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  • Sería una alternativa para satisfacer la demanda alimenticia

Amelia Gutiérrez

Colima, Col, 26 de marzo 2016.- (aguzados.com).- Como una alternativa para solventar la insuficiencia alimentaria y nutricional en las comunidades y colonias vulnerables, el Instituto Tecnológico de Colima (Itcol) desarrolla el proyecto de huertos urbanos inteligentes.

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La coordinadora del área de Ecotecnias del Itcol, Catalina Rodríguez López, señaló que los huertos urbanos escolares que se pretenden implementar en las comunidades se han trabajado desde hace dos años y medio en el instituto con diferentes cultivos como jitomate, chile, nopal y particularmente hortalizas, y el proyecto de huerto urbano inteligente inició desde hace un año.

Comentó que la intención es que estos huertos cuenten con riego automatizado, por lo que se implementarán sensores y actuadores para que detecten cuando les hace falta humedad a las plantas, además de que mediante una plataforma web se podrá monitorear, de forma remota, el crecimiento correcto del huerto.

Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿En qué fase se encuentran del proyecto?

itcol26mar16aCatalina Rodríguez López (CRL): Ya trabajamos la fase prototipo con muy buenos resultados. En la actualidad, lo que estamos haciendo es implementar este prototipo de huerto, pero en vez de usar madera, que dura dos o tres años, estamos trabajando con madera hecha a base de PET triturado y molido, el cual es adquirido en Morelia, Michoacán. A este tipo de madera no le pasa nada a la intemperie y nos asegura mayor resistencia y durabilidad.

Este prototipo incluye tubulares para que en estos se instalen los sensores de manera oculta y las conexiones para el mando de control, que es la computadora en la que se va a monitorear el trabajo de los sensores y actuadores y vía Internet se mandará la señal a la plataforma web para su monitoreo.

Estamos por construir seis camas de cultivos en total con madera de plástico reciclado, que van a estar interconectadas. De esta manera iniciaríamos las pruebas de todo el proyecto completo a través de la plataforma.

Propuesta viable para Colima

AIC: ¿Considera que es una propuesta viable para Colima?

CRL: Los huertos urbanos inteligentes los consideramos viables para Colima por los programas México Conectado y Colima Online, en donde se brinda en los jardines y áreas públicas Internet inalámbrico gratuito.

Por ello, en el Tec de Colima visualizamos que este tipo de propuestas se implemente en los jardines, en los espacios comunitarios, para que se aproveche la señal de Internet gratuito en las colonias que transitan hacia la sustentabilidad.

Ya no sería una preocupación para las personas de la comunidad estar revisando en todo momento el huerto, ya que podrían desarrollar sus actividades mientras que una persona designada, con vocación ambiental, se encargaría de darle seguimiento al huerto.

Además se empezaría a trabajar con la asesoría nutrimental, concienciar a las personas sobre la pirámide nutricional, para lo cual se contaría con la intervención de nutriólogos para que les expliquen cómo aprovechar sus alimentos para que tengan autosuficiencia alimentaria y de esta manera se podría abatir la desnutrición, sobre todo en los niños que habitan en las colonias vulnerables.

Programa de intervención ambiental comunitaria

AIC: ¿En el proyecto de huertos urbanos inteligentes se tiene contemplada una capacitación digital?

CRL: Sí, esta capacitación forma parte de un proyecto integral que tenemos en el tecnológico que se llama Programa de intervención ambiental escuela-comunidad o Programa de intervención ambiental comunitaria, en el cual acudimos a las colonias, previo un consentimiento de los habitantes de ese lugar, para ofrecerles charlas ambientales, talleres y capacitaciones. Ya luego se decide con la comunidad el proyecto que les brinde más beneficios.

itcol26mar16bSi optan por los huertos urbanos inteligentes, se les capacitará sobre la agricultura biodinámica y los periodos para sembrar los cultivos, pero primero se implementará el huerto urbano comunitario; y si en esa colonia se cuenta con las condiciones tecnológicas de los programas México Conectado o Colima Online, entonces ya impartiríamos la capacitación correspondiente para disminuir la brecha digital y migrar a huerto urbano inteligente.

