Carlos Romo Medina
CUANDO LA REPÚBLICA se confunde con un diamante del parque de béisbol y se tergiversa su naturaleza social, política y económica, el resultado no será nada halagüeño. El equipo que alcanzó el liderato en la contienda electoral del 2018 tiene un manejador que es a la vez el dueño de la infausta novena y, como si se tratara de los Olmecas de Tabasco, cree estar jugando en las ligas mayores y, además, que su estrategia es infalible.
MANDA SEÑALES desde la banca -convertida ahora en el púlpito mañanero- para imponer caprichos, tomar decisiones absurdas, dictar su propia interpretación de las leyes y prácticamente hacer lo que le venga en gana dependiendo del estado de humor con que se haya despertado. Las reglas del juego pueden ser cambiadas por medio de memoranda, faltaba más.
LANZA BOLAS de humo que van ensalivadas con la verborrea cansina e incontenible que sale de sus labios. Le divierte mentir, confundir, hacer señales desde la banca para engañar a propios y extraños. Es más, lanza, batea y cacha al mismo tiempo. Para eso es el dueño y manejador del equipo, “su” equipo. Quien ose sugerir pequeñas o grandes correcciones en el rumbo de la dirección tomada -sea miembro o no de su escuadra- será descalificado inmisericordemente y tildado de “fifí, camaján, neoliberal, corrupto” y demás adjetivos que se ocurran al momento.
ES CIERTO que cuenta con el respaldo y la admiración de una buena parte del público que está en el graderío general, pero no así con los ocupantes de los palcos, plateas y lugares preferentes. Su porra está con quienes ven el partido desde lejos y no aprecian de cerca las malas jugadas, las pésimas decisiones y la nula estrategia que se tienen desde la caseta del equipo local. Ese público que asiste al parque con más fervor por embriagarse que apreciar un juego perfecto, un lance espectacular o mínimamente una jugada certera. Les gusta aplaudir los errores y son incapaces de exigir un mejor desempeño del equipo.
SI TOM LASORDA llevó a los Dodgers a ganar la serie mundial ahora Andrés Elsordo pretende alcanzar la hazaña, pero en sentido inverso: llevar a México al sótano de su crecimiento y desarrollo porque es incapaz de escuchar, apreciar y comprender que su falta de estrategia y su improvisación en el ejercicio del poder llevan al País por el rumbo equivocado.
ANTE LA CARENCIA de un proyecto de gobierno claro, definido, preciso y congruente con las necesidades nacionales, el “dueño” de los Olmecas de Palacio Nacional se escuda y justifica con el argumento que los anteriores manejadores le dejaron en malas condiciones el terreno de juego. Se olvida que levantó la mano para dirigir al equipo nacional aun y cuando conocía perfectamente el deplorable estado en que se encontraba la cancha. Las justificaciones salen sobrando.
EL PUNTO es que con o sin “los otros datos”, lo que pretendió ser un primer informe de gobierno (¿?) derivó en un mensaje político (de esos que llevan más rollo que un carrete de cable para delinear los límites del parque beisbolero) para perfilarlo en lamentar nuevamente las pésimas condiciones heredadas e insistir en su discurso provocador que desune, descalifica y por ende divide más a la sociedad mexicana.
LOS RESULTADOS del ejercicio de los primeros nueve meses de (des)gobierno se reflejan en peligrosos y altísimos índices de inseguridad, nulo crecimiento económico, un sector salud deplorable, un sistema educativo que va en reversa, una delincuencia solapada e incontenible, una Guardia Nacional inoperante, un Ejército Nacional vilipendiado y humillado por su jefe máximo, un sector social menospreciado y relegado, un desmantelamiento de órganos autónomos y todavía más grave, el ataque al Poder Judicial para someterlo, un Poder Legislativo sumiso y arrodillado ante el látigo del “entrenador” y una oposición confundida, desmembrada y en pleno slump de bateo.
LOS LOGROS presumidos conforme al Primer Informe de Gobierno señalado en la Constitución -pero con base a “los otros datos” que resultó ser “el tercero”- pintaron un México feliz, feliz, feliz, y programas sociales con la misión principal de regalar dinero a manos llenas para ganar clientelismo electoral. Programas que por cierto han demostrado estar plagados de irregularidades, escaso control operativo, administrativo y financiero.
ANDRÉS ELSORDO no quiere comprender que no comprende que las necesidades de México y su desarrollo económico y social están ligadas a las normas, reglas, leyes, inercias, acuerdos, necesidades, costumbres, intereses y conveniencias del mercado mundial. Intentar desligarse de esas condiciones sería como si él quisiera jugar un partido de béisbol sin tomar en cuanta las reglas que este juego que por cierto fueron inventadas en el extranjero. Está jugando en el llano cuando cree estar compitiendo en las grandes ligas. Acaso cree, ahogado en su soberbia, que un equipo llanero tal vez podría ganarle al equipo más malo de las grandes ligas.
TANTO AMA a los pobres el manejador del equipo, que lleva mucha prisa por multiplicarlos. No está por demás recordar que el voto mayoritario que lo llevó al poder alcanza apenas la tercera parte del listado nominal. Ello significa que las dos terceras parte no votaron por él. Las encuestas de preferencia son altas, pero es un espejismo que rápidamente puede revelar la verdad, si continúan tomándose decisiones equivocadas. El poder no es para siempre y la gleba posee un humor muy sensible.
EN SUS PROPIAS PALABRAS:
Ya es un hecho la separación del poder económico del poder político. El gobierno actual representa a todos, a ricos y pobres, a creyentes y librepensadores, así como a todas las mexicanas y mexicanos al margen de ideologías, orientación sexual, cultura, idioma, lugar de origen, nivel educativo o posición socioeconómica. Andrés Manuel López Obrador, presidente de México.
FRASE DEL DÍA:
La política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos. Louis Dumur (1863-1933). Escritor suizo.
EL BISTURÍ. El ajuste de cuentas entre los sucesos y las declaraciones.
A pesar del bombo y platillo y la parafernalia oficial de que “vamos requetebién”, el pueblo bueno y sabio está muy próximo a sufrir con mayor severidad los embates de unas políticas públicas erráticas, que más temprano que tarde comenzarán a cobrar facturas altamente costosas para el desarrollo del País. Una de esas equivocadas políticas públicas anida en rencores y revanchas personales de quien se cree iluminado y con el falso derecho a derrumbarlo todo. El nihilismo existe, no cabe duda.
COLOFÓN.
Del mover a México, a “ponchar” a México.