Jesús Enrique Ramírez Ramírez
Aguascalientes, Ags, 6 de abril 2015.- (aguzados.com).- Homologar la zona salarial por sí misma no sirve de nada, tendrán necesariamente que darse una serie de pasos que tiendan a fortalecer la capacidad de compra del salario, si no se hace así en el corto plazo, será pura demagogia, esto al referirme al acuerdo donde a partir del mes de abril la Zona B pasará de 66.45 pesos a 68.28 pesos, representando un incremento de 1.82 pesos y en octubre se llegará a los 70.10 pesos que equivale a un incremento total de 3 pesos con 65 centavos, convirtiéndose así en una sola zona económica para todo el país.
¿Que ha probado este paso que dio la Secretaría de Trabajo y Previsión Social? Pues que ha sido un cuento el que nos han vendido los tecnócratas en las últimas dos décadas, de que los aumentos salariales no deben ser por decreto dado que provocan inflación. Y este aumento de pasar de la zona B a la A, significa un incremento de 5.49 por ciento y no será inflacionario.
Nos han dorado la píldora los tecnócratas en el sentido de que el aumento en el poder de compra del salario, deberá estar en función de una mayor productividad, lo cual es una mentira, por lo tanto es tiempo de establecer una estrategia compartida entre empresarios, gobierno y trabajadores en donde se establezcan aumentos por decreto al salario en el corto, mediano y largo plazo.
Este paso de la homologación del salario deberá concatenarse a la aprobación de la Ley que ya está en la Cámara de Diputados, la de desvincular el salario mínimo de diversas multas y además deberá reestructurarse la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (CONASAMI), en un ente totalmente autónomo, que se reconvierta en una institución para hacer estudios adecuados y pertinentes que reflejen la realidad económica nacional en los salarios, que mida bien la pérdida del poder adquisitivo, genere investigaciones de cómo el trabajador pueda insertarse en actividades productivas en base a nuevas calificaciones y capacitaciones, y realice estudios sobre productividad y competitividad laboral.
Ya con estas reformas, entonces podemos probar modelos que no son nuevos, de hecho ya se ha probado su eficacia en Brasil, por ejemplo, en donde desde los tiempos del presidente Lula Da Silva se planificó la recuperación del poder adquisitivo del salario, con base a esquemas que incluían, entre otros factores, el incremento a los salarios por decreto y en forma gradual, de tal forma que, hoy los brasileños tienen mejores percepciones que hace una década.
La fórmula que Brasil hizo es la siguiente: si la inflación por ejemplo es del 4 por ciento y el crecimiento del PIB fuera del 7, se aumenta al salario un 11 por ciento, y si no hay crecimiento en el PIB en algún año sólo se aumenta lo de la inflación. Y en Argentina a base de políticas públicas se han incrementado las percepciones.
Otro ejemplo muy real y muy tangible de que los aumentos salariales programados y con tasas muy superiores a la inflación lo tiene China. Este gigante económico todavía hace unos años mantenía en amplias regiones salarios de hambre y condiciones de explotación. Esa disparidad de bajos salarios frente a los otorgados por la comunidad internacional, obstaculizó por mucho tiempo su ingreso a organizaciones como la Internacional del Trabajo (OIT) y a mercados regulados por acuerdos multilaterales.
Hoy China, a una década de distancia, paga mejores salarios que los que se pagan en México y lamentablemente nuestro país sigue basando el crecimiento de su economía a expensas de pagos miserables y mantener esquemas laborales comparados incluso con la época feudal.
El deterioro del poder adquisitivo en México empezó hace ya 37 años, precisamente en 1977 es cuando inicia la caída del salario hasta la fecha, donde se han impuesto topes salariales y además, desde hace 15 años (1999) el salario mínimo se ha mantenido indexado a la inflación y se ha estacionado, habiendo una pérdida del poder adquisitivo del 77 por ciento dicen algunos estudios, otros hablan de un 82.79 por ciento, pero las diferencias son marginales.
El salario mínimo es el piso legal, es el eje sobre el cual se mueven los demás salarios y todos lo han ido acompañando en su caída. Antes de 1977 el salario mínimo era el eje rector de la economía, y hoy representa una vergüenza internacional, una violencia económica para los trabajadores.