No será necesario tener una laptop o una microcomputadora porque la aplicación también puede ser móvil.

AIC: ¿Cómo definen la comunidad o colonia que participará en este tipo de proyectos?

CRL: Primero tenemos que hacer que una comunidad trabaje en pro del medio ambiente, que se genere esa cultura ambiental, y después viene el siguiente paso de integrarlos y capacitarlos en el proyecto que hayan elegido. Aquí se trata de la voluntad de los ciudadanos de transformar su realidad.

AIC: ¿Está en proceso el desarrollo de la plataforma web y la aplicación móvil?

CRL: Sí, están en proceso. En la actualidad lo que tenemos probado es el huerto urbano automatizado y el prototipo de captar datos. Lo que sigue es instalar las camas de cultivo, interconectarlas y poner el mando de control para empezar a hacer el huerto automatizado completo y generar datos de todas las camas interconectadas con un tipo de cultivo específico.

Consideramos que al final del semestre ya estaríamos en posibilidades de dar a conocer el proyecto de huerto urbano inteligente como una propuesta para llevarlo a las comunidades que tengan Internet inalámbrico gratuito.

En el mes de junio planeamos realizar la Segunda Feria Ambiental Estatal Ciudadana en las instalaciones del Itcol, en donde presentaremos el proyecto completo. Mientras que el próximo semestre se podría implementar en la colonia Lomas Altas, en el municipio de Villa de Álvarez.

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  • Ayudará a disminuir el impacto ambiental

Joel Cosío

La Paz, B.C.S., 25 de marzo 2016.- (aguzados.com).- El Departamento de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), en conjunto con la Fundación Produce Baja California Sur, A. C., desarrolló un paquete de transferencia tecnológica para la producción y mejora de la calidad de mango orgánico como parte de los esfuerzos para la reactivación de regiones agrícolas al sur de la entidad.

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El proyecto se generó a solicitud de los productores del Valle de Santiago, en el municipio de Los Cabos, para producir cultivos orgánicos de mangos Haden y Kent de calidad de exportación y, además, disminuir el impacto ambiental de la agricultura convencional, por lo que las técnicas implementadas cumplen con los requerimientos de la National Organic Program (NOP) necesarios para acceder al mercado de Estados Unidos, uno de los principales países importadores de esta fruta.

Los experimentos de implementación de los requisitos del NOP dieron como resultado el Manual para la producción de mango orgánico en Baja California Sur y el Manual para mejorar la calidad del mango en Baja California Sur.

El responsable del proyecto en la UABCS, el doctor Alfredo Beltrán Morales, nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), explicó que el desarrollo de los manuales tecnológicos requirió la experimentación de las técnicas en cultivo orgánico en una fracción de una parcela compuesta por 50 árboles que durante cuatro temporadas fueron habilitados para la adaptación de las técnicas requeridas.

"En estos árboles implementamos técnicas de preparación de suelo, de plantas, de siembra o trasplante y combate de plagas, además de sistemas de riego por microaspersión para ahorrar agua, previniendo su escasez a futuro, al ser este un estado con poca disponibilidad del recurso, y al final la producción, calidad y precio de los mangos fueron superiores", mencionó Beltrán Morales.

Calidad de exportación

mango25mar16aLa producción de los cultivos orgánicos fue superior en hasta 10 por ciento que los cultivos convencionales dentro de la misma parcela; además, las prácticas agrícolas sustentables para incrementar la fertilidad y disminuir la erosión del suelo, incrementar la biodiversidad y el manejo integrado de plagas y enfermedades generó mangos orgánicos libres de contaminantes y sanos, de una mayor calidad nutricional.

"En la agricultura convencional, para fertilizar una planta se utiliza nitrógeno, fósforo y potasio; para cultivar productos orgánicos se requieren las compostas, abonos verdes, residuos de cosechas que tienen mucho más nutrientes y, por lógica, la calidad nutricional de un producto orgánico es muy superior", comentó el investigador.

