Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags, 16 de junio 2015.- (aguzados.com).- Si tuvieran una pizca de vergüenza, los partidos políticos involucrados en el reciente proceso federal electoral, deberían sumergirse en las profundidades del planeta Tierra, donde se localiza el epicentro de temblores oscilatorios y trepidatorios.
La candidata y los candidatos victoriosos están obligados a guardar el papel picado. Las banderolas y la manta del “Ya ganamos”. Las matracas y las maracas. Los jingles y la música de ocasión. Los discursos retóricos y los memes. La alegría y la algarabía. Nada se tiene para festejar. Menos para celebrar.
Aguascalientes forma parte de las tres entidades con mayor abstencionismo en México, al acumular el 63.63%, la tasa más alta de que se tiene registro desde 1991, muy superior a la media nacional de 52.28% en 2015.
Aguascalientes forma parte de los tres estados con mayor cantidad de voto nulo en el país, al sumar 6.83% del total (21 mil 998 sufragios), muy arriba de la media nacional de 4.46%.
El Distrito I, conformado por los diez municipios del interior del estado, tuvo el porcentaje más bajo de anulados: 5.17
El Distrito II acumuló 7.36%, que se traduce en 8,543 sufragios nulos. Este grupo representa la cuarta fuerza política local, superando en la preferencia a siete partidos que obtuvieron una votación menor al total de las boletas anuladas.
El Distrito III contabilizó 8.01%, con 7,912 boletas nulas. En esta demarcación los anulistas se consolidaron como la tercera fuerza política estatal.
Gregorio Goyito Zamarripa Delgado (Distrito I), Arlette Muñoz Cervantes (Distrito II) y Jorge López Martín (Distrito III) fueron electos, en promedio, por el 13.4% de los ciudadanos inscritos en la Lista Nominal del INE; es decir, que el 86.6% no votó por ellos. Con pírrica representación llegarán a la Cámara de Diputados. ¿Estarán apenados? No creo. La vitamina “P”, de Poder, desarrolla vanidad y fortalece soberbia.
El monumental rechazo de los aguascalentenses a candidatas, candidatos, partidos, gobiernos, políticos y demás especies non gratas, fue generalizado, puntual y exacto. Se presentó, tanto en las zonas marginadas del oriente de la ciudad, como en la Zona Dorada del norte citadino y en los territorios clase medieros altos, medios y bajos.
El lapidario comportamiento del ciudadano sirvió para destruir algunos Mitos Geniales, tan socorridos en campañas electorales, como la elección de Estado; el peso especifico del acarreo y la movilización a las urnas, para construir el triunfo; el abstencionismo favorece al PRI; la efectividad del dinero para la compra de votos; la operación de viejos liderazgos en colonias populares; la entrega de despensas, recursos materiales y demás apoyos subvencionados con dinero del contribuyente, para conquistar a los sufragantes, que por cierto, agarraron hasta puñaladas, pero jamás se presentaron en las casillas; y la invocación del voto nulo para justificar la derrota del PRI, tan común en Aguascalientes durante el sexenio lozanista.
El lejano miércoles 18 de julio de 2012 escribí sobre de este último punto, a propósito del humillante descalabro de Miguel Romo Medina e Isidoro Armendáriz García (candidatos a senadores), y de Irma Patricia Muñoz de León y Alfredo González (candidatos a diputados federales), porque pretendieron salvar su inferioridad con el cuento silvestre, siempre desestimado por este Vale al Paraíso: la derrota, dijeron ella y ellos, se debió al altísimo porcentaje de voto nulo propiciado por una confusión del electorado al sufragar por el PRI y el PVEM en la misma boleta.
Y argumenté:
Con la autoridad moral que le da el servicio civil de carrera y la capacidad profesional, Ignacio Ruelas Olvera, presidente del Consejo Local Electoral del IFE en Aguascalientes, salió al paso de las infundadas afirmaciones para salvar el honor del electorado, sentenciado sin juicio previo: no hubo confusión, el ciudadano no carece de facultades mentales, “el voto nulo fue racional y decididamente manifestado en contra de las opciones presentadas para votar este 1 de julio”.
El retrovisor de la historia enriquece la declaración del funcionario federal al reflejar que en la entidad el voto nulo se triplicó en 19 años al pasar de 2.69% en 1991, al 7.97% en 2012. Echarles la culpa a los demás es parte de la condición humana escasa de peso y talla.
Meses después, el miércoles 10 de octubre, retomé el tema y aboné:
En sesión pública de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, celebrada el pasado miércoles 15 de agosto, todos los magistrados desecharon el argumento de que en las recientes elecciones para diputados y senadores, el sufragante se “confundió” al cruzar simultáneamente los emblemas del PRI y del PVEM en distritos donde no estaban matrimoniados. “No podemos entrar a pensar qué determinó cada ciudadano para marcar así la boleta”, reflexionaron, segúnla versión estenográfica de esa reunión.
Los resultados de la elección del 7 de junio de 2015 confirman la tendencia histórica: casi el 7% del total de votos se fue a cofre dorado de los nulos.
El triunfo de abstencionistas y anulistas es inobjetable en Aguascalientes, al sumar 73.46 del porcentaje del total.
En el sofisticado electorado de Aguascalientes está arraigado el abstencionismo, el desprecio a los partidos políticos, el rechazo al gobierno, el repudio al diputado, la imparcialidad del INE en Aguascalientes; el desencanto ciudadano y el sufragio anulista, que representa una trascendente expresión y una importante fuerza política, en la democracia representativa.
Me parece imposible que los políticos y sus partidos recapaciten. Se transformen. Cambien. Se modernicen. La transparencia, el profesionalismo y la responsabilidad, como divisas, no son lo suyo.
Porque alguien tiene que decirlo: El Consejo General del Instituto Electoral del Distrito Federal aprobó la asignación de las 26 diputaciones de representación proporcional de la Asamblea Legislativa para cada uno de los partidos políticos. Al Movimiento Ciudadano le corresponde una y es para el aguascalentense Jesús Armando López Velarde Campa, mejor conocido en el bajo mundo de la alquimia electoral, como Armando López Trampa.
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