México ocupa uno de los últimos lugares en el mundo, cuya mano de obra está muy mal remunerada, a pesar de contar con factores como buena calificación, cultura laboral, una paz sindical que muchos países envidiarían, pero esto, los dueños de los capitales no lo reconocen en términos de una mejor remuneración por los beneficios que reciben en la manufactura de sus productos.
Existe un debate global sobre el mejoramiento del salario cuyo contenido ha sido coincidente en muchas regiones del mundo y es que, el salario no puede seguir en las condiciones en las que se encuentra. No podemos estar en esa lógica de que la gente sólo tenga para sobrevivir, por lo cual ésta situación nos tiene estancados, rompiendo el círculo del capital porque no contribuye al desarrollo del mercado interno.
No podemos seguir esperando a que la economía le reparta a cada quien lo que le corresponde. Con una mano invisible que vemos cada vez más visible. No podemos seguir esperando a que se mejore por generación espontánea la calidad de vida.
Siempre hemos escuchado que sí se genera riqueza, pero que el problema está en la distribución. Por ello tenemos más de la mitad del país en pobreza extrema y pobreza alimentaria. Y la mayor parte de la renta nacional se encuentra en muy pocas manos.
Lo que requerimos pues, es desarrollo con distribución. Pero ya no posponer la generación de riqueza para después distribuirla en otro momento. ¿Por qué no repensar el desarrollo de otra manera? No tenemos que continuar con una sobreexplotación del trabajo que produce salarios miserables, salarios chatarra.
Esta disminución salarial medida por el CONEVAL, este organismo oficial refiere que los trabajadores mexicanos y sus familias, han perdido escandalosamente parte de sus ingresos, lo que ha contribuido a la precariedad de su nivel de vida y al aumento de la pobreza.
Tras la crisis económica de los años 2008-2009, el poder adquisitivo del ingreso laboral, tuvo una importante caída de la cual no ha podido recuperarse. Esta caída es más severa si el poder adquisitivo tiene como referente los precios de los alimentos. Lo anterior debido a que en años recientes, el precio de los alimentos ha subido más que la inflación.
La capacidad de compra con los ingresos del trabajo de los mexicanos ha venido cayendo, comparándolo con la inflación y los precios de los alimentos. De 2005 a 2014, el poder adquisitivo cayó casi 11 por ciento, comparado con la inflación, pero comparándolo con el precio de los alimento.
¿Cómo diablos pasó esto, qué pecado cometimos? Esto es el resultado de una tragedia económica, dónde hay salidas de emergencia como la informalidad y enrolarse en el narco.
El crecimiento de México ha sido gracias a que por décadas se ha castigado el ingreso de las familias trabajadoras y es justo que ahora se hagan los cambios adecuados, para que se les dote de un mayor poder de compra, para detonar la economía y perder el miedo de que tras el aumento de los salarios se detone la inflación.
Finalmente, en México se nos insiste en que los trabajadores debemos ser más productivos. Hoy, de acuerdo al INEGI, la producción manufacturera ha superado los pronósticos, de tal forma que, del 2009 al 2014, ésta ha crecido en formas reales y a un ritmo sostenido del 10 por ciento, sin embargo esta enorme productividad, no se ha reflejado en las percepciones, en los bolsillos de los trabajadores, por lo que eso es una gran mentira de que debemos ser más productivos para ganar más, ya es tiempo de cambiar de esquemas.
Una estrategia bien planificada de aumentos salariales en corto, mediano y largo plazo, abatirá necesariamente esta pérdida del poder de compra del salario del país, el salario se ha deteriorado en los últimos 37 años cerca de un 80 por ciento, entonces hay que tomarnos unos 20 años para revertir esta situación, programando en forma anual, rangos de aumento salarial muy por encima de la inflación vinculado con el PIB, que de por resultado la recuperación real y tangible del poder de compra.
Ya vamos a tener una sola zona económica, luego se desvinculará el salario mínimo de multas y pagos y ojalá se reestructure la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, y entonces la recuperación del poder adquisitivo del salario no sólo debe ser en función de la productividad, sino además de alzas programadas y graduales.
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