Actualmente, el equipo de investigadores está gestionando ante la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), los requisitos para el desarrollo de una investigación que corrobore evaluaciones preliminares que indiquen una superioridad nutricional del mango de Baja California Sur en comparación con frutos de otros estados del país, a causa de la radiación solar que concentra en mayor medida las propiedades de estos frutos.

"Estamos buscando la denominación de origen del mango sudcaliforniano, porque estamos prácticamente seguros que la concentración de antioxidantes, vitaminas y nutrientes en los mangos sudcalifornianos es superior a los mangos de otras partes del país, debido a la radiación solar que hace que los componentes nutricionales se concentren", afirmó.

La certificación de cultivos orgánicos requiere la implementación de técnicas aprobadas por organismos de cada país por un periodo no menor a tres años, después de este periodo los frutos son analizados para corroborar sus propiedades superiores.

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  • El ingenio mexicano en todo su esplendor

Dioreleytte Valis

Juchitán, Oax, 18 de marzo 2016.- (aguzados.com).- Estudiantes de ingeniería en sistemas computacionales del Instituto de Estudios Superiores del Istmo de Tehuantepec (IESIT) diseñaron y fabricaron un robot sembrador de maíz que se controla vía Bluetooth desde un teléfono inteligente.

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El prototipo se desarrolló casi en su totalidad a partir de piezas recicladas y genera un producto de bajo costo, cumpliendo así con uno de los objetivos del proyecto.

Dalí López López y Angello Ignacio Hernández, estudiantes del octavo semestre de ingeniería en sistemas computacionales, iniciaron la construcción del robot Biidxi Cubi (Semilla Nueva) tres meses antes del concurso. Utilizaron piezas como el gabinete de una PC en desuso, motores de carros eléctricos, la puerta dañada de un mueble, plásticos desechados, componentes electrónicos y un dispositivo Bluetooth.

sembradora18mar16a“Es un prototipo de bajo costo capaz de realizar una de las tareas más pesadas que tienen los agricultores hoy en día en el proceso de siembra. Su función principal es la creación de surcos en las parcelas, trabajo que normalmente hace un animal de carga, y de inmediato arroja semillas de maíz a estos para completar el proceso”, explicó detalladamente Dalí López.

El robot es controlado a través de un dispositivo Bluetooth, cuyas órdenes de trabajo se envían desde una aplicación móvil instalada en cualquier dispositivo portátil con sistema operativo Android. La función básica de la aplicación es controlar los movimientos que realiza el motor.

“Al trabajar en el diseño del robot, conocimos el proceso de siembra y motivos que propician el abandono del campo en esta localidad, además aprendimos a trabajar con motores de mayor potencia. Como estudiantes de ingeniería tenemos la responsabilidad de innovar y crear, para ello aprenderemos nuevas tecnologías que nos permitan agregar más funciones”, agregó Angello Ignacio.

Los estudiantes creadores del robot participarán en el evento tecnológico realizado por la Sociedad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (Solacyt) a nivel nacional en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, del 17 al 20 de abril. Para la presentación en esta categoría, los jóvenes realizarán mejoras en el prototipo del robot sembrador, pues pretenden su desarrollo de forma industrial lo que facilitará la producción en el campo. Finalmente, manifestaron que se encuentran preparándose para la exposición del proyecto y esperan obtener un lugar que les asegure su pase a la categoría internacional.

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  • Un palafito es una vivienda que se construye elevada sobre pilares o estacas

Violeta Amapola Nava

Mérida, Yuc, 21 de marzo 2016.- (aguzados.com).- Generalmente "palafito" no es una palabra muy usual en el día a día del yucateco promedio. Por esto mismo, al doctor Federico Dickinson Bannack le sorprendió escuchar que una habitante del puerto de San Crisanto en Yucatán dijera estar fastidiada de que se le inundara la casa y que se iba a construir un palafito. Fue a partir de esta declaración que un proyecto con el objeto de construir viviendas resistentes a los huracanes y las condiciones climáticas de la costa comenzó a gestarse.

