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2022: ¿qué sigue? / 2 de 2

  • Jorge Varona Rodríguez

Aguascalientes, Ags.- 2 de abril de 2022.- (aguzados.com).- Ha habido alternancia, pero no necesariamente avance. Las inversiones fluyen en menor cuantía, se ralentiza el ritmo de generación de empleos (INGEGI/ENOE: la media nacional de crecimiento en desocupación es 3.74, y Aguascalientes un poco menos mal: 3.49), y decrece, por tanto,  el bienestar, en parte por el efecto de la situación nacional que al parecer carece de política económica, pero, asimismo, porque, localmente, no se ha sabido dar cauce propicio y respuesta eficaz a los nuevos desafíos y a los complejos problemas que resultan, precisamente, del desarrollo que se había conquistado con el esfuerzo y el trabajo de muchas generaciones.

En la sociedad dividida, en el fondo, yace una cuestión esencial que aún no se ha asumido suficientemente (además de la desigualdad económica): el déficit del diálogo democrático; la ausencia de comunicación eficaz entre ciudadanos, gobiernos (nacional, locales y municipales), y sectores sociales.

El Estado fragmentado no por la separación sino por la contradictoria confrontación-complicidad entre poderes nacionales y éstos con los locales. En la entidad repercute la polarización que emana de la argucia de los sermones, así como por la subordinación del ciudadano que aspira a la subsistencia, ante el poder económico concentrado en la cúpula empresarial que desesperadamente lucha por privilegios.

Abrumado el país entre el fracaso del neoliberalismo, la rigidez tecnocrática y las incoherencias del populismo sin proyecto; es claro el repudio a una derecha ineficaz sin propuesta y sin corazón, así como a una izquierda conflictiva alejada de la democracia; pero también es patente la duda respecto al centro atrapado en la ambigüedad hacia el compromiso social.

La ciudadanía demanda acciones claras y concretas para abordar a fondo las cuestiones para un desarrollo competitivo y justo. Condena privilegios, frivolidad, incompetencia. Desaprueba, enérgicamente, la corrupción y la impunidad de los gobiernos, sea cual sea su signo ideológico. Rechaza las cortinas de humo del escándalo mediático, que centra la atención en lo inmediato, pero no en lo importante.

Genera expectación el Plan de Gobierno PAN-PRI-PRD anunciado para el inicio de campaña electoral. Seguramente contiene un diagnóstico objetivo, metas precisas y acciones pertinentes.

Apuntamos tres desafíos:

1).- Gobernabilidad democrática, en el origen y en el desempeño, con eficacia jurídica de la ley.

2).- Competitividad basada en el desarrollo humano integral con equidad distributiva.

3).- Saldar la deuda social con los marginados para romper ese círculo pernicioso de la pobreza extrema y la desigualdad social, económica, cultural (que nos ha sido legado desde la etapa colonial, y deje de ser pretexto de los demagogos de ocasión).

Ahora están obligados mayoría y minorías (en la realidad no existe la “mayoría”, sino una amplia gama de minorías) para, con voluntad política, hacer de los disensos como base para la construcción de consensos, es decir, una constante búsqueda de la coincidencia en lo fundamental, y lo fundamental es el supremo Interés de Aguascalientes.

La época de las hegemonías, de las unanimidades y de los pensamientos únicos, gradualmente ha sido desplazada. Es insoslayable el diálogo oportuno, en tiempos electorales y en tiempos de gobierno, y subrayo el adjetivo oportuno porque política es tiempo.

Por ello, es hora de reflexionar sobre la visión de futuro que pudiésemos compartir, toda vez que la pluralidad y la diversidad tienen una guía: la democracia, como forma de vida que determina y profundiza la voluntad general.

Consulta y diálogo con todos los sectores y en todas las regiones del estado, que permitan robustecer la confianza social por encima de cálculos coyunturales, pensando siempre en la genuina construcción de un futuro justo y digno para todos.

En síntesis, para la atención de las causas esenciales de Aguascalientes, es menester un permanente ejercicio de eficiencia para fortalecer, al menos el ejercicio y la vigencia de las libertades, los derechos humanos y el Estado de Derecho; seguridad pública; pleno respeto proactivo a los derechos de las mujeres; estimular, apoyar y facilitar todo aquello que sirva para generar empleos debidamente remunerados y, con ello, distribución justa de la riqueza; los derechos de los trabajadores; servicios de salud (por hoy muy disminuidos) y seguridad social; la protección del medio ambiente.

Debe incluirse la demanda de renovar los perfiles de funcionarios y trabajadores del gobierno, (ante todo, son servidores públicos), para acreditar eficacia y transparencia, garantizar resultados coherentes, satisfactorios y oportunos, con una administración responsable y austera. La ciudadanía no acepta gobiernos de camarillas ni de socios ni de negocios ni nepotismo.

Exigencia, asimismo, de la solvencia en el servicio público con acuerdos a la luz del día, a la vista de todos, lejos de concertaciones subrepticias, sin otra explicación que el silencio o la simulación que abre la conjetura de la complicidad.

Esto significa, hacer explícitos, de manera clara y pública, los valores y principios que normarán en el decir y el hacer la responsabilidad del Poder Ejecutivo.

 

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