- Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags.- 15 de marzo de 2022.- (aguzados.com).- La semana reciente, el miércoles 10, el general en retiro Rolando Eugenio Hidalgo Eddy, exsecretario de Seguridad Pública estatal con los gobernadores Luis Armando Reynoso Femat y Carlos Lozano de la Torre, marchó al otro mundo llevándose en el portafolios la prepotencia, el encono, la agresión, debidamente acreditadas por el jurisconsulto Jesús Eduardo Martín Jáuregui, en su espléndido texto Ora sí allanaron la soberanía... popular, para dar fe periodística de la parafernalia, la humillación y la vejación de que fue objeto en las céntricas calles de la ciudad, cuando el otrora titular de la SSP, Hidalgo Eddy, se dirigía ostentosamente al edificio sede del Congreso del Estado de Aguascalientes, la mañana del 3 de marzo de 2009, escoltado por 35 policías, 4 patrullas y un grupo de 20 mujeres entrenadas en alguna escuela gringa de porristas:
“Uno circula en su cochecito normalmente por la calle Hornedo, llega al cruce de la calle Colón cuando un convoy de vehículos policíacos se apodera de la calle y sin respeto a las indicaciones de tránsito interrumpen la circulación normal, disfrazados de policías una caterva rufianesca atesta los vehículos, algunos ocultan su rostro con pasamontañas. Uno se acuerda de tantos adjetivos descalificativos que las autoridades endilgaron a los zapatistas del ejército del sureste y no comprende porque estos servidores públicos ocultan su rostro. Uno supone que se encuentra en medio de un operativo de esos, que aterrorizan a la población más que las esporádicas incursiones del crimen organizado, pero no, todo estaría tranquilo si no fuera por la presencia ominosa del convoy. Uno comete la osadía de tratar de seguir su camino y un orangután más o menos amaestrado que conduce uno de los vehículos policíacos se lanza a cerrar el paso. Otros de los esbirros apuntan con sus fusiles ametralladoras a todo lo que se mueve” (El Heraldo de Aguascalientes, 4/03/2009).
La maestra y abogada Nora Ruvalcaba Gámez, entonces diputada a la LX Legislatura del Congreso estatal, publicó en Página 24 (4/03/2009) el catártico texto ¿Algo más mi General?, para relatar puntualmente la intimidante actitud del compareciente Hidalgo Eddy, y su deleznable negativa para responder los cuestionamientos de los parlamentarios, a los que regañó como si fueran sus empleados, en el asustado salón Aquiles Elourdy.
Días antes, la mañana del 20 de febrero de 2009, Aguascalientes se estremeció. Los trabajadores del Congreso estaban aterrorizados. Hidalgo Eddy allanó uno de los edificios del Poder Legislativo, sin importarle la constitucional inviolabilidad de los recintos parlamentarios.
En abril el iracundo militar en retiro golpeó en la cara a un agente de la Fuerzas Federales de Apoyo.
Finalmente, el 9 de diciembre de 2014 se anunció que el gobernador Lozano de la Torre le solicitó la renuncia a Hidalgo Eddy, quien cerró el castillo de la impunidad. Guardó el inseparable fuete que casi siempre llevaba en la mano. Se fue en medio del escándalo. Arrugó la servilleta donde juró lealtad eterna. Rompió las fotografías memorables. Lloró frente a la rosa roja disecada que guardaba en El arte de amar, de Fromm. Y en la entrevista para Radio Grupo dejó caer todo su coraje, lanzó el cañonazo —dirigido al Gobernador Lozano de la Torre y sus secuaces—, al revelar que su separación no fue tema en la reunión semanal de gabinete, sino que "fue un simple papel quemado con una huella de alguien que no tiene ni siquiera el valor civil de hombre de llamar y decir, se va usted, es decir, esos son nuestros políticos, esa es la gente que dirige Aguascalientes, que tiene a su descendencia trabajando en el gobierno, a sus hijas, hijos y a su amante. Me voy agradecido con la gente de Aguascalientes que vive lo que vive todo el mundo, no la vida ficticia que viven otras gentes".
Si desde la administración de LARF se conocía el talante represor, las reacciones iracundas, el malévolo proceder de Hidalgo Eddy, ¿por qué lo ratificó el Gobernador Lozano de la Torre? Se le olvidó que al pecado le sigue la penitencia.
Porque alguien tiene que escribirlo: Se venden tres pollos del América por un peso.
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