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Un palafito es una vivienda que se construye elevada sobre pilares o estacas y que usualmente se encuentra sobre cuerpos de agua o a las orillas del mar. Estas construcciones son un producto de la ingeniería que ha permitido al ser humano habitar dentro del mar o de cuerpos de agua dulce. Por lo que, para resolver los problemas de inundaciones de los pobladores de las costas de Yucatán, al equipo multidisciplinario de científicos, coordinado por el doctor Dickinson, le pareció un reto interesante el diseño y la construcción de palafitos que alcanzarán una vida útil de 100 años.

Historia del proyecto Palafito

El proyecto Palafito en realidad surgió de otro proyecto de investigación, en donde la interacción con la gente ayudó a identificar problemas reales para la comunidad, comenta el doctor Dickinson, miembro del Departamento de Ecología Humana en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, unidad Mérida (Cinvestav-Unidad Mérida).

En 1990 se comenzó una investigación concebida a diez años que buscaba detectar y resolver, en conjunto con la población de un municipio del estado de Yucatán, problemas que les aquejaran, tanto aquellos percibidos por los propios habitantes como los identificados por los investigadores. El objetivo final del proyecto consistía en lograr una mejora en las condiciones de vida locales, a mediano y largo plazos.

huracan21mar16aParticipación de usuarios en la elaboración de elementos constructivos. Imagen: Archivos del Laboratorio de Somatología, Cinvestav-Mérida.

La investigación tuvo varias etapas, primero una fase de evaluación del estado socioeconómico y de salud de la población. Segundo, la identificación de los problemas por parte del grupo de científicos. Después de esto, le siguió un paso muy importante: evaluar si los habitantes reconocían o percibían los mismos problemas que el grupo de científicos.

Para lograr conocer las percepciones de la comunidad y que esta conociera la de los científicos, se entró a una etapa de investigación participativa trabajando con la comunidad costera de San Crisanto, Yucatán. La investigación participativa contempla que los investigadores se reúnan con la comunidad a exponer, escuchar y analizar los problemas identificados. La comunidad y los científicos se reúnen a trabajar en conjunto en las posibles soluciones a las situaciones problemáticas.

Para 1995, mientras la investigación seguía su curso, los huracanes Ópalo y Roxana azotaron las costas de Yucatán dejando inundado el puerto de San Crisanto. “Este es un problema que afecta a las poblaciones costeras de Yucatán, sobre todo a los habitantes locales, porque ellos rellenan la ciénaga que está al sur de los puertos y sobre esa zona de relleno construyen sus casas. Entonces cuando hay huracanes esas zonas se inundan y las familias pierden enseres domésticos, ropa, tienen que evacuar y, desde luego, sus casas se estropean; es un problema grande”, comenta el investigador.

Después de la inundación ocasionada por estos dos huracanes, el grupo de científicos y la comunidad se reunieron para continuar el trabajo de investigación. Fue entonces cuando una de las habitantes de San Crisanto expresó su hartazgo por los efectos de las inundaciones y comentó haber visto en la televisión viviendas que se sostenían sobre pilares y gente que vivía en zonas permanentemente inundadas.

Al escuchar esta intervención, el grupo de investigación participativa evaluó la idea y concluyó que la construcción de palafitos era una solución viable, por lo que el doctor Dickinson se dio a la tarea de conseguir recursos para este proyecto.

Diseño en conjunto: científicos y comunidad

El proyecto fue planeado para ser desarrollado por un equipo multidisciplinario y mediante un diseño participativo. “Como el proyecto se fundó en la investigación participativa, nosotros no diseñamos con los colegas de arquitectura e ingeniería el palafito que se iba a construir, sino que empezamos a trabajar con los posibles usuarios”.

huracan21mar16bUno de los primeros palafitos (2001). Imagen: Archivos del Laboratorio de Somatología, Cinvestav-Mérida.

Esto quiere decir que las personas de la comunidad debían capacitarse y aprender una serie de conceptos de fisicoquímica, ingeniería, arquitectura y ecología, con el objetivo de que participaran activamente en lo que se iba a hacer.

Como resultado del trabajo en conjunto se diseñaron y construyeron dos palafitos, cada uno con materiales diferentes para ser puestos a prueba. Ambas viviendas se entregaron a fines de 2001.

