- No bien tomaron posesión pasaron de ser Diógenes para sentirse Alejandro Magno
Francisco Javier García Zapata
Aguascalientes, Ags, 28 de marzo de 2023.- (aguzados.com).- Cuentan, que en la antigua Roma luego de una batalla victoriosa los generales recorrían las principales calles de las ciudades en una marcha triunfal para recibir la aclamación del pueblo. Pero a la par del poderío había cierta sensatez, en la cual quizá radicaba esa imbatibilidad: los generales, y el césar mismo llevaban un siervo a un lado, que de tanto en tanto, le susurraba al oído: "Acuérdate que eres mortal". Una frase muy redonda para evitar que se endiosaran y se les subieran los humos.
Coincidentemente, los católicos tienen entre sus celebraciones más relevantes, o más populares, la del Miércoles de Ceniza, "memento moris" con el cual comienza la Cuaresma (que ya está por terminar) en la que se rememora precisamente la finitud del ser humano, lo fugaz de su existencia, con el humus como componente y destino. Las palabras del Génesis y una cruz de ceniza sobre la frente sacuden, aunque sea brevemente, la conciencia y propinan un golpe de realidad.
Así que desde el punto de vista religioso tanto como del secular, en la realidad práctica de la vida queda clara nuestra nimiedad frente al "universo", como está de moda decir ahora; ante "lo más grande", como refiere Hellinger, el creador de las Constelaciones Familiares.
Y, sin embargo, en la vida pública de nuestro país y nuestro estado hay quienes se llenan la cabeza de humo y se obstinan en rebelarse frente a tan contundente evidencia, y actúan como si en su pequeño coto nunca se pusiera el sol, como si la luz del día fuese eterna. Es decir, piensan que sus cargos son para siempre.
Les haría bien mirar --y con ello ganaríamos también los que sí nos sabemos mortales-- ya no a Felipe II de España, sino hacia el exgobernador Felipe González González, una referencia local, inmediata y reciente, y quien, por cierto, acuñó la frase: "dejo los negocios para hacer política", que no pocos entienden como "voy a la política para hacer negocios".
Del primer gobernador panista de Aguascalientes toda su solvencia económica, su influencia política y su presencia social fueron insuficientes para restablecer la salud y conservar la vida.
Hace unos días, a las puertas de Catedral fue visto otro exgobernador de nuestra entidad; iba caminando dificultosamente, apoyado en su esposa y en un bastón. ¡Qué lejanos los días gloriosos! ¡Qué ajena la arrogancia! ¡Qué vacío de aduladores!
En reciente entrevista con Leti Acuña, de El Heraldo, me preguntó mi experiencia como periodista ante los políticos, y si consideraba que podía establecerse una amistad auténtica entre ellos y los periodistas. Entre las tantas cosas de que hablamos se me extravió una anécdota que ahora les comparto sucintamente.
Tuve la oportunidad de escribir la crónica de la campaña de Otto Granados para gobernador --pronto harán 31 años--, y en ese menester conocí a infinidad de personajes que se daban baños de pueblo mañana, tarde, noche y días festivos, hasta inundarse los pulmones. ¡Qué sencillez la suya! Una humildad mayor que la de San Francisco de Asís.
No bien tomaron posesión pasaron de ser Diógenes para sentirse Alejandro Magno; se olvidaron de la gente a la que supuestamente debían servir, y se mostraron altaneros si no es que francamente groseros, a diferencia del gobernador que se mantuvo, y se mantiene, en contacto con su tierra y sus paisanos.
Al término de la gestión, uno de ellos escribió sus experiencias e hizo un público acto de contrición al reconocer que se mareó en cuanto le dieron un cargo relevante. Anduvo en el desempleo por un rato, y luego algún amigo lo rescató y lo reincorporó en un cargo público mediano. Más tardó en tomar asiento y en decir "mea culpa", que en volver a su actitud soberbia de la que su propia realidad personal terminó por derrumbarlo.
A personas como la descrita quizá es por demás pedirles que lean, y sobre todo asimilen y aprendan de otras experiencias. Pero igual hay que recomendarles siquiera unas líneas como las de Sabines --El aire descansa en las hojas / / el agua en los ojos, / nosotros en nada. / Parece que sales y soles, / nosotros y nada...--, o de Machado: "Todo pasa y todo queda / pero lo nuestro es pasar...".
Está bien. Lean a Pérez Reverte quien advierte, al recordar que hasta el Titanic se hundió: "Sólo esa certeza (de reconocer nuestra condición humana) nos hará mejores de lo que somos".
O, ya de perdis, recuerden el refrán "Para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo".