- Siete textos de Manuel Gil Antón para entender los problemas de la reforma educativa
Ciudad de México, 21 de junio 2016.- (aguzados.com).- El conflicto entre el magisterio y el gobierno mexicano ha adquirido ya tales dimensiones, que no sabemos qué hebra hay que jalar para buscarle una solución. Entre dimes, diretes, paros, represión, agresiones, infiltrados, cerrazón y una reforma educativa que en nada toca verdaderamente a la educación, resulta muy complicado para la ciudadanía distinguir cuál es el verdadero conflicto en esa maraña en la que todos tienen una opinión.
El asunto que sí nos queda claro es que algo que debiera ser una discusión sobre la educación en México, se ha convertido en los medios de comunicación en un problema sindical. Es decir, mucho ruido y pocas nueces: todos hablan de los maestros para nadie del sistema educativo.
Para dar un poco de luz en donde debe ir, les dejamos estos ocho textos y entrevistas del Dr. Manuel Gil Antón, experto en educación y, sobre todo, un hombre con la coherencia que necesita este tema. Sabemos que su opinión no es la única, pero sí una de las pocas que nos puede ayudar a poner la atención en los puntos críticos correctos.
Las grietas de la educación en México
No es así
Hay que cuestionar que la reforma partió de señalar como culpable de todas las fallas en la educación a las y los maestros, porque este proceder es inadecuado al simplificar un fenómeno muy complejo, y reducir aún más la solución a un fetiche: evaluar. Lee el artículo completo aquí.
Sojuzgar
La mirada severa. Tono de voz que procura firmeza en el mensaje monocorde: el que no se presente a la evaluación para la permanencia será separado del servicio. Es la ley. La reforma educativa no tiene vuelta atrás. Si no pasa el examen conservará el trabajo, no se preocupe. El asunto es que se apersone, en la sede que indica el oficio, a la hora indicada. Lo que importa es que se ajuste a lo estipulado. Presentarse, obedecer, formarse en la fila, someterse: entrar en la maquinaria sin fin de la desconfianza para que demuestre, cada tanto, lo contrario. Lee el artículo completo aquí.
¿Lo que parece, es?
Ha visto usted imágenes en que miles de profesores, hacinados en galerones, con menos espacio entre sí que los ocupantes de un microbús repleto, están ocho horas respondiendo un examen de opción múltiple -la mitad del lapso, y la otra realizando la planeación argumentada de una sesión de clase. Antes “subieron” a una plataforma virtual evidencias de su trabajo, explicando su participación tanto en las exitosas como en las fallidas. Eso parece, sin ser, una evaluación. ¿Sirve para dilucidar si una profesora, con 20 años de trabajo, ha tenido un desempeño insatisfactorio, satisfactorio, bueno o destacado? No: simple apariencia aunque las autoridades lo celebren como hecho histórico.Lee el artículo completo aquí.
Dar clases
Los gestores de la reorganización laboral, administrativa y política del sistema escolar en el país tienen discursos largos miras cortas: consideran que lo crucial es que ningún niño se quede sin clases, como sean, y quien acceda a una plaza docente que a eso se dedique: a impartirlas. ¿Quién no puede dar clases? Es fácil: repartir repetir, recordar, repasar y reiterar lo que se sabe, y reprender o reprobar a quien no atine a reconocerlo y rellenar el ovalito correcto del reactivo. Erre con erre, cigarro…Lee el artículo completo aquí.
¿Es la CNTE el lobo feroz?
Mudos e invisibles
Si los docentes carecen de voz, hay otros actores que ni siquiera son vistos: los alumnos. ¿No tienen nada que decir, desde el preescolar hasta la media superior, sobre su experiencia educativa? Si los docentes son acallados, las y los alumnos desaparecen: sin voz ni cuerpo: números para la estadística. Lee el artículo completo aquí.
Así es muchachos y muchachas, no se trata de decir pobres maestros, se trata de entender que, aunque no nos guste cómo se manifiestan, las razones para hacerlo sobran. Y sobre todo, se trata de entender que el verdadero problema no está en la pugna entre buenos y malos, o lo legal e ilegal, sino en todo aquello que queda invisible entre los insultos mutuos.
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