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NOTAS ACERCA DE LAS IDEAS POLÍTICAS XLII

 

 

  • Kant 3. El progreso, plan de la Historia

 

Jorge Varona Rodríguez

 

Aguascalientes, Ags, 17 de marzo de 2024.- (aguzados.com).- Touchard sintetiza la idea política de Kant: “el régimen republicano concreto (histórico) instituye imperfectamente el reino de la libertad.

Naturaleza y política conducen a la legalidad no a la moralidad”. Pero el Estado de Derecho es, en el plan general, “filosofía de la historia, la prefiguración y la esperanza de una absoluta dominación práctica de la Ley moral”. Y esto constituye, acaso, la esencial aportación de Kant en cuanto al “proyecto” de “conducir a la especie humana … hacia la cultura, condiciones para la existencia de un gobierno legítimo, republicano y universal que hará reinar una paz perpetua”.

Por tanto, para Kant son absolutos “los mandatos de la razón práctica”, es decir, no se permite trasgresión alguna ni sobreponer los medios a los fines. “la moral es siempre el juez sin apelación de la política: Fiat iustitia, pereat Mundus” [Hágase la justicia, perezca el mundo].

Kant plantea, además de los “requerimientos de la moral”, el valor práctico de su filosofía de la historia como “guía para la acción” en la prosecución del progreso “como si fuera alcanzable”, pero “sin pretender la educación moral de la humanidad”, sino limitado a eliminar “obstáculos a la moral en la medida en que son obstáculos para la sociedad civil”. (Ricardo Terra, La actualidad del pensamiento político de Kant. EPISTEME v.28 n.2 caracas dic. 2008).

Para Kant, la política, desde su perspectiva filosófica, es descubrir "un curso regular de mejoramiento de la constitución del Estado”, de manera que sea posible ponderar “si el plan providencial o de la Naturaleza se encontrará con el plan de la libertad individual”. (Antonella Attili. La filosofía política de Kant en el horizonte contemporáneo/Isonomía No.25 México oct. 2006)

La constitución republicana es aquella que se funda, primeramente, en el principio de libertad; en segundo lugar, en el principio de dependencia de todos en relación a una legislación única y común (como súbditos); y, en tercer lugar, en la ley de igualdad de todos (como ciudadanos), esta idea de constitución es la única que proviene de la idea del contrato originario [tesis original de Rousseau].

Así, según Terra, la comprensión de Kant sobre autonomía debe pensarse “en sentido amplio”. Asume –reitero— los paradigmas de Rousseau, y “piensa la autonomía [como] la concepción positiva de la libertad [que]servirá como fundamento común de las ideas político-jurídicas como estado de naturaleza, contrato originario, constitución republicana, paz perpetua.

El contrato originario presenta en el plano político la exigencia de autonomía, exige la soberanía y servirá como patrón de medida para la legislación, una ley será justa, una vez que pueda provenir de la voluntad unida de todo el pueblo”.

Ahora bien, las ideas de contrato y Estado se vinculan “como unión de los hombres sobre leyes jurídicas necesarias a priori, y se exige una constitución republicana que garantice la realización de estas leyes”.

Empero, la ambición teórica de Kant no se constriñe al Estado individual, sino “la formulación de una federación de naciones que pretendan una paz perpetua”. Planteamiento este último que refrenda la cuasi obsesión de Kant por la paz universal como finalidad (o fin) de la historia, entendida en sentido moral y no únicamente jurídico o político.

Terra explica que para Kant “libertad significa o bien la facultad de realizar o no ciertas acciones, no siendo impedido por otros que conviven conmigo o por la sociedad como un complejo orgánico o simplemente por el poder estatal; o bien el poder de no obedecer otra norma sino aquella que yo mismo me impongo. La primera concepción es la libertad, defendida por Montesquieu; la segunda, la democrática, defendida por Rousseau. Lo curioso es que las dos se encontrarían en Kant, y la democrática sería la definición explicita y la liberal, aquella que orientaría a su teoría”.

De acuerdo a Bobbio, “la concepción liberal de la historia --la historia como teatro de los antagonismos-- sustenta, en el pensamiento de Kant, la concepción liberal del derecho –el derecho como condición de coexistencia de las libertades individuales-- y la concepción liberal del Estado, un Estado que tiene por fin no guiar a los sujetos a la felicidad, sino garantizar el orden”. (Bobbio, N. "Kant e le Due Libertà", en Bobbio, N., Da Hobbes a Marx. Nápoles, Morano, 1974).

“El mantenimiento de la concepción liberal junto con la democrática –aclara Terra--, la posibilidad de tomar en cuenta, al mismo tiempo, los derechos humanos y la soberanía popular en el centro de la teoría político-jurídica es justamente lo que da grandeza al pensamiento kantiano y hace patente su actualidad. Habermas, por ejemplo, lo llamará equilibrio tenso de co-originariedad (Gleichürsprunglichkeit)”.

La referencia a “manera republicana de gobierno” permite a Kant una forma de compromiso con las constituciones históricas efectivas. Un gobierno puede continuar siendo autocrático según la letra, pero ser republicano en espíritu. La noción “constitución republicana” mantiene la exigencia de las reformas constitucionales en el sentido de aproximación de la letra al espíritu. Deuda de su tiempo acorde las condiciones políticas de Alemania bajo el despotismo del monarca prusiano.

También refleja cuán lejos, en la época de Kant, se encontraba Alemania de la revolución industrial y social. Marx señaló en más de una ocasión que Alemania “llegó tarde a la historia”: Inglaterra y Francia, desde hacía más de un siglo, habían realizado revolución política y económica. Era la realidad de una Alemania dividida y fragmentada, bajo residuos feudales, y no logró su unificación sino hacia finales del siglo 19, bajo el absolutismo monárquico.

Ello significó competencia entre Alemania, de una parte, y Francia e Inglaterra, de otra.  Desembocó en la “primera guerra mundial”, que en rigor fue efecto de la gran crisis económica del sistema capitalista europeo, en cuya raíz estaban la enorme problemática social y desigualdad de clases.

La solución fue la guerra, militarismo anticipado por Rosa Luxemburgo. El ideal de Kant de paz perpetua se vino abajo, porque en la realidad social y política se libra la dura y cruda lucha de clases y la confrontación entre potencias, antes que el imperativo moral: ni se ha hecho justicia ni ha desaparecido el mundo.

 

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