- La IA y la robótica están transformando múltiples sectores, pero su avance también plantea riesgos éticos y sociales
Guadalajara, Jal, 30 de enero de 2025.- (aguzados.com).- En la era de la inteligencia artificial (IA) y la robótica, el avance de estas tecnologías está transformando sectores como la medicina, el entretenimiento y el comercio.
Sin embargo, su evolución también trae consigo desafíos éticos y sociales que no pueden ser ignorados. La creciente sofisticación de los robots humanoides, combinada con el poder de la IA, plantea preguntas urgentes sobre cómo regular su uso para evitar riesgos significativos.
Robots humanoides
Los robots con características humanas están diseñados para interactuar de manera más natural con las personas, lo que puede facilitar su integración en actividades cotidianas. Pero esta ventaja también puede representar un desafío significativo.
Al adoptar una apariencia similar a la humana, estos robots podrían ser utilizados por personas malintencionadas para cometer fraudes, suplantación de identidad y otras actividades ilícitas.
"El uso de robots con apariencia humana plantea un dilema interesante: si bien pueden ser herramientas efectivas para la educación o la atención médica, también abren la puerta a abusos, como fraudes y manipulación social. Esto nos obliga a trabajar en sistemas de verificación más robustos y en educar al público sobre estos riesgos", señaló el profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) y experto en temas como IA e Internet de las Cosas, Erick Eduardo Guzmán Quezada.
Un ejemplo preocupante es el uso de robots humanoides en interacciones virtuales. Si un delincuente utiliza un robot con una apariencia y comportamiento convincente, podría engañar a personas para obtener información personal, realizar estafas financieras o cometer cibercrímenes de manera sofisticada.
Los riesgos del mal uso de la IA y los robots
A medida que las capacidades de la IA avanzan, los riesgos de mal uso crecen exponencialmente.
Estos sistemas son capaces de aprender y adaptarse, lo que los convierte en herramientas poderosas, tanto para el bien como para el mal.
Si se utilizan con intenciones maliciosas, podrían comprometer datos confidenciales, facilitar ataques cibernéticos o incluso participar en actividades delictivas sin que los responsables humanos sean fácilmente identificados.
"No podemos detener el avance tecnológico, pero sí podemos influir en su dirección. Es crucial invertir en investigaciones que aborden no solo la eficiencia y capacidad de la inteligencia artificial y los robots, sino también su impacto ético y cultural en nuestra sociedad", agrega Guzmán Quezada.
Regulación internacional y el caso de México
Países como Japón y la Unión Europea (UE) han avanzado en la regulación de estas tecnologías. La UE, por ejemplo, ha propuesto leyes que abordan la ética y la responsabilidad de los desarrolladores de IA, prohibiendo ciertos usos peligrosos y exigiendo transparencia en los sistemas.
En México, la regulación de la IA y la robótica sigue siendo incipiente. En 2024, se presentaron dos iniciativas legislativas clave:
Ley Federal que Regula la Inteligencia Artificial, que propone al Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) como autoridad reguladora.
Ley de Robótica y Ética Tecnológica, enfocada en la regulación del uso de robots humanoides y otras aplicaciones avanzadas de IA.
"El ejemplo de la Unión Europea y Japón muestra que es posible establecer marcos legales que equilibren la innovación y la seguridad. En México, tenemos la oportunidad de aprender de estos modelos y adaptarlos a nuestro contexto para fomentar un desarrollo tecnológico responsable", destacó el académico de la UAG.
Para Guzmán Quezada, “México enfrenta un desafío importante en la regulación de estas tecnologías. La iniciativa para crear una Ley Federal que Regula la Inteligencia Artificial es un paso en la dirección correcta, pero debe complementarse con la colaboración entre instituciones académicas, empresas y el gobierno para garantizar su implementación efectiva”.
El desarrollo de estas tecnologías promete grandes avances, pero solo con un enfoque ético y regulado se garantizará que estos beneficios sean accesibles y seguros para toda la sociedad.