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Un enfoque acerca de las ideas políticas VII

  • Una interpretación del Renacimiento a la Ilustración (1)
  • Jorge Varona Rodríguez

Aguascalientes, Ags.- 18 de marzo de 2022.- (aguzados.com).- Desde el renacimiento se establece claramente la distinción entre fe y razón, conocimiento revelado y conocimiento adquirido, es decir del descubrimiento (¿redescubrimiento?) de la naturaleza y de la capacidad para conocerla, medirla, cuantificarla; establecer relaciones causales entre las cosas e identificar constantes, “leyes” o “principios”, demostrables empíricamente, que regulan y explican cómo funciona el propio universo (ciencia).

Ulteriormente La Ilustración se sustenta, entonces, en la idea de la racionalidad humana. No obstante, ésta, para Hegel, no es sino una manifestación de la racionalidad dialéctica del Espíritu, el Ser. La idea de la divinidad en las cuestiones humanas se resiste a desaparecer.

Marcuse advierte que, en su origen, en la transición de la edad media a la edad moderna fue la primera fase de la economía mundo. Su forma fue la del Estado moderno (Francia, Inglaterra, España, Portugal, Holanda), conformando la base territorial del mercado nacional, impulsado por “el descubrimiento” de América, su colonización y explotación (África y Asia, asimismo, fueron espacios de expansión del capital) fue la manera como la naciente burguesía forja su poder económico y, con ello, una nueva forma de comprender el mundo, la sociedad y al ser humano.

En su seno forja la noción ideologizada de Europa como el centro cultural y civilizatorio del planeta.

Es la ideología del capital a partir del Estado-nación se expande a las nuevas formas de colonialismo económico, cultural y político.

Las bases teóricas fueron el empirismo y el racionalismo que abren el camino a ciencia y tecnologías en sentido moderno. Y la utilización de éstas para la explotación de la naturaleza y establecer nuevas relaciones sociales de trabajo. Fue el tránsito del siervo al trabajador asalariado.

La exigencia de la burguesía de limitar el poder real en el parlamento, no fue sino imponer al monarca el control de los impuestos y la fuerza económica del Estado para la propagación de la nueva forma de la riqueza: el capital.

Los barcos de guerra iban a delante de las naves mercantiles. Como vertiente singular de la acumulación originaria de capital que explicó Marx, la explotación de las colonias (metales preciosos y monopolio comercial) en los siglos XV y XVI, fue el apogeo de la piratería como política de Estado (Inglaterra, Francia, Holanda), cuyos monarcas expedían “patentes de corzo” (que no fue sino la “legalización” del robo a las naves españolas y portuguesas, que a su vez saqueaban sus colonias).

A partir del Renacimiento y, luego, con la Ilustración (“el iluminismo” la ideología de la razón per se como luz que ilumina la vida humana, social y su devenir), se abre paso una nueva forma de entender el mundo y el hombre, al privilegiar nuevamente la capacidad racional para aprehender la naturaleza y criticar la realidad social.

Se establece la certeza de que, más allá del dogma, el universo es comprensible, medible, cuantificable y que se explica por sí mismo, permite que, una a una, cada ciencia y disciplina, empezando por la Filosofía, se separen de la Teología.

Es la emancipación definitiva del pensamiento racional respecto del dogma; es el predominio de la razón sobre el misterio y de la ciencia sobre la especulación teológica, desde una premisa: independientemente de la verdad revelada (absoluta) hay verdades relativas a partir del análisis crítico mediante un método experimental y riguroso, antes que por la ideología religiosa.

Esta confianza en la capacidad del hombre para conocer y para transformar su realidad natural y social, da lugar a una de las dos ideas centrales del Renacimiento: el progreso material aquí en la tierra. La historia del hombre no es ya la epopeya de su salvación eterna, sino la proeza de conquistar la naturaleza.

No es necesario esperar la otra vida para realizar o alcanzar la felicidad. Es posible lograrlo aquí, en este mundo, en esta vida, con el trabajo y la razón. Es la idea del progreso.

La otra idea es la de la libertad de conciencia. El hombre es libre para creer y para vivir conforme sus creencias. Se recuperan dos conceptos básicos: el libre albedrío y, para los creyentes, la comunicación directa entre Dios y el hombre: la salvación es asunto personal, no es cuestión que puedan imponer la institución clerical ni el Estado, ni es tema colectivo. El pecado y la fe ya no son más asuntos de Estado. La herejía deja de ser delito.

La explotación de los recursos de la naturaleza y del trabajo humano, empleando las aportaciones de la ciencia y la tecnología tanto en la organización económica como en todo el orden social que se ajusta (debe ajustarse) a las exigencias de esta nueva forma de generación de riqueza que se expresa en tres formas críticas: trabajo asalariado, mercancía y capital.

Con ello surge la nueva ideología del poder desprendida de la economía y el comercio. Ya no son la religión ni los privilegios de la cuna la base del orden social y económico, y por lo tanto del orden político, sino el cálculo, la contabilidad, la ganancia, la reproducción del capital mediante la producción de mercancías.

Es la sociedad civilizada que se estructura sobre el mercado, la propiedad y trabajo asalariado. Su ética fundamenta el poder político.

La “sociedad civil” (en su concepción original, como ha ye comentado) es la de los propietarios y de los poseedores de capital. No es toda la sociedad: excluye a los campesinos, los trabajadores y, en general, a los que carecen de propiedad, riqueza e instrucción.

La racionalidad de la economía, que se fundamenta en el cálculo y a la verdad verificada en la praxis, se adapta a la Teoría Política, al Derecho y a las nuevas maneras de organizar el poder público en función de la expansión del mercado y la organización asalariada del trabajo. La idea del progreso económico es traslada a la concepción del Estado y la ideología del poder. Es la aplicación en política de la idea del progreso:

Con ello se aportan nuevas ideas:

  1. la sociedad “natural” no es la comunidad de los fieles sino la sociedad civil, cuyo centro de gravedad es el mercado;
  2. destaca que es moral y lícito todo aquello que permita especulación y concentración (Aristóteles rechazó y, posteriormente, el dogma religioso prohíbe la crematística);
  3. la moral mercantil se asume como punto de partida de la ética social; todo aquello que sirva al desenvolvimiento económico y la acumulación es positivo y justo (utilitarismo);
  4. la tarea del gobernante es asegurar las condiciones para ello;
  5. se establece la separación de lo privado (economía) y lo público (política);
  6. la religión ya no es fundamento para política y economía (independientemente de su utilización ideológica).

 

 

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