- Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags.- 24 de septiembre de 2019.- (aguzados.com).- Antes de acudir al Instituto Mexicano del Seguro Social la derechohabiencia debe rezarle al señor Judas Tadeo. La delegación en Aguascalientes es un verdadero desastre. Su titular, Diego Martínez Parra, naufraga en la aguas de la insolvencia profesional, de la indolencia personal y de la incapacidad administrativa.
A los trabajadores de Inseguro Social les queda muy bien la vieja consigna callejera: “Burócratas huevones, por eso están panzones”.
Las historias recibidas en mi correo electrónico son tan viejas como la discapacidad para otorgar servicios médicos que se distingan por su calidad, calidez y rapidez. Va una:
La jefa de familia se cayó de las escaleras. Llega a Urgencias. La atienden de su pierna izquierda. Le colocan una férula y le entregan la incapacidad por 21 días.
Siete días después acude a la Unidad de Medicina Familiar número 10, donde es atendida por la supuesta doctora Ana Laura Domínguez Silva (cédula profesional 8873983), quien decide quitarle la férula, contradiciendo la decisión médica del personal de Urgencias, y le disminuye los días de incapacidad a nueves días.
El problema en la pierna se agrava. La profesionista regresa a la Unidad de Medicina Familiar 10. El doctor que la atiende reconoce que su colega Domínguez Silva, localizable en el módulo de esguinces, cometió un error imperdonable. Y le pone nuevamente la férula.
En menos de un año, el presidente López Obrador ha nombrado a dos directores generales. El primero, Germán Martínez Cázares, ex presidente del PAN, renunció porque la Secretaría de Hacienda ordena al IMSS “ahorro y más ahorro, recortes de personal y más recortes de personal, y un rediseño institucional donde importa más el ‘cargo’ que el ‘encargo’”, que la salud de los mexicanos.
El segundo, Zoé Robledo Aburto, supone que concursando las plazas de delegados —35 el país—, el IMSS tendrá nuevo modelo de funcionamiento, será maravilloso, fraterno, eficiente y suficiente para abastecer de todos los medicamentos a sus pacientes, porque “en el pasado estas plazas se decidían mediante un proceso cerrado y parcial que privilegiaba las relaciones políticas y el compadrazgo, lo cual fomentó corrupción e ineficiencia en la prestación de los servicios a los derechohabientes”.
De entrada, el chiapaneco engaña al nombrar como director de Administración y Finanzas del Instituto a otro chiapaneco, Humberto Pedrero Moreno, diputado federal de Morena con licencia y quien llegó a su curul —2018— acusado de haber obtenido el encargo tras falsificar documentos para acreditarse como miembro de un pueblo originario; es decir, un “falso indígena”, señalaron comunidades de la región de Los Bosques.
También fungió como “secretario de Hacienda durante el mandato de Manuel Velasco (PVEM), de donde fue acusado —por maestros, proveedores y otros acreedores— de haber incumplido compromisos y deudas adquiridas por el gobierno” (El Universal, 01/10/2019).
En el IMSS, el enfermo es un número, un paciente abandonado por el médico y golpeado por el dolor físico.
Porque alguien debe de escribirlo: La Santísima Trinidad de la inexperiencia, de la incapacidad, y de la ignorancia, está representada en la aldea por Manuel Appendini Carrera, jefe de prensa estatal, quien en el segundo balazo del boletín 1511, del pasado viernes 20, aseguró que el “Gobernador del Estado, en compañía de su esposa, la señora Yolanda Ramírez de Orozco, entregó un reconocimiento póstumo a Nazario Ortiz Garza (1893-1991)”.
Al igual que Jesús resucitó a Lázaro, el colaborador de Martín Orozco Sandoval ordenó al difunto Ortiz Garza levantarse. Salir de la tumba. Abandonar el Panteón Santo Cristo. Y trasladarse de Saltillo, Coahuila, a Aguascalientes. Para recibir el “reconocimiento”.
Probablemente el Mesías del Cerro del Muerto nos deleite con otro milagro en el Festival de las Calaveras 2019, al invitar al dramaturgo Ludwig van Beethoven, al músico Salvador Dalí y al poeta Miguel Ángel.
Appendini Carrera debería presentar su renuncia con carácter de indispensable, para regresar al oficio que le distinguió, porque no es lo mismo zangolotearse en la pista de baile burocrática, que moverse rítmicamente en el salón de la investigación periodística.
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