- Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags.- 12 de julio de 2022.- (aguzados.com).- Les antecede el silencio. Son el semblante del ánimo. Las balsas del pensamiento. Los aviones del sentimiento. El sacramento de la conversación. Las alas del argumento. Los rifles de la banalidad. Suben como los colibríes. Bajan como descargas eléctricas.
Las palabras agradables pueden convencer.
La búsqueda de un lenguaje libre de errores, horrores y defectos se extendió en algunos países europeos para eliminar de la comunicación oral y escrita cualquier tipo de agresión personal, privada, íntima, racial, sexual o física, con la intención de sumarle a la nobleza una buena dosis de amor al prójimo, al fin, todos son hermanos en Cristo.
Durante el reciente proceso para elegir Gobernadora de Aguascalientes, algunas candidatas hicieron del vocabulario un rayo X que atravesó la humanidad de las contrincantes.
En descargo de esa falta de urbanidad y sobrada rudeza, debo suponer que las gladiadoras nunca leyeron The Official Politically Correct Dictionary and Handbook (editorial Villard Books, 1992), cuya autoría de Henry Beard y Christopher Cerf, considera al libro como el diccionario oficial (y satírico) de lo que es políticamente correcto.
El texto incluye verdaderas joyas de esas expresiones suaves, alejadas de dureza o malsonantes, que pretenden respetar a los semejantes; cito algunas aportaciones de Beard y Cerf, y otras son de mi autoría:
Los feos nacieron cosméticamente diferentes.
No existen políticas corruptas, más bien hay mujeres preocupadas por el bienestar de su familia.
La tercera edad deberá ser sustituida por cronológicamente calificado.
Los fifis opinan que no hay pobres, más bien no traen cash.
Para el gobierno federal la economía de México no se derrumba, simplemente está reflejando un crecimiento negativo.
Las damas del buen decir deciden llamar cirugía estética, en lugar de liposucción, a la operación para quitarse el salvavidas.
El político desempleado no está sentado en la banca, sino descansa merecidamente.
Las empleadas domésticas dejaron de ser las Chachas al recibir el título nobiliario de La felicidad del hogar.
Una expresión verdaderamente ridícula es motear a las Águilas, en lugar de Pollitos, a los jugadores del América.
Mi tocayo prefiere extender la mano para reclamar el nutritivo chayote en lugar del espinoso y jugoso vegetal en el agropecuario de la tinta y el papel.
Mocedades debería sustituir el “hueles a leña de otro hogar”, por “traes carbón de otro anafre”.
El 26 de noviembre de 2006, en el grupo de noticias de Google, foro ‘es.rec.ficción.misc’, Al'diaspar publicó el comentario siguiente: “Uno de los casos más sublimes que conozco es el de aquella profesora (creo que de la Universidad Autónoma de Barcelona) que se negaba aceptar la utilización de la palabra seminario para designar los trabajos de investigación anexos a las cátedras, o las salas donde se realizan, o las reuniones de especialistas para estudiar un problema concreto, porque consideraba que era un término ‘políticamente incorrecto’: etimológicamente, seminario viene de semen”.
En mi religión la sonrisa y la carcajada forman parte de los valores morales.
Porque alguien tiene que escribirlo: En Los Vergeles, la mansión ubicada en calzada de las Américas norte, a escasos metros de la Casa de Gobierno y de la caseta de vigilancia, las tres bardas fueron electrificadas con cinco hilos de alta tensión para protegerla; además, se colocaron cámaras de video exteriores para vigilar las dos cocheras que guardan los automóviles de alta gama.
Los alarmados vecinos se preguntan si la inseguridad pública ya es un peligro en esa parte del fraccionamiento como para semejante despliegue, considerando que, por lo menos, desde hace cuarenta años las casas aledañas no son tocadas, ni siquiera, con el pétalo de una rosa; o hay otras razones poderosas que los vecinos desconocen, como una posible invasión de rusa a la zona dorada de la capital.
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
