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LA DESHUMANIZACIÓN DE LA CONVIVENCIA NO ES RUTA

 

 

  • …nuestra felicidad está en aparadores, en Amazon, en televentas…

 

Ignacio Ruelas Olvera

 

Aguascalientes, Ags, 26 de diciembre de 2023.- (aguzados.com).- Lo ha sabido siempre la clase política, el proceso de deshumanización está vinculado a la enajenación y manipulación de las formas de comunicación de una manera muy distante de la cordialidad: el embrutecimiento colectivo.

La cultura se degrada en sus formalidades para mostrar una cara anémica de lo que se agrega a natura. La nota, noticia, discurso, se muestra ideologizado por lo que está partido, sin esfínter de imaginación ni de razón. Vivir el presente es la clave para no tener responsabilidades, no asumirlas, es decir, perder al “Otro”.

El jefe del ejecutivo federal “no contagia” es una cruel manera de demostrar la ausencia del “Otro”, “los sesenta mil casos que se presentarían” es tanatología de la realidad. La pandemia fue una lección clara y pedagógica de lo que se debe y no se debe hacer…, solo que fue idiotizado el discurso para que se borre del consciente colectivo.

De pronto un proceso de acción social no sistemática, una resistencia civil a los daños de salud se apoderó del carácter de la sociedad y, una vez más mostró en el mundo que con, sin y a pesar de los gobiernos, la humanidad sale adelante.

El embrutecimiento ha seguido su curso en los formatos más actualizados de las tecnologías y sus “nichos de comunicación”.

En lo público se insiste en considerar al colectivo irracional al que se puede inocular cualquier cantidad de tonterías, zafiedades, inutilidades…, “la prueba de ácido” es cómo esos colectivos pusieron sus libertades en manos de sus gobiernos en el mundo.

Pasó la “Noche buena” y no pudimos aún disfrutar del “sistema de salud mejor que Dinamarca.”

 “La verdadera guerra bacteriológica” ha sido dejar escapar los átomos de la inseguridad, de la violencia, del narcotráfico, la pérdida del sentido de la historia y de la vergüenza…, vacunar miedo, impulsar pedirle a Dios la seguridad de los pueblos es la oración más constante en estas fechas culturales de navidad.

Qué ha pasado con los logros cualitativos de la democracia, cómo han actuado las “benditas redes sociales” para transformar la vida social. ¿En dónde está la izquierda y su sentido crítico?, ¿se murió con Adolfo Sánchez Vázquez?

En el horizonte racional solo podemos apreciar una cantidad inconmensurable de necios amantes de la distorsión de la realidad a través de las redes sociales y, un incontable formato de granjas de robots cuyas huellas acústicas y de imagen, vapulean a todo aquel que disienta “del señor.”

La pedagogía nos orienta bien, el pensar abstracto propio del género humano, están logrando abatirlo. Las formas disruptivas de la comunicación del siglo XXI en lugar de impulsar el pensamiento en las personas lo inhiben, perdemos la imaginación para lograr transformar la humanidad y sus pueblos, la metáfora de Ortega y Gasset es adecuada “la deshumanización de” la convivencia, de la política, del pensamiento…

El “homo videns” de Sartory se transforma en un “homo” insensato, cretino. O sea, un “homo sapiens” que no logra pensar, ¿qué es eso?, una equivocación, un despropósito…, será que el pensamiento está en proceso de jubilación para que la clase política logre que las masas se comporten acríticas, incapaces de pensar, que renuncien a sus capacidades, que el carácter se pierda entre los escarpados vericuetos de las redes sociales…, la cosecha es una cantidad sin límites de necedades, una sociedad ficticia, insoportable de sí misma, ser antónimos de la utopía.

Tener datos u “otros datos” no es una forma sintética de conocimiento.

Los avances de la ciencia y la tecnología de la información se muestran como “máximum maximorum”, que sin pedagogía adecuada es un polígono de regresión y pandemia de demencia digital.

A las redes sociales les aburre la realidad, rehúyen a la literatura, son “teflón” de la cultura; solo les atrae basurear al “Otro”, ofenderlo, denigrarlo, subsumirlo, en un discurso de posverdad, será muy lamentable darnos cuenta tarde de las inseguridades, de la falta de carácter, de la incertidumbre en que se desarrollan las nuevas generaciones.

Las redes sociales no son pasatiempos ni crucigramas.

Será la revaloración de las redes sociales sin adjetivos la solución a un instrumento de la educación y la cultura en el mérito de una nueva pedagogía que nos enseñe a entender, explicar, cernir, decantar…, la información que de manera saturada nos invade en voces, imágenes, deformaciones del lenguaje…, la prueba de ello es los indicadores actuales de suicidios, vicios de variedad sorprendente.

Los gobiernos parece que no se dan cuenta de la producción, industrialización, distribución…, de drogas diversas y perversas.

Poseer se enfrenta a la razón de ser, acumular consumismos es un comportamiento de hoy; en ese sentido qué le queda al ser, dónde se puede atender y desarrollar, el valor ontológico se pierde, somos insulsos, triviales, frívolos, nuestra felicidad está en aparadores, en Amazon, en televentas…

 

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