Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags, 25 de marzo 2015.- (aguzados.com).- El 3 de abril de 1921 nace en Tuxpan don Jesús Reyes Heroles. El 19 de marzo de 1985 muere en un hospital de Denver, victima de cáncer, siendo secretario de Educación Pública del gobierno de Miguel de la Madrid, cargo que ocupaba desde el 1 de diciembre de 1982. Antes fue presidente del PRI, secretario de Gobernación, director general de PEMEX y del IMSS, y diputado federal.
Buena parte de mi formación política e inclinación por la investigación se la debo a don Jesús, porque en mis mocedades, a los 21 años, en 1975, los caminos de las inquietudes me llevaron a trabajar al Partido Revolucionario Institucional como secretario particular de Jorge Pinto Mazal, quien era el coordinador de asesores de Reyes Heroles, presidente del Comité Ejecutivo Nacional.
A Pinto Mazal le debo el que todavía hoy esté aporreando el teclado, porque me inculcó el valor de la disciplina para bordar el fino lienzo de la constancia que se requiere en estos menesteres y tuvo el tiempo, la paciencia la disponibilidad de enseñarme y corregir mis primeros textos publicados en 1975. Fue un maestro de la más alta estirpe para mí.
En secreto de confesión admito que las circunstancias me obligaron, desafortunadamente, a ser algo así como la antítesis de los Ninis, pues en las mañanas iba a trabajar al primer piso del viejo —y único, entonces— edificio de Insurgentes norte 59 y Héroes Ferrocarrileros, allá por los rumbos de la defeña estación de ferrocarril de Buenavista, y en las tardes acudía a la Facultad de derecho de la UNAM, donde cursaba mis estudios profesionales.
En aquellos juveniles momentos, Pinto Mazal me inculcó lo que años después serían dos de mis pasiones: la confección de archivos y la investigación hemerográfica. Tres veces a la semana acudía a la Hemeroteca Nacional de la UNAM, ubicada entonces en las céntricas calles de San Ildefonso, para localizar documentos que posteriormente utilizaba don Jesús.
La verdad, fue una etapa muy enriquecedora en mi vida, porque me tocó participar en el trascendente bagaje editorial que distinguió a la presidencia de don Jesús en el PRI, como los Materiales de Cultura y Divulgación Política (divididos en tres colecciones: “Política Mexicana”, Política Latinoamericana” y “Política Clásica”); Discursos Políticos, el volumen compilatorio de los mensajes pronunciados por don Jesús, de 1972 a 1975; y la transformación de Línea, el órgano teórico del partido, donde me publicaron diversas colaboraciones. También participé en la revista La República, órgano de difusión del partido, que me hospedó con varios textos, algunos merecieron portada en 1977.
El 1 de diciembre de 1976 el presidente López Portillo nombra a don Jesús secretario de Gobernación y éste a Pinto Mazal como su secretario particular. Tres meses después, Pinto me invita a reintegrarme al equipo, pero decliné el ofrecimiento porque ya estaba laborando, en calidad de secretario auxiliar, con el ingeniero Luis Robles Linares, subsecretario encargado del despacho de la Secretaría de Recursos Hidráulicos.
A treinta años del fallecimiento de don Jesús, Otto Granados publica en Milenio Diario (19/03/2015) el espléndido texto Reyes Heroles, una memoria, donde comparte algunas de sus vivencia al lado del tuxpeño, para mostrar esa parte inédita del político con ideas, como solía autocalificarse. Vale recordar que el aguascalentense era secretario particular titular de la SEP, al momento de fallecer el gran político-intelectual.
De la colaboración del ahora embajador de México en Chile retomo dos párrafos para mostrar la abismal diferencia que existe entre el honesto e implacable proceder del don Jesús y los funcionarios de ahora, muy dados a gastarse el dinero público en caras comidas y a mostrar su ineficacia al momento de administrar el gobierno:
“Rutinariamente me tocaba prepararle los acuerdos con el presidente Miguel de la Madrid, atender gente que él no quería recibir, responder llamadas en su ausencia, preparar notas de lectura sobre libros que le interesaban, administrar la oficina del secretario, cobrar el cheque de su sueldo (de donde él se pagaba delicias que quería comer y encargaba al mercado de San Juan) y ocasionalmente le ayudaba escribiendo el borrador de algunos de sus discursos menores o partes de ellos o, como dije antes, verificando citas que incluía en los discursos mayores”.
“A mediados de 1983, por ejemplo, don Jesús recibió al entonces rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, que se acercó a pedir que el gobierno federal entregara el subsidio que, a consecuencia del caos que arrastraba la institución, había decidido suspender. El rector inició contando lo que estaban haciendo en la UAG y don Jesús, que era de muy pocas pulgas, lo atajó para decirle que los planes de la SEP para la UAG eran sanearla como a los perros: ‘Meterlos en una pileta de agua helada hasta espantarles las pulgas’. Reyes Heroles le ofreció entregar el subsidio ‘cuando exista universidad’, y el rector, amenazante, espetó: ‘Entonces habrá graves conflictos’. ‘Pues qué bueno —contestó don Jesús—, para eso estamos los políticos, para resolverlos’. Por supuesto, el gobierno no cedió, no entregó el subsidio y no hubo conflictos. Eran otros tiempos”.
Ojalá las y los políticos de microondas, chapulines de cargos públicos, tránsfugas de partidos, monumentos del nepotismo y plantas silvestres de la cosa pública, se dieran una vuelta por la vida y obra de don Jesús Reyes Heroles, les sería de gran provecho, y a México también.
Porque alguien tiene que escribirlo: Tres frases celebres de don Jesús Reyes Heroles: "En el ejercicio de la política hay que aprender a lavarse las manos con agua sucia"; "En política, lo que por el elevador sube, por el elevador baja", y “Solo hay dos clases de funcionarios: los que explican y los que resuelven”.
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