"Parece un proceso muy lento para construir dos casitas, pero esto implica trabajar con los usuarios en la comunidad, respetando sus tiempos y los ritmos de vida. Esto a veces es difícil que lo entiendan las agencias financieras, pero en este caso sí lo logramos", relata Federico Dickinson, quien trabajó por conseguir fondos para el proyecto por parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), del gobierno estatal y de diferentes empresas.

El huracán Isidoro pone a prueba los palafitos

Justo después de la entrega y habitación de los palafitos, en 2002, entra a la Península de Yucatán, precisamente en San Crisanto, el huracán Isidoro. Como narra Dickinson, esta no fue la prueba de fuego, “fue la prueba de agua y el resultado fue espectacular… Ninguno de los palafitos sufrió daño, a excepción de una tapa de tinaco que se voló en uno de ellos y un chorrito de agua que se coló por una de las ventanas del otro”, comenta con humor el investigador.

Por el contrario, cientos de viviendas en San Crisanto y en otras comunidades costeras sufrieron daños que iban desde ligeros hasta la pérdida total de la vivienda. A partir de este suceso la gente en la comunidad se dio cuenta de que los palafitos eran una opción de vivienda.

huracan21mar16cPalafito después del huracán Isidoro, septiembre de 2002. Abajo, los restos de la anterior vivienda de los usuarios del palafito. Imagen: María Teresa Castillo Burguete.

Después del paso del huracán Isidoro, los miembros del equipo interdisciplinario especialistas en física realizaron pruebas y evaluaron el palafito buscando daños estructurales. Al final del estudio llegaron a la conclusión de que las construcciones no habían sufrido daño alguno y eran perfectamente habitables.

Dickinson, como científico social, relata una anécdota que no solo da a entender la importancia de la fortaleza estructural y la resistencia de estas construcciones, sino de la seguridad y la tranquilidad que brindan a las personas que las habitan.

El investigador narra que varios años después, platicando con una de las mujeres que habitaban en los palafitos, se entera que lo que hacía cuando las autoridades del pueblo los evacuaban era ponerse a planchar la ropa de su familia, al preguntarle el porqué, le respondió que lo hacía porque cuando regresaran no tendrían electricidad y no podría planchar.

“Esta era la inquietud de la mujer, siendo que el puerto entero estaba preocupado por resguardar sus pertenencias y por la posibilidad de perder su vivienda. Más allá de que el palafito va a resistir huracanes, de que no se corroe y de que la familia no gasta en reponer la televisión y el refrigerador que a otras familias se les estropean, está la tranquilidad de la mujer”, afirma el investigador.

Costos

Como coordinador del trabajo, Dickinson evalúa el proyecto de diseño y construcción de palafitos en San Crisanto, Yucatán, como un éxito. Aunque reconoce la existencia de un gran problema, el costo final de la vivienda. Cuando los palafitos fueron construidos tuvieron un costo aproximado de 250 mil pesos mexicanos, en el 2001. Lo cual, declara el investigador, no es accesible para los habitantes de la costa, que son quienes verdaderamente lo necesitan.

En una etapa posterior del proyecto se buscó la reducción de costos de construcción, pero el costo de la vivienda sigue siendo relativamente alto para los habitantes del puerto.

Dickinson coordinó las distintas fases del proyecto desde 1995, cuando se decidió diseñar y construir los palafitos, hasta el 2011, con seguimiento del estado de las viviendas y la aceptación que tuvo por sus habitantes y la comunidad. Pero comenta que la investigación no ha terminado, y sigue en contacto con sus colegas del Departamento de Física Aplicada del Cinvestav-Mérida, que continúan monitoreando la respuesta de las estructuras a la corrosión y planean dar solución a los problemas de costos.

Diseñando una vivienda que resista huracanes y dure 100 años

Uno de los retos del proyecto fue lograr que la construcción del palafito no comprometiera el medio ambiente ni el hábitat de la fauna del lugar. Se pretendía que los materiales y los métodos de construcción contribuyeran lo menos posible a generar un impacto en la huella de carbono.

