- De Locke a Hume (1)
- Del utilitarismo al escepticismo
Jorge Varona Rodríguez
Aguascalientes, Ags.- 28 de agosto de 2022.- (aguzados.com).- Erigir el parlamento (poder legislativo) es la primera y “fundamental” decisión de la comunidad. La ley natural prescribe la conservación del individuo asi como de la propia sociedad (Bien común de Aristóteles), para lo cual los individuos nombran (eligen) a quienes se encargan de formular las leyes y de ejecutarlas. Y puesto que no hay unanimidad, en vista de la desigualdad económica y social, así como la diversidad de intereses y opiniones particulares, Locke propone “la ley de la fuerza mayor”. La regla de oro de la democracia: la decisión de la mayoría. Así, todos están obligados a acatar las decisiones no únicamente de la mayoría, sino también las de aquellos que fueron elegidos para decidir por el todo.
En la inteligencia de que los individuos no renuncian a sus derechos políticos y su poder ciudadano, como propone Hobbes, sino solamente lo confían a otros ciudadanos iguales entre sí para que sean sus funcionarios. “El poder supremo de conservarse a sí mismos y a la sociedad permanece siempre en las mismas personas” (Goldwin), ya que sería tanto como renunciar a su propia sobrevivencia. Esto es, aunque el legislativo es el “poder supremo” de la comunidad, el “poder supremo” sigue en las manos del pueblo. Esta contradicción, explica Goldwin, se explica porque, en el primer caso, se trata de una sociedad con gobierno, en la cual “operativamente” el poder es ejercido por el parlamento por decisión del pueblo; en tanto que en el segundo caso es una sociedad sin gobierno.
Por otra parte, desde una visión que trasluce el indicio de ambición imperial, Locke advierte que todas las sociedades se encuentran en estado de naturaleza unas con otras, y el poder es la base de su seguridad.
Después de Locke, “el sistema de derecho natural perdió toda su utilidad práctica inmediata” (Sabine), siguió “líneas empíricas” que culminó con el utilitarismo de Jeremy Bentham (1748-1832), quien eliminó “ideas incongruentes como la justicia y el derecho natural”. En ese contexto, David Hume (1711-1776), escribe sobre filosofía exclusivamente, pero con efectos sobresalientes en teoría social. Destruyó “las pretensiones de validez científica del derecho natural … y extendió ese resultado en los campos de religión, ética y política” (Sabine).
Osciló entre el agnosticismo y el escepticismo, ya que duda de la existencia de la realidad objetiva. Considera insoluble el problema acerca de si existe o no una realidad objetiva. “No sólo no sabemos –afirma-- cómo son las cosas en sí, sino ni siquiera sabemos si existen” (Tratado de la naturaleza humana). A cierta premisa sigue determinada conclusión, lo cual es meramente formal, aduce. “La relación se produce sólo entre ideas; los hechos reales no importan”, ya que las relaciones entre hechos reales “nunca son necesarias en el sentido lógico o racional”.
“Lo único que se ha de comprender es que la fuente de la seguridad práctica no radica en el conocimiento teórico, sino en la fe”. (Diccionario filosófico marxista). La distinción entre el agnosticismo de Hume y el de Kant, radica en que el filósofo alemán reconoce la existencia de “la cosa en sí”. “Cosa en sí” [fuera de nuestra conciencia] y “cosa para nosotros” [percibida por nuestros sentidos y en la conciencia como idea]. El vínculo causal no es una ley de la naturaleza, sino un hábito, opina Hume, quien llega a la conclusión, al “negar la base material de las cosas y la causalidad, … en la conciencia del hombre sólo hay una corriente de percepciones psíquicas, y la ciencia se reduce a una simple descripción de esa corriente, incapaz de penetrar ninguna ley”. (Diccionario)
Rechaza, por tanto, la proposición causa-efecto, puesto que, razona, “en la realidad se dan juntos con cierta regularidad”, pero “es imposible inferir el uno del otro”. Así, “la conexión necesaria entre causas y efectos sea una idea ficticia”, sólo hay “una correlación empírica” (Tratado). Distingue, en esta línea de pensamiento, entre las ciencias empíricas “que tratan de acontecimientos que ocurren en la realidad … distintas de las matemáticas o el razonamiento deductivo”.
Para Hume el único elemento de conocimiento fidedigno es el constituido por los objetos de la matemática; todos los demás objetos de investigación conciernen a hechos que no pueden ser demostrados lógicamente y se infieren sólo de la experiencia. (www.webdianoia.com/Diccionario).
En su crítica a Hume, así como a las teorías filosóficas idealistas en general, Lenin afirma que “al igual que todo agnosticismo, el agnosticismo y el subjetivismo de Hume son refutados por la práctica humana. Por medio de su acción sobre la naturaleza a la que transforma, el hombre demuestra la objetividad del mundo, la posibilidad de conocerlo”. (Materialismo y empiriocriticismo).
Pero esa idea de actuar sobre la naturaleza y transformarla, ha llevado a asumir ciencia y tecnología sólo como instrumentos de explotación tanto de la naturaleza como del trabajo, en parte por la ambición de acumulación económico-financiera, así como de no haber comprendido los límites del planeta, interfiriendo en los procesos naturales, deformándolos, al extremo, como hoy en día, de crisis climática (inseparable la correlación expoliación humana-consumismo-desperdicio) y masiva extinción de especies. El afán de explotar la naturaleza y al hombre empieza a revertirse.
En cuanto a lo razonable de la conducta humana, Hume señala que el iusnaturalismo pretende acreditar principios de derecho, justicia y libertad, cuando solamente es “alguna inclinación, deseo o ‘propensión’ humanos”, esto es son convencionales. Por ello, “la ética, la política o cualquier forma de estudio social en la que haya que tomar en cuenta juicios de valor son distintas las ciencias deductivas y de las puramente causales o empíricas” (Sabine).