Miércoles, 02 Julio 2025
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PONDERACIÓN DEL SERVICIO PROFESIONAL ELECTORAL I

 

 

  • La ética profesional sostiene la legitimidad, la confianza de la sociedad y la calidad del servicio

 

Ignacio Ruelas Olvera

 

Aguascalientes, Ags, 01 de julio de 2025.- (aguzados.com).- Las elecciones del 1º de junio son ya un parteaguas de la historia, la circunstancia, la realidad. Quedará en la memoria una reforma incompleta, llena de odios y rencores. Con el habitual basureo demagógico y falsario a los actuales servidores del Poder Judicial, que ninguno está denunciado en tribunales; que no es cierto que son una sangría para la nación, solo el 1% del presupuesto de la federación atiende la justicia en México. Requería una reforma profunda para adecuarlo al siglo XXI, no a la época de Juárez.

La circunstancia de crear “con interpretaciones a modo camaradauna mayoría no democrática, que no es mayoría, solo es primera minoría, un tercio de ciudadanía y 0.25 de población. El despotismo de poder como “un fantasma recorre” México. En la virtud de una realidad lacerante en que el diálogo está inhabilitado, la libertad de expresión como dádiva en narrativas oficiales; una oposición “ciega, sorda y muda”, escudada en la ética del camaleón: ¡ellos se acomodan! Condiciones propicias para concierto a una sola voz.

El Servicio Profesional Electoral y Rama Administrativa, SPERA, fueron garantes de una elección, a pesar de leyes secundarias inconclusas. Su ética profesional democrática es mucho más que un ligado de normas de conducta. La ética profesional sostiene la legitimidad, la confianza de la sociedad y la calidad del servicio. Se constituyó en dínamo de una sociedad plural y participativa. En esa divisa el SPE del IFE/INE impulsó los primeros pasos de una democracia de calidad. Todo indica que seguirá la suerte de los órganos autónomos. Revisemos los signos.

Su Profesionalismo fundó una comunidad electoral con virtudes cívicas. En efecto, no es neutral, involucra una responsabilidad hacia el bien social, político, democrático…, de la vida compartida. El SPERA es y ha sido IMPARCIAL, su ética no solo aplica reglas, además cultiva hábitos de juicio, empatía y compromiso con la vida pública. La ética profesional se convierte así en una forma de ciudadanía activa.

La ética del SPERA siempre ha sido transparente y rinde cuentas, exige, actúa con integridad, especialmente cuando el procedimiento electoral se instrumentaliza como la experiencia del primer día de junio. Con mucho, el SPERA ha sido garante de la transición civilizada del poder público. En más de tres décadas no permitió que la corrupción profesional minara la legitimidad institucional. Fue necesario mucho diálogo para encontrar rutas de calidad del servicio civil de carrera, códigos deontológicos y mecanismos de control ético fueron esenciales para fortalecer la confianza ciudadana. Como queda demostrado en la verdadera demoscopía “científica”.

Autonomía y deliberación, la cartografía de la ética profesional democrática se fundó en un servicio que fue reconocido y admirado por el mundo democrático. No solo atiende las normas bajo el principio de legalidad (nunca de ocurrencias), sino que ha promovido la deliberación crítica. La democracia de calidad no es tema solo de los integrantes del servicio profesional, es una responsabilidad de Estado, “en sus causas” no en las compras y coacciones al voto. Quienes soportaron la ausencia normativa de la elección judicial fueron los miembros del servicio profesional y de la rama administrativa y, a la manera del Jazz, lograron que en la improvisación se mantuviera en el tono de la legalidad y la imparcialidad. Los apologistas del acordeón no lograron comprender, se los impusieron como ideología. En democracia se debe ser capaces de cuestionar órdenes injustas y actuar conforme a principios éticos, incluso frente a presiones políticas. No es ético formar un electorado para el populismo.

Formación ética como base, nadie puede negar que la integración, formación, capacitación, actualización, en la ética profesional no se improvisa, es mérito de una formación continua y reflexión crítica. La ética profesional contribuyó a la formación de una ciudadanía democrática al fomentar la inteligencia práctica, la sensibilidad moral y la capacidad de juicio autónomo. La prueba de ácido es, sin duda, los niveles de cooperación de alta calidad de la ciudadanía para hacer posible la regla de oro del procedimiento electoral mexicano, la autoridad administra el procedimiento y la CIUDADANÍA ORGANIZA LA ELECCIÓN; además, realiza escrutinio y cómputo de la casilla y lo informa de inmediato, en estrado, en resultados electorales mediante PREP-casilla, actas para cómputo y para Internet. No hubo ninguno.

La ética de servicio profesional en la democracia mexicana no es un lujo, sino una necesidad estructural. El SPE parece “escuchar los pasos del sepulturero”. El SPE logró la legalidad del procedimiento, que como lo señala Ortega y Gasset, “es el mísero detalle”, eje de la democracia. La legitimidad no se logró por la razón de la que: la política enmudeció, se instrumentalizó “el bienestar” como deuda electoral, por acoso, por simpatía, por lealtad política. En la posmodernidad la legitimidad no funciona si el dialogo no logra su ontología: SER.

 

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