“En ese momento, la mejor posibilidad que teníamos de lograrlo era hacer un palafito de concreto. De madera que es como se hace generalmente en otros lados del mundo… bueno, no hay madera suficiente si esto se iba a industrializar, en cambio el concreto sí”, señala Pedro Castro Borges, encargado del análisis de las características físicas y químicas en el proyecto Palafito, quien es investigador titular del Cinvestav-Unidad Mérida y miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Huracanes en la región

La península de Yucatán está expuesta a más de 20 ciclones tropicales en 150 años, que por su intensidad pueden ser tormentas tropicales o llegar a la clasificación de huracán. Para ponerlo en perspectiva, una persona que viva 75 años en la península podría enfrentarse a más de 10 ciclones tropicales.

Fuente: Atlas Climatológico de Ciclones Tropicales en México.

El investigador explica que, además de sus ventajas de industrialización, el concreto es un material que se puede ir manejando para producir cada vez menos emisiones de carbono y contribuir menos al calentamiento global, por lo que sigue siendo la mejor opción.

Otro de los grandes retos que tuvo el diseño fue alcanzar los criterios de durabilidad propuestos por el equipo. “Según reglamentos, la vida de servicio de las estructuras es de 30 años, pero cada vez hay una evolución a que en vez de 30 sean 100 años de vida de servicio y nosotros nos propusimos esa meta”, aclara el investigador.

Pero llegar a esa meta implica un gran avance tecnológico, una producción y monitoreo de datos por largos periodos y en varios lugares, por lo que fue una ventaja que el equipo pudiera apoyarse en estudios previamente realizados en los departamentos de investigación del Cinvestav.

Después de arduo trabajo se logró la construcción de los palafitos con los criterios de durabilidad que estableció el equipo, pero se venía un reto igual de importante: ¿cómo comprobar que el palafito en realidad resistiría cien años?

Para responder esta pregunta, el equipo de física introdujo dispositivos de medición en la estructura del palafito para recabar datos de qué es lo que sucede dentro de ella. Así se obtuvieron datos de humedad y temperatura interna, humedad y temperatura externa, resistividad del concreto, potencial de corrosión y velocidad de corrosión.

“Además de las pruebas físicas y fisicoquímicas que se realizaron, se tomaron también mediciones puramente químicas. Estas ayudaron a corroborar cuánto agresivo entraba a debilitar la estructura. Este agresivo puede ser principalmente de dos tipos: el CO2 (dióxido de carbono) del ambiente, que produce carbonatación, fragilizando la matriz del concreto, y el cloruro, que proviene de la sal de la brisa marina, que produce corrosión por picaduras”, explica.

Todos estos datos se grafican con respecto al tiempo y se les aplican modelos matemáticos que ayudan a predecir si los materiales y la estructura llegará o no a esos 100 años de vida de servicio. Si en algún momento los resultados indicaran que el palafito no durará 100 años, podrían tomarse medidas preventivas y correctivas.

Entre las medidas preventivas se encuentra la aplicación de pinturas y barnices, mientras que en las correctivas son medidas más fuertes como una alcalinización o una remoción de cloruros. “Pero la intención es que no tengamos que usar esas técnicas y que por sí misma la estructura dure 100 años”, aclara el doctor Castro Borges.

El equipo de trabajo de Pedro Castro busca seguir el proyecto con el objetivo de abaratar los costos del palafito. Como explica el investigador, “todo prototipo sale caro y la cuestión no es que el prototipo se vuelva caro, sino que a una casa normal se le está añadiendo una subestructura que antes no tenía y que la vuelve cara. Es un cambio de paradigma, pero que a cambio de eso se obtiene una estructura resistente y duradera en beneficio del usuario y en beneficio del planeta”.

Proyecto Palafito, un trabajo interdisciplinario

Los problemas sociales típicamente son complejos, por lo que las soluciones pueden ser múltiples y deben siempre abordar distintas perspectivas. El trabajo interdisciplinario es una forma de abordar estos problemas de manera más integral, coinciden los investigadores.

En el caso del proyecto Palafito, la colaboración de científicos sociales, físicos y arquitectos culminó en un proyecto que respondía a una solicitud de la comunidad, dando como resultado la construcción de los palafitos.

