Este excelente artículo, de autor anónimo y que circula en las redes sociales, resulta interesante y de gran valor para entender lo que está sucediendo con el actual régimen. Se publica a la consideración de los lectores de AGuzadoS.com
Ciertamente nadie puede objetar el combate a la corrupción y la persecución a los corruptos. El cuestionamiento radica en que ese discurso anticorrupción, en no pocas ocasiones, es un distractor de la propia corrupción o de la incompetencia o la estulticia o la frivolidad. O todo ello a la vez. Peor incluso cuando la persecución, cabe preguntar, ¿es selectiva o es disfraz de venganza? ¿Rencores, frustración o simplemente maldad? Cuestionamientos que en modo alguno son gratuitos. Usualmente lo que parece es.
Por otra parte, hay la idea generalizada de identificar como corrupción solamente aquello que tiene que ver con cuestiones pecuniarias, el desvío de recursos públicos o privados (lo que no es raro en lo absoluto en el medio empresarial) para beneficio personal y en perjuicio de la institución pública o de la empresa privada. O la utilización del cargo público para medrar en negocios privados o para fines distintos a la responsabilidad conferida, siempre en provecho propio o de los cuates. Todo lo cual, en efecto, es la forma de corrupción más socorrida y en lo absoluto puede tolerarse y debe combatirse radicalmente. Pero hay muchas otras formas de corrupción tan dañinas o más, ya que repercuten en la confianza, la convivencia social y las relaciones humanas. A la larga, implica afectación a las leyes, a la justicia y a los derechos humanos. Una cosa es ser pillo y otra muy distinta ser bribón gesticulador.
Corrupción (Diccionario Etimológico, Corominas, T. V), deriva de romper, destruir (rumpere). Según la Academia de la Lengua, aplica al vicio o abuso en cosas no materiales, por lo tanto, a una depravación moral o simbólica, o bien al abuso en el ejercicio del poder público.
Y de esas otras formas perversas de corrupción, destacan, entre otras, la intelectual y la política. Intelectual en la incongruencia o simulación o falsedad entre pensar, decir y actuar. Ocurre con frecuencia no únicamente en el medio político sino también en el religioso o empresarial. Incluso en la academia. En el aspecto político, por ejemplo, ¿es corrupción intelectual o política ostentarse liberal y juarista, pero empeñarse en una hueca retórica pseudo religiosa para eludir o pretender justificar acciones de gobierno o de Estado? Contradicción grave ya que el Estado Mexicano por prescripción constitucional y experiencia histórica es laico. Así. Sin matices. Punto.
¿Es corrupción intelectual o política suponer que los mexicanos a los cuales se debe servir son adversarios o enemigos sólo porque cuestionan o preguntan, en cambio se descalifica con cualquier peyorativo? Como en cualquier dictadura que se respete o a la cual se aspire, el hostigamiento a periodistas, medios informativos, analistas o comentaristas. Si algo debe caracterizar a una sociedad democrática es, precisamente, la libertad de pensamiento, de expresión y consecuentemente de los medios para manifestarse. Aun con excesos es preferible a toda forma de autoritarismo o despotismo.
¿Es perversión intelectual presuponer que son portadores de la verdad única y, por tanto, no admitir otras causas sociales y humanas que no sean las propias, y hasta desdeñarlas o, peor, denigrarlas? ¿Soberbia? ¿Es la soberbia corrupción intelectual o política?
¿Es lícito condenar sin escuchar y comprender causas y razones? ¿Es honesto endilgar conspiraciones y complots sin evidencias, solamente por amor a su palabra? Verbigracia, las marchas por la seguridad y la paz social o la lucha de las mujeres por la equidad y la protección a su vida (¿misoginia?), o por medicinas para sus hijos o los eliminados refugios ante la violencia machista. Asimismo, las demandas por atención médica y medicamentos, especialmente dramático en el tema de los niños con cáncer. Deficiencias patéticas en el rubro de salud tanto en el IMSS, en el ISSSTE, médicos y enfermeras hostigados por la carencia de recursos. Y los pacientes deben conformarse con un “no hay”, pese a ser derechohabientes, es decir, pacientes con derechos. Desde luego, anteriormente no estábamos como para presumir, pero hoy en día es estremecedor. Habrá que añadir el incipiente INSABI, por ahora sin pies ni cabeza. ¿Es honesto o muestra de corrupción informar de “ahorros” por más de 300 mil millones de pesos en 2019, y no aplicarlos en la urgencia nacional de salud? ¿Es honesto o muestra de corrupción no explicar en qué consisten y dónde guardan esos ahorros?, ¿en qué los usan o a qué los destinarán si no es para resolver problemas y demandas de la sociedad?
