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Notas acerca de las ideas políticas XXVII

  • Pensamiento liberal (7)
  • Locke consentimiento y representación política

 Jorge Varona Rodríguez

Aguascalientes, Ags.- 21 de agosto de 2022.- (aguzados.com).- Punto nodal en el pensamiento de Locke es el consentimiento de los ciudadanos en la elección de los representantes y en el dictado de las políticas de gobierno, premisa de la democracia representativa, pero, en su origen, sólo era la de los propietarios. Desconfía de la soberanía popular y del absolutismo monárquico. Subraya su interés por un gobierno civil que proteja “la libertad y la propiedad”. Entendido en ese marco conceptual, el problema moral del poder es el de los derechos de los propietarios. (Touchard).

De la interpretación que hizo Montesquieu (para más de algún estudioso fue una afortunada comprensión no del todo puntual) tanto de la revolución inglesa como del pensamiento de Locke, derivó su teoría de la división de poderes, el poder controla el poder y evitar abusos en perjuicio del ciudadano. De cualquier manera, desde la antigüedad, Polibio planteó las ventajas de ese régimen tomando como modelo Roma (mera idealización): diversidad de magistraturas, según explica el propio Montesquieu, “que se equilibraban y se detenían unas a otras”, además existencia de las asambleas populares (comitia populi tributa) que con el tiempo fueron neutralizadas o de plano eliminadas.

Locke sintetiza: “todo gobierno está limitado en sus poderes y existe sólo por el consentimiento de los gobernados” (Robert Goldwin). Integra la unidad de libertad religiosa, política y económica. El poder político es la capacidad de promulgar leyes y la fuerza para hacerlas cumplir, “para la conservación y regulación de la propiedad” (Segundo Tratado sobre el gobierno). Contrario a Hobbes, sostiene que en el estado de naturaleza no prevalece la guerra (“el uso de la fuerza sin derecho, sin justicia y sin autoridad”), sino fue una condición de libertad e igualdad natural (Goldwin). “Los hombres que viven juntos conforme a la razón, sin un jefe común sobre la tierra con autoridad para ser juez entre ellos, se encuentran propiamente en el estado de naturaleza” (Locke, citado por Goldwin).

Para superar la pobreza y las dificultades de la vida, los individuos forman un cuerpo bajo una ley común y un tribunal para resolver disputas: la sociedad civil. No obstante, Locke admite que ésta “es una invención humana que oculta, en gran parte, el hecho inevitable de que el estado de naturaleza persiste, al menos de manera parcial, y ex inextirpable” (Goldwin). Más aún, el poder político se fundamenta en el “principio” por el cual el individuo tiene derecho a hacer “lo que no puede dejar de hacer”: el deseo de la conservación de vida y propiedades. Esto proviene del derecho natural, y se convierte en ley, “norma eterna”, en la sociedad civil. En ésta existe la libertad, pero hay que regular la conducta humana e impedir violencia y anarquía. “El gobierno es impotente para modificar la naturaleza humana”, pero sí es capaz, por la fuerza, de ajustar y canalizar el deseo de conservación.

Según Locke la propiedad es “un don divino”, pero en los inicios de la humanidad no había propiedad ni posesión. Dado que cada individuo es dueño de su persona y de su trabajo, razona Locke, de ese esfuerzo cada quien deriva el derecho de apropiarse de los bienes de la naturaleza. La propiedad de la tierra se adquiere, prosigue Locke, a partir de la extensión que es capaz de labrar y cultivar con sus propias manos. [¡Así que la tierra es de quien la trabaja!] Locke planteó una cuestión cuya desarrollada elaboración fue pauta para las teorías clásicas sobre economía. La mayor riqueza, afirmó, no es la tierra sino el trabajo humano, porque es “lo que establece en todas las cosas la diferencia del valor”.

Ahora bien, si en un principio la tierra era comunal, y puesto que el trabajo aporta valor a las cosas, éste, el trabajo establece la diferencia. Afirma: “el hombre puede apropiarse las cosas por su trabajo en la medida exacta en que pueda usarlas para provecho de su vida antes que se echen a perder”. Formula una “versión primitiva de la ley de la oferta y la demanda” (Goldwin) al referirse de la “gran abundancia” de bienes naturales, por lo cual no se puede determinar un precio o valor de trueque”. Pero cuando hay escasez, el valor o precio lo fijan “la cantidad y el mercado”. Habla de la “mano espontánea de la naturaleza”, que luego Smith emplea como “la mano invisible”. [Deus ex machina, artificio, fetiche, fantasma. En la lucha por la posesión, “el derecho” proviene del poder militar o económico del más fuerte, así que no hay ni espontaneidad ni mano invisible].

La sociedad civil crea la ley y el dinero (da valor al oro y a la plata), que “apareció por una progresión natural”. Facilitó las transacciones al establecer un medio universal para el intercambio, y permitió aumentar y acumular posesiones, lo cual significó un incentivo para producir excedentes. Cambian radicalmente las condiciones económicas originales: “la igualdad de penuria reinante es reemplazada por la desigualdad económica”. “Es imposible que alguien se haga rico si no es a expensas de los demás” (Segundo Tratado, citado por Goldwin).

Como consecuencia lógica del análisis de Locke, el poder político se instaura en el tránsito de la condición económica natural a la economía en la sociedad civil. El propósito esencial de someterse a un Estado “es la conservación de la propiedad”, así como “vida y libertad”. Un poder que establece la ley y arbitra controversias, “ejecuta juicios y castiga a los culpables”. Proteger a los propietarios de “la avaricia de los pendencieros”. Depender de un “gobierno supremo”, obedece a la voluntad de los hombres para crear una comunidad, promulgar leyes y castigar a los delincuentes, son “dos poderes naturales”, el legislativo y el ejecutivo. El poder absoluto es arbitrario, por ello es necesario imponer límites al poder político, acotación que emana del consentimiento de los gobernados.

 

 

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