“La apariencia de los palafitos podría parecer simple y alguien podría decir ¿pues qué chiste tiene hacer esto? Pero tiene mucha investigación detrás”, detalla el doctor Dickinson y explica que el trabajo interdisciplinario y la investigación participativa llevan tiempo pero, como coordinador del proyecto, puede apreciar lo enriquecedor de la conjunción de las disciplinas científicas.

“Hacer interdisciplina es muy difícil, yo tengo cerca de 40 años trabajando en investigación, la mayor parte de ese tiempo he buscado hacer trabajo interdisciplinario y lo he logrado solo en un par de ocasiones, y el proyecto Palafito lo fue”.

En la interdisciplina no solo se complementan los resultados de cada área de investigación, sino que se aprenden las metodologías de otras disciplinas científicas. Este fue el caso de la metodología de investigación participativa, mucho más utilizada en la investigación social y que en este proyecto fue empleada también por arquitectos y físicos.

“Nosotros conocimos el método de investigación participativa gracias a los colegas del Departamento de Ecología Humana, que nos mostraron otra forma de hacer las cosas. Para nosotros fue ciertamente más lento, pero fue mucho más satisfactorio que hacerlo de otra forma. Esto porque los usuarios tienen la oportunidad de apropiarse del conocimiento que se genera previo a diseñar cualquier cosa y de contribuir, aun sin leer y escribir, a que un conocimiento tecnológico se lleve a la práctica y eso para nosotros desde el punto de vista técnico fue invaluable”, comenta Pedro Castro Borges.

El proyecto, que comenzó en el año de 1995, sigue en proceso de perfeccionamiento, pues los resultados de la actividad científica requieren de tiempos para la experimentación, la comprobación y el perfeccionamiento. El futuro de este proyecto ahora va encaminado a la búsqueda de la eficiencia económica de los materiales y procesos de construcción de estas viviendas.

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Joel Cosío

La Paz, B.C.S., 18 de marzo 2016.- (aguzados.com).- En el alto Golfo de California, en las comunidades de San Felipe y Golfo de Santa Clara, cooperativas de pescadores han integrado Sistemas de Información Geográfica (SIG) para impulsar la pesca sustentable y la conservación del Mar de Cortés.

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Este proyecto se desarrolla en colaboración con investigadores del Programa Marino del Golfo de California, conformado por el Centro para la Biodiversidad Marina y la Conservación A.C., el Instituto Oceanográfico Scripps, la Universidad de California en Riverside y la Universidad de Texas.

Los SIG son tecnologías aplicadas a la generación de bases de datos de información geoespacial referenciada, que en la actividad pesquera han permitido determinar la distribución espacial del esfuerzo pesquero y la captura, detectando áreas de oportunidad y de innovación de pesquerías.

pesca18mar16a"Los SIG nos permiten desarrollar mejores estrategias de manejo de las pesquerías y optimizar el esfuerzo pesquero, disminuyendo el impacto en el ecosistema; mediante localizadores GPS podemos generar información espacial con la ayuda de la comunidad, como la identificación de zonas específicas de pesca, el tipo de especie capturada, gasto en combustible, intensidad pesquera, entre otros datos. A partir de este conocimiento, podemos detectar zonas de importancia para su aprovechamiento sustentable", afirmó la maestra en ciencias Victoria Jiménez, coordinadora del programa de uso de sistemas de información geográfica del Centro para la Biodiversidad Marina.

Los datos recabados con los SIG han hecho posible que los científicos efectúen comparaciones entre las pesquerías desarrolladas por las tres comunidades mencionadas, detectando patrones que les permiten evaluar el comportamiento de las especies marinas comerciales, como sus desplazamientos y zonas de reproducción.

"El alto Golfo de California es una zona de suma importancia para la reproducción de especies pesqueras de interés comercial como la curvina golfina (Cynoscion othonopterus), sierra (Scomberomorus concolor) y chano (Micropogonias megalops), las cuales son las principales. Los SIG nos han permitido comprender aspectos de la relación entre las actividades biológicas y pesqueras de estas especies”, comentó Ismael Mascareñas, coordinador de proyectos del Centro para la Biodiversidad Marina.

