- “Yo quiero ser llorando el hortelano, de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma, tan temprano…” Elegía. Miguel Hernández
Ignacio Ruelas Olvera
Aguascalientes, Ags, 29 de agosto de 2023.- (aguzados.com).- ¡Querido Compadre!, tengo la extraña sensación de estar en un México que no conozco, pero que padecemos, más aún, desde tu inconsistente asesinato, que difícilmente aparecerá la verdad, solo narrativas impulsadas por la aplicación perversa del Derecho.
Por un lado, la rapiña burocrática; por el otro, el discurso metafórico del populismo, “abrazos no balazos”. Fuiste cobardemente exterminado. Ya no estás, doy fe que “acá” fuiste un hombre bueno y de bien, “allá” tus virtudes estarán siempre atentas al “Otro”.
La integridad te acompañó siempre, fue tu espíritu mostrado ante Dios, tu fe hasta el instante homicida; te mostraste siempre auténtico, una lección que diste en tu referencia.
Tus virtudes te hicieron digno de toda confianza. Fuiste un hombre bueno, lo demuestra la cualidad que le diste a la familia, entre ella nosotros, los Ruelas Ávila; la prudencia acompañó tu “ser en el mundo”; muy joven, casi niño, iniciaste la ruta del trabajo, lo portaste con dignidad, ese día que te acribillaron, ibas a tu encargo laboral, favoreciste la “tierra de la gente buena”.
La administración de tus recursos y patrimonio fue siempre prudente y planeado pensando en mañana, siempre tuviste proyecto. Te vi caer y levantarte, me viste caer y siempre conté con tu mano para alzarme.
Siempre entendiste las ofensas como una baja calidad de tus interlocutores, otra lección de carácter. La gratitud fue uno de tus impulsos esenciales. La vida te preocupó, pero más el sentido de la vida, buscabas la manera de disfrutarla, de vivirla, conservo el recuerdo de aquel día con el mariachi “Vargas de Tecalitlán”; tiempo después tu atención al festejo de Rosy, la comadre, con el mariachi “Imperial Azteca”.
No puedo dejar de reconocer tu honestidad puesta a toda prueba, lo menciono porque he leído las narrativas que de tu “caso” han emitido, me han provocado desencanto y como a Sartre: ¡náusea!
Compadre, la violencia te mató, como a muchos, en su expansión alarmante que es nuestra realidad.
La violencia merece examen desde el corazón de la política, desde la cordialidad, por una razón, el amor nos sacará adelante solo si la política lo aplica, se trata del tsunami de nuestras pasiones, del laberinto de la libertad, del escarpado vericueto del humanismo...
Solo mediante la ética de la convivencia podemos entender la dimensión moral del amor que nos retornará al mandamiento de la razón que nos ha quitado la ambición política desmedida.
La sociedad se inscribe en una cartografía que contiene, familia, medios de comunicación, comportamientos, escuela, democracia, iglesias…, en los que luchemos para que la violencia sea cancelada por las normas, un milagro legislativo que nos dé una vida compartida como la que soñaste.
La política no ha reparado en que la violencia destruye primero al poder y luego a la fuerza; empero, el poder es la única herramienta que desmantela la fuerza.
¡Toño querido!, recuerdo a Dante, seguro Virgilio te mostrará los círculos que describe el infierno que verás DESDE MUY LEJOS, el séptimo, donde están los violentos, donde estarán los que te mataron, nadando en ríos de sangre verás las almas de quienes dañaron a “Otros”, violentos que se violentaron así mismos y a Dios.
La violencia es un dragón con muchas cabezas: crimen, intimidación, miedo, terrorismo, mala política…, ahí están los que no entendieron, cultura, ni arte, ni valores, ni virtudes... La violencia no se anida solo en lo social, está en todos lados.
Es todo a la vez.
En ese ambiente violento del que fuiste víctima no aparece o es casi imperceptible, la idea de Dios, su fe, su convicción. Fe y razón llaman a Dios.
En el “hipervínculo” cultural, dicho en nuevo lenguaje, encontramos en la mirada de la violencia el odio, que conjuga tanto el terror activo: el criminal; como la intimidación pasiva: la autoridad.
Los entresijos de tus primeras horas de fallecido me hacen ver que violencia y odio requieren del Médico de Almas: el amor, que es la “última razón” de anhelos, ahíncos, esperanzas, utopías…
Cuando la política mire el amor podrá distinguirlo del odio; coincido contigo compadre solo lo podrán encontrar en la “la Cruz de Cristo”, en la humildad de “Ecce Homo” que convoca hacer política: “en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Si el odio intenta matar al amor, no podrá; pero el amor si desacreditará al odio. Enigma que debemos recuperar todo el tiempo, el amor a cada instante rejuvenece en la vida de los seres humanos.
Esa “cruz” es nuestra asignatura pendiente. A Marx no se le aprende con “abrazos” ni con ósculos, es preciso leerlo con prudente inteligencia.
Compadre, ¡A-DIOS!... con “Él” nos volveremos a ver. ¡Claro! en los cielos de la “Divina Comedia”.
Desde mi indignación, te abrazo.