Corrupción política identificada, otrora, en los vergonzosos fraudes electorales (1988, 2006), pero hogaño la novedad es (aportación singular a escala global), sin en el menor rubor, operar un anticipado fraude electoral para 2021 y los años que sigan, además ostentándolo y pregonándolo, mediante la capitulación del INE tratando de forzarlo al servicio del partido del poder y, especialmente, a la voluntad de un aspirante a caudillo. ¿Es ello corrupción política? La institución arbitral ha funcionado, no sin contradicciones, con experiencias más que satisfactorias en nuestra democracia electoral, endeble y a veces contrahecha, pero que ha permitido la alternancia con estabilidad política, sin rupturas ni exabruptos.
Vinculado a ello, las intentonas antidemocráticas, ¿tratando de pulsar el ambiente nacional a ver si pega?, como la reelección o la ampliación del mandato. ¿La simulación de aparentar no saber y no definirse con claridad en temas cruciales para la democracia nacional, es corrupción política o intelectual? O el desvío de los recursos públicos, como todo el mundo advierte, para proyectos electoreros antes que sociales. Y esto es, sin más, corrupción en su sentido más llano.
Habiendo asumido un cargo público y comprometerse a cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan, ¿es corrupción política por medio subterfugios eludir ese esencial deber? Caben varias referencias. La principal: la seguridad nacional puesta al servicio de intereses extranjeros, como queda explícito en las fronteras sur y norte a cargo del trabajo sucio. Incluso el crítico del partido del gobierno, Porfirio Muñoz Ledo, afirmó que “la obediencia sin debate ha llevado a que la guardia nacional esté entregada a EU en términos de migración, y por esa distracción los problemas de inseguridad en nuestro país están en aumento".
La seguridad pública enfocada a justificar, ¿dejar hacer?, a delincuentes y no a las víctimas que no son sino el pueblo bueno. Todos los días hay reunión del “gabinete de seguridad” en Palacio. ¿Resultados? Al parecer necesitan que algún funcionario del norte de cuando en cuando venga a regañarlos e imponerles la agenda y las prioridades, que son los de la potencia, pero no de México. Recientemente el embajador Landau, según video que circula en “las benditas redes”, advirtió que ya basta de palabras y urgió a que haya resultados, si bien al modo anglosajón.
¿Es corrupción política el rompimiento del orden constitucional de separación de poderes, lo cual es esencial en la garantía de respeto a las libertades y los derechos del ciudadano? ¿Es corrupción política ese afán enfermizo de someter al Poder Judicial (incluso interfiriendo en resoluciones de jueces, magistrados y ministros), acosando a funcionarios judiciales? ¿Es corrupción política el debilitamiento y sujeción de los órganos autónomos, que incluso con deficiencias y limitaciones, son parte sustancial del equilibrio de poderes y coadyuvan a limitar los excesos de la autoridad y salvaguardan derechos ciudadanos? Como la CNDH o la Fiscalía de la República, por citar los más evidentes, ahora totalmente copadas. Del Congreso de la Unión, ni qué decir. Igualmente, ¿es posible imputar corrupción política el regreso al centralismo feroz del Porfiriato, en el sistemático esfuerzo para nulificar estados y municipios?
Y, para no extendernos demasiado, las frivolidades típicas de cualquier república bananera: la no rifa del no avión; convocar al poder económico para ¡jugar a la lotería!, y comer tamales… ¡con atole! La carta al gobierno de España, exigiendo “disculpas”; “México existe desde hace 10 millones de años”; las referencias escatológicas al fuchi guácala; el dicho de “otros datos” para no responder del fracaso en las responsabilidades; o “llorar si el pueblo ya no lo quiere” …
Ciertamente, como alguien dijo por ahí, honrados tal vez (supuestamente no han robado), pero honestos no. ¿Honestidad valiente? ¿Corruptus in extremis?
(*) Lema del mal afamado Alcalde Diamante, que maliciosamente indica el contraste entre el nombre (Diamante, esto es, límpido y transparente) y la verdadera personalidad del hombre. Se trata, desde luego, de una caricatura de TV que no es posible equiparar con una república tropical, una distopía. Cualquier semejanza con la realidad es coincidencia.