
- Llegó el momento de cerrar otra página de mi vida periodística
Mario Granados Roldán
Por el retrovisor de mi vida periodística veo el camino que nunca habrá de volver. 44 años y cinco meses de publicar en diarios y revistas, portales y demás, es un enorme privilegio que vengo disfrutado desde que me senté por primera ocasión frente a la vieja Olivetti mecánica, hoy sustituida por la moderna computadora, para oficiar el sagrada misa de sumar párrafos, amistosos comentarios y piadosas críticas.
Los malquerientes acumulados —espero sean pocos— durante los 46 años en el servicio público en los tres niveles de gobierno —43 dedicados a la comunicación social—, podrán decir que ya transcurrió el tiempo suficiente para haber aprendido a escribir —quizás tengan razón—, pero me sostengo en la máxima para salvar mi honor: Yo no escribo. Yo aporreo el teclado.
El primer texto publicado en un diario abrió sus ojitos tapatíos el martes 13 de octubre de 1978 en El Sol del Centro. Días después le acompañó la colaboración aparecida en El Sol de México. Ambos diarios pertenecientes a la Organización Editorial Mexicana.
También me han brindado su casa y cobija Campus Milenio, Milenio Toluca, Milenio Estado de México y las franquicias locales de La Jornada y Newsweek, además del glorioso agseso.com, Página 24, Crisol Plural, El Heraldo de Aguascalientes, Líder Empresarial, Desde la Red, Aguzados (dos etapas) y el semanario veracruzano Punto y Aparte.
La incursión en medios electrónicos es menor. La hoja curricular registra un espacio en el noticiero “De interés” en La Sanmarqueña de Aguascalientes, propiedad de grupo radiofónico Zer. Otro en Radio Mexiquense, del Gobierno del Estado de México. Y la dirección del programa Los Gobernadores que se transmitió por la red nacional del canal 13 de Imevisión.
Mi peregrinar ha estado colmado de momentos luminosos, satisfactorios y algunos jactanciosos, como por ejemplo, ser el primer colaborador externo —quizás el único—, que ha recibido una paga por las columnas publicadas en dos diarios de Aguascalientes.
El saludable ejercicio financiero lo adquirí en Milenio Toluca y Milenio Estado de México, donde religiosamente me depositaban el estipendio. Un portal de noticias picante de Aguascalientes me quedó a deber una lanita.
Con la decisión de los dos diarios locales se rompió la vieja regla impuesta por los editores aguascalentenses, al dejar en claro que ellos les hacen el gran favor a los colaboradores externos de publicar los textos que de alguna medida contribuyen a llenar de manera gratuita las páginas de sus medios. Por supuesto, y con mucho gusto, la excepción ha recaído en los medios de buenos amigos.
Los momentos oscuros se reducen a cuatro en 44 años. Tres empresas censuraron mis textos. La cuarta me pidió que mutilara la columna para desaparecer la mención de un semanario al que había citado.
Entendí a los cuatro consorcios en el ejercicio de una facultad que les asiste como propietarios al cuidado de sus intereses comerciales. Asumí el papel independiente que me distingue, porque la libertad si no se usa, de nada sirve. Di las educadas gracias, al fin, todavía estaba trabajando por amor al arte. Me despedí sin estridencias. Salí por la misma puerta que entré el primer día. En esos momentos embarazosos prefiero el silencio al ruido.
Concluyo esta columna, que debió llamarse Primera persona del singular, agradeciendo a mi dilecto amigo Carlos Romo Medina el amable hospedaje brindado durante más de cinco años. Llegó el momento de cerrar otra página de mi vida periodística.
Ustedes y Vale al Paraíso nos habremos de encontrar en algún lugar del planeta, a juzgar por la letra y música del maestro Alberto Cárdenas: “Coincidencias tan extrañas da la vida. Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio. Y coincidir”
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.