- Vanitas vanitatum
- (o pa qué tanto brinco estando el suelo tan parejo)
Francisco Javier García Zapata
Aguascalientes, Ags, 20 de febrero de 2024.- (aguzados.com).- El repentino fallecimiento del primer secretario de Hacienda en el actual sexenio, el aguascalentense Carlos Manuel Urzúa, provocó gran conmoción en la “clase política” del país, tanto por las particularidades del deceso como por las actuales circunstancias del país en plena efervescencia electoral.
Toda muerte por sí misma es dramática, además de trágica para los cercanos al finado. Pero algunas, como es el referido, también llevan, o debieran llevar, a la reflexión a quienes habitan en círculos menos próximos que el familiar.
Parece una obligación que las personas deban morirse para que sean conocidos y le sean reconocidos sus méritos y virtudes, y en algunos casos se les inventen. Paradojas de la existencia y su final.
Pero en este caso creo que sí hay elementos objetivos para ponderar la preparación y conducta pública del extitular de Hacienda, además de extraer lecciones de lo inesperado de la defunción.
Comentaba yo con un amigo en días pasados que seguramente muchos políticos y gobernantes no aceptan a Tomas Moro por Santo Patrono porque no les conviene –habrá otros que no creen, no saben o no les interesa. Y es que aquel político, humanista multifacético, hombre de leyes, traductor… que se desempeñó como lord canciller del rey Enrique VIII, de quien que además supuestamente era amigo, es un paradigma de congruencia.
(Como ustedes seguramente saben, a consecuencia de su integridad el autor de “Utopía” terminó perdiendo literalmente la cabeza mientras Enrique VIII, quien a su vez ya la había “perdido” por Ana Bolena, puso la propia en el liderazgo de su Iglesia Anglicana para cumplir su deseo).
Bueno, pues quizá sin pretenderlo o creerlo, Carlos Urzúa se erigió como un ejemplo de congruencia cuando renunció a la cartera hacendaria, motivado por que “en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que esta pueda tener y libre de todo extremismo, sea este de derecha o izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las convicciones anteriores no encontraron eco”.
Agradeció a López Obrador la “oportunidad de servir a México”, pero a la manera de Aristóteles privilegió la verdad por sobre la amistad. Eso habla de honestidad intelectual, e incluso de amistad, pues a los amigos no hay que mentirles.
Sin duda Urzúa estará en paz, tras haber disfrutado de felicidad, la cual se alcanza, según Gandhi, “cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía”.
Apenas 24 horas antes, Urzúa Macías había participado en la “Marcha por la Democracia”, que culminó en el Zócalo de la Ciudad de México, y nada presagiaba su inmediato final.
Al igual que los actos postreros de su vida, el súbito deceso del académico y funcionario también debiera ser una lección y llamar la atención principalmente de los políticos, quienes harían bien en colocar la frase de Salomón, o los versos de Manrique, junto a las grandes frases patriotas y patrioteras, para que el humo de la vanidad no los ciegue, y tengan latente en la memoria que son finitos y falibles:
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando…