.
Estamos trabajando en concientizar a la población sobre el tema de seguridad pública por lo cual no debemos bajar la guardia, por ello, trabajamos en coordinación con la Zona Militar para disminuir la delincuencia y que no existan armas en las calles, aseguró el funcionario municipal.
Señaló que durante la instalación del módulo en las delegaciones Morelos, Peñuelas, Insurgentes, Salto de los Salado, Jesús Terán y Cañada Honda, acudieron un total de 112 personas, con 28 armas largas, 70 armas cortas, 3 mil 092 cartuchos útiles, así como 9 cargadores.
Motivar al mayor número de personas que tengan un arma en su domicilio a que acudan a las delegaciones para que sean destruidas. La idea es acercar un módulo a sus domicilios, porque en ocasiones por el temor de trasladar cualquier artefacto de este tipo no acuden a entregarlas, por el temor de ser detenidos, subrayó.
Godínez Hernández manifestó que tan sólo en la Delegación Morelos, acudieron al canje 41 personas con 9 armas largas, 32 armas cortas, 1 mil 949 cartuchos; mientras que en Peñuelas, fueron sólo 6 personas, con 4 armas largas, 2 cortas y 350 cartuchos. En Insurgentes acudieron 28 personas, con 4 armas largas, 19 armas cortas y 542 cartuchos.
A Salto de los Salado acudieron 15 personas con un arma larga, siete armas cortas y 45 cartuchos; mientras que en Jesús Terán se presentaron 16 ciudadanos con ocho armas largas, cinco cortas y 33 cartuchos; mientras que en Cañada Honda acudieron seis personas con dos armas largas, cinco cortas y 173 cartuchos, además de nueve cargadores.
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- En estrecho trabajo con el IAM lleva a cabo curso “Cultura Institucional”
- Se busca con este tipo de dinámicas tener buenas prácticas en las actividades que realiza la Sicom
Aguascalientes, Ags., 1 de noviembre de 2014.- (aguzados.com).-La política establecida por el gobernador Carlos Lozano de la Torre, es que exista una igualdad de género en las diferentes actividades que realizan las dependencias gubernamentales, para que los resultados que se obtengan sean los mejores en favor de las y los habitantes de Aguascalientes.
En este sentido, el Instituto Aguascalentense de las Mujeres que encabeza Patricia Ramírez de Lara, ha buscado que en todo momento se respeten los derechos de los hombres y las mujeres, siempre buscando el bien común de ambos sexos para lograr obtener excelentes resultados en las actividades que desempeñan en todos los aspectos de su vida
Con el fin de lograr esta igualdad de género y en estrecho trabajo con Miguel Ángel Romero Navarro titular de la Secretaría de Infraestructura y Comunicaciones (Sicom), Ramírez de Lara convocó a un nutrido grupo de funcionarios y funcionarias estatales que laboran en distintas áreas de la dependencia en mención para que participaran en el curso denominado “Cultura Institucional”, impartido por Gabriel García Mellado, coordinador de proyectos de la asociación civil “Hombres por la equidad”, que llevó a cabo diferentes dinámicas con el fin de cumplir con las buenas prácticas donde participan hombres y mujeres.
Es así como las dependencias del gobierno del Estado, contribuyen con el programa de Fortalecimiento a la Transversalidad de la Perspectiva de Género, que fue creado para favorecer el desarrollo de acciones y proyectos orientados a contribuir a la disminución de las brechas de género, a partir de la Institucionalización de la Perspectiva de Género en las políticas públicas y en la cultura institucional en las acciones de gobierno las cuales contribuyen a fortalecer la instrumentación de la Política Nacional de Igualdad.
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- Se estima que los altares de muertos los utilizaron las culturas prehispánicas
Alfonso Morales Castorena
Aguascalientes, Ags., 31 de octubre de 2014.- (aguzados.com).- En nuestra entrega anterior hablamos de la serie de connotaciones que se guardan en torno a la celebración de Todos los Santos y Los Fieles Difuntos, que datan, según los historiadores, desde aproximadamente el año 1800 A.C., en esta ocasión trataremos de los rituales que los antiguos pobladores, de lo que luego sería la Nueva España, realizaban para honrar y en ocasiones venerar a quienes se les adelantaron en el viaje sin retorno.
Para esas culturas que desarrollaron los pueblos mesoamericanos, en su calidad de idólatras la muerte no estaba ligada a religión alguna, salvo a sus muy particulares creencias y las ideas de que existía un cielo o un infierno, ya fuera para premiar o castigar a quienes dejaban de existir les eran completamente desconocidas: Muchas de esas culturas prehispánicas, por no decir la totalidad de ellas, tenían muy arraigada la creencia de una vida después de la muerte.
Basaban su idea de la muerte, en el rumbo que tomaban las almas de quienes dejaban de existir por las circunstancias en las que acaecía su deceso y no por su comportamiento terrenal o la conducta que hubieran observado en vida y de esta creencia o forma, circunstancia o causa de muerte, las almas de los difuntos tomaban diferentes direcciones donde descansarían al lado de sus dioses por toda la eternidad.
Así, tenemos que aquellos que morían en circunstancias relacionadas con el agua, se asentaban en el reino de Tlalocan o también conocido como el paraíso de Tláloc, el dios de la lluvia en la mitología azteca.
En este tipo de clasificación de muerte se contaban a quienes eran víctimas de un rayo en época de lluvias o de manera fortuita, quienes dejaban de existir como consecuencia de enfermedades relacionadas con el agua, como la gota, la hidropesía, la sarna o las bubas, así como los infantes que eran sacrificados al dios Tláloc para pedir una buena temporada pluvial.
Los aztecas creían que el reino de Tlalocan o Tláloc, era un edén permanente, lugar de reposo eterno, de abundancia de las carencias que se tenían en la tierra y aun cuando los cadáveres de los predestinados a ese paraíso eran incinerados, las cenizas o sus restos se enterraban en la tierra como si fueran semillas, por la creencia que tenían que al hacerlo “germinarían en una nueva vida, distinta de la que ya habían tenido”.
En cambio al reino de Huitzilopochtli, su dios de la guerra, al que llamaba el paraíso de Omeyocán, iban, en primer lugar, los guerreros que perdían la vida en combate y enseguida los cautivos o prisioneros de guerra que eran sacrificados en su honor y las mujeres que morían en trabajos de parto.
Las parturientas tenían ese destino al morir porque eran comparadas con los guerreros, en virtud de que libraban una gran batalla para dar a luz y se les sepultaba en medio de rituales especiales en el patio de palacio con la finalidad de que acompañaran al sol desde su nacimiento hasta que se ocultaba en el horizonte.
La muerte de estas mujeres, en forma especial, era motivo de profunda tristeza, pero al mismo tiempo de una gran alegría entre sus parientes, puesto que se creía que por su enorme valentía, el dios del sol las tenía como sus compañeras eternas.
Y dentro de esos parámetros de valores, creencias y culto a la muerte que se desarrollaba en casi todos los pueblos de la antigua Mesoamérica, habitar en el paraíso de su dios de la guerra, era todo un privilegio.
La historia da cuenta también que el Omeyocan era un lugar de gozo permanente, en el que se festejaba al sol y se le acompañaba con música, cantos y bailes y se tenía la creencia de que los muertos que iban al Omeyocan volvían al mundo, convertidos en aves de plumas multicolores y hermosas, después de cuatro años.
En cambio morir durante la guerra era considerada como la mejor de las muertes por los mexicas, para ellos, a diferencia de otras culturas, dentro de la muerte había un sentimiento de esperanza, pues ella les ofrecía a los guerreros la posibilidad de acompañar al sol en su diario nacimiento y trascender convertidos en pájaro.
También se hablaba de un sitio muy oscuro, sombrío, solitario, sin ventanas, del que ya no era posible salir o abandonar por mediación de ninguna deidad, al que se llamaba el Mictlán, que estaba destinado para quienes dejaban de existir de muerte natural y que era regido por los señores de la muerte, Mictlantecuhtli y su esposa, Mictecacíhuatl, que vigilaban día y noche que las almas de los difuntos permanecieran en ese sitio.
Pero a diferencia de los paraísos anteriores, para llegar a éste las almas debían de transitar por caminos tortuosos y muy difíciles durante cuatro años, al final de su recorrido tenían para su reposo momentáneo, según la mitología mesoamericana, un lugar llamado Chicunamictlán, donde descansaban o simplemente desaparecían.
Para recorrer esos caminos difíciles y tortuosos, el difunto era enterrado con un perro llamado Xoloitzcuintle (raza canina sin pelo), el cual le ayudaría a cruzar un río y llegar ante Mictlantecuhtli, a quien debía entregar, como ofrenda, atados de teas y cañas de perfume, algodón (ixcátl), hilos colorados y mantas, en tanto que quienes iban al Mictlán recibían como ofrenda, cuatro flechas y cuatro teas atadas con hilo de algodón.
Mientras que los niños que morían tan a temprana edad o dentro de la pubertad, sin llegar a la adolescencia, tenían un lugar especial, llamado Chichihuacuauhco, donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba leche, para que se alimentaran y los niños que llegaban ahí volverían a la tierra cuando se destruyese la raza que la habitaba, que según la creencia de esas culturas, de esa forma, de la muerte renacerían la vida.
¿Origen del Altar de Muertos?
Acaso el ritual que seguían los entierros prehispánicos dieron origen a lo que hoy conocemos como Altar de Muertos, porque aquellos eran acompañados de ofrendas que contenían dos tipos de objetos: los que en vida, habían sido utilizados por el difunto y los que podría necesitar en su tránsito al inframundo, según el destino que aguardaba a su alma, pero hasta la fecha no existe un dato preciso que refiera el nacimiento de ese tipo de homenaje a los difuntos.
Sin embargo, los sepelios prehispánicos parece ser que fundamentaron esa tradición que hoy se guarda, porque en ellos era muy variada la elaboración de objetos funerarios contándose entre ellos, instrumentos musicales de barro, como ocarinas, flautas, timbales y sonajas en forma de calaveras; esculturas que representaban a los dioses mortuorios, cráneos de diversos materiales (piedra, jade, cristal), braseros, incensarios y urnas.
Las fechas en honor de los muertos eran tan importantes para los pobladores de esos pueblos de Mesoamérica, que les dedicaban dos meses de rituales y homenajes, ceremonias y honras, que dividían en dos grandes festejos durante esos sesenta días.
En el primer mes llamado Tlaxochimaco se llevaba a cabo la celebración denominada Miccailhuitontli o fiesta de los muertitos que iniciaba alrededor del 16 de julio cuando se cortaba en el bosque el árbol llamado xócotl, al cual le quitaban la corteza y le ponían flores para adornarlo y en esa celebración participaban todos los pobladores de esa etnia y se hacían ofrendas al árbol durante veinte días.
Luego en el décimo mes del calendario mexica, se celebraba la Ueymicailhuitl o fiesta de los muertos grandes, es decir la que se dispensaba a los adultos, a los guerreros y a las mujeres que habían muerto en trabajos de parto y esta celebración se llevaba a cabo alrededor del 5 de agosto, cuando decían que caía el xócotl.
En esta fiesta se realizaban procesiones que concluían con rondas en torno al árbol, se acostumbraba realizar sacrificios de personas y se hacían grandes comidas, después ponían una figura de bledo en la punta del árbol y danzaban a su alrededor, vestidos con plumas preciosas y cascabeles.
Al finalizar la fiesta, los jóvenes subían al árbol para quitar la figura, se derribaba el xócotl y terminaba la celebración, en esta fiesta, la gente acostumbraba colocar altares con ofrendas para recordar a sus muertos, cuyo ritual viene a reforzar la hipótesis histórica de que es el antecedente del actual Altar de Muertos.
Concluiremos nuestra entrega con la cita de las diversas celebraciones que se realizan en diferentes estados de la República para honrar a nuestros Fieles Difuntos y esperamos que el Día de Todos los Santos haya sido la fecha anual para recordar que nacimos para morir y que desde el momento en que nacemos, empezamos a morir.
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