Los análisis han corroborado que en el Golfo de Santa Clara y en San Felipe las especies pesqueras se comportan de manera distinta a pesar que solamente existe una distancia de alrededor de 83 kilómetros entre las comunidades.

El camarón azul, curvina golfina, chano y sierra son las especies más importantes en estas comunidades; sin embargo, en San Felipe se aprovechan 27 especies en pesquerías, mientras que en el Golfo de Santa Clara, 20. 

El Programa Marino del Golfo de California arrancó en el 2009 y durante seis años de operaciones ha generado un banco de datos de más de cinco mil 500 viajes de pesca en la región, que incluyen información espacial o georreferenciada, información biológica, datos de capturas pesqueras e información económica relacionada con las especies objetivo y la actividad pesquera en general.

Participación ciudadana para generar conocimiento científico

"Sin el apoyo de los pescadores la labor sería imposible, porque cada embarcación pesquera que accede al programa contribuye con la colocación de un GPS que recaba los datos del esfuerzo pesquero", mencionó Victoria Jiménez.

pesca18mar16bLa base del programa de uso de sistemas de información geográfica es el trabajo en conjunto entre científicos y la comunidad de pescadores, por tal motivo, los investigadores han desplegado sistemas de ciencia ciudadana en los que capacitan a los pescadores para el uso de instrumentos científicos como los GPS, así como metodologías para la aplicación de conocimiento científico en sus actividades laborales.

“Las comunidades han mostrado mucho interés en participar en la generación de esta información dentro del programa de ciencia ciudadana que es un eslabón muy importante dentro del Programa Marino del Golfo de California; estas metodologías permiten a las comunidades generar su información y, a su vez, esta información científica la pueden utilizar de forma transparente y verosímil para su beneficio”, afirmó Ismael Mascareñas.

Los pescadores son capacitados para generar y proponer estrategias de manejo del recurso pesquero, en conjunto con los centros de investigación y autoridades competentes, para un mejor aprovechamiento.

“Una propuesta que las comunidades desarrollaron fue el establecimiento de cuotas y límites de capturas de la curvina golfina, una especie que se encuentra dentro de la Norma Oficial Mexicana (NOM-063-PESC-2005) de aprovechamiento de la especie; actualmente solo se puede pescar cierta cantidad y esta se reparte de manera proporcional entre todas las embarcaciones pesqueras de las cooperativas de las comunidades”, explicó Mascareñas.

En el Golfo de Santa Clara existen alrededor de ochenta cooperativas pesqueras divididas en siete federaciones, en San Felipe, quince cooperativas divididas en dos federaciones y en la zona del bajo río, cuatro cooperativas que conforman la pesquería ribereña en el alto Golfo de California.

Protección de la vaquita marina

pesca18mar16cEn el alto Golfo de California en abril del 2015 se hizo oficial la veda de pesca con chinchorro o redes de enmalle, como medida para salvar a la vaquita marina de la extinción, una marsopa endémica de la región y de la que se estima una población de alrededor de 100 ejemplares.

La disposición tiene una duración de dos años y fue aceptada por los pescadores de las comunidades del Golfo de Santa Clara y San Felipe que participaron activamente en las estrategias de compensación económica, en conjunto con las autoridades ambientales. La base de datos recabados en el programa de Ciencia Ciudadana, sobre viajes de pesca y capturas, dio soporte a las negociaciones por una compensación justa y transparente.

“La información que generamos con los SIG fue fundamental para que los pescadores del Golfo de Santa Clara y San Felipe pudieran negociar cuotas de compensación económica por el tiempo que no iban a pescar”, mencionó Victoria Jiménez. 

La información científica generada con los SIG también ha sido soporte en la delimitación de áreas de pesca por especie, plasmar la distribución de la actividad pesquera dentro de la Reserva de la Biosfera del Alto Golfo de California, conocer tendencias de capturas y ganancias pesqueras, además de describir la ecología y biología de las especies objetivo.

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