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De normalistas, represión y aniversarios / ¿Qué sucedió el 2 de junio de 2010?

Carlos Gutiérrez Gutiérrez

Aguascalientes, Ags, 04 de junio 2017.- (aguzados.com).- Por cortesía de noticen.com.mx, “Las buenas noticias”, y por ser del interés general de la ciudadanía, se reproduce íntegra la crónica que escribió el colega Carlos Gutiérrez Gutiérrez.

Como cada año, las estudiantes de la escuela normal rural “Justo Sierra”, de Cañada Honda, habían turnado su pliego petitorio, sin embargo, ante la indiferencia de las autoridades de educación, a quienes después de todo les quedaban cinco meses en el cargo antes de finalizar sexenio,  menospreciaron el conflicto, enconando las posturas y la tarde del 2 de junio de 2010, las normalistas, apoyadas por estudiantes de otros planteles del país, tomaron las instalaciones del Instituto de Educación, reteniendo a funcionarios y a un reportero, al interior del inmueble.

Suena mi teléfono, eran ya las 7:00 de la noche, al ver que era mi jefe y por la hora, sabía que algo delicado había sucedido.

-Señor Ombudsman, a tus órdenes.

-Necesito que te traigas tu cámara, voy rumbo a tu casa y necesito con urgencia que me acompañes- fue la instrucción que me dio el entonces titular de la Comisión de Derechos Humanos, Omar Williams López. Yo era el coordinador de comunicación social del organismo.

La llamada inesperada. Su tono de voz agitado y con el tema de las normalistas que días antes ya habían puesto de cabeza el tráfico con sus bloqueos intuí que algo delicado estaba sucediendo.

Cuando llegué a casa por mi cámara camino al Instituto de Educación me instruyó a documentar en imágenes todo lo que estaba por suceder, ya que le habían llamado advirtiendo de la radicalización del operativo de la policía y nuestra presencia buscaría, tratar de inhibir la violencia y un trato moderado hacia los estudiantes que sumaban más de un centenar, apostados afuera y en el interior del Instituto.

-Esto se está poniendo cabrón, necesitamos que dialoguen y que lleguen a acuerdos porque veo cada vez menos tolerancia del gobierno, y más encrespados los ánimos de las normalistas- me soltó mi jefe mientras conducía veloz rumbo al IEA.

Al llegar, el boulevard a San Luis Potosí ya estaba bloqueado por decenas de patrullas, de tal forma que, dejamos el auto retirado del lugar en donde estaban los elementos de la policía estatal, al mando del general Rolando Eugenio Hidalgo Eddy, quien se distinguía por su intransigencia y violencia en sus operativos contra delincuentes, pero esta vez eran estudiantes.

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Justo cuando arribamos a las instalaciones, como si sólo estuvieran esperando nuestra llegada, comenzó el operativo de desalojo.

Eran en ese momento después de las 7 de la noche cuando inició el ingreso de los policías al edificio. Con los primeros que se enfrentaron fue con un grupo de seguridad apostado a la entrada principal del edificio.  Eran todos normalistas hombres, quienes cubrían sus rostros con paliacate, mantenían, hasta ese momento, infranqueable el acceso.

De hecho, la policía penetró al inmueble por las diversas entradas del enorme complejo de oficinas, en una acción perfectamente sincronizada.

Ya adentro, decenas de policías comenzaron a golpear a cuanto normalista se les atravesara a su paso sin importar que fueran mujeres u hombres, ya que la consigna era clara: desalojar el inmueble y rescatar a los funcionarios y al reportero, a quienes tenían detenidos en contra de su voluntad.

Entre los retenidos estaban el titular de educación Oscar Ponce, Gabriela Gutiérrez, coordinadora de comunicación social, Marcelino Flores Lozano, Director de Educación Media Superior, Mario Gutiérrez Reyes, Subdirector de Normales y el periodista Maurilio Batres, de Hidrocálido, de hecho, el agravamiento de la salud de Marcelino Flores y Maurilio Batres, el primero de ellos con los efectos de la diabetes e hipertensión, y en el segundo, por epilepsia, fueron el factor determinante para llevar a cabo el operativo con el fin de liberar a los retenidos, y especialmente a los enfermos.

Las dos personas quebrantadas, presentaban ya signos de un estado de salud delicado, pues sus afecciones exigían, ya para esas horas de la noche, el suministro de medicamentos y atención hospitalaria.

El general Eddy, al frente de los granaderos, cargando un fuete en mano derecha, iba golpeando a quien se le pusiera en frente en su camino hacia la Dirección General del Instituto, mientras ordenaba el sometimiento y detención de los normalistas.

Al llegar a la puerta del edificio principal, ésta se encontraba bloqueada por decenas de normalistas, quienes fueron sometidas a golpes, empellones, algunas fueron arrastradas, logrando así despejar la enorme puerta de cristal, misma que derribaron para ingresar al inmueble, en donde había más normalistas, a quienes les brindaron el mismo trato que a los demás.

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En esa parte del operativo, quienes custodiaban la entrada al edificio principal del IEA, eran puras normalistas mujeres.  A varias de ellas las tiraron al piso sin ningún tipo de consideración y los policías se les fueron encima, así, literal, los elementos las mantenían inmovilizadas en el piso con sus propios cuerpos aplastándolas bajo sus escudos.

No supe en qué momento mi jefe, pasó de observador y gestor para que los policías no las golpearan, a ser parte activa en el operativo, liberando a normalistas aplastadas.  Él comenzó a rescatar a normalistas de los pesados cuerpos de los policías.

Williams, de complexión corpulenta, con sus manos, comenzó a cargar en vilo a los elementos que mantenían a las jovencitas inmovilizadas en el piso.   Sujetándolos del cinturón y la parte trasera de sus chalecos antibalas, los fue removiendo, quitándoselos de encima a las normalistas para que pudieran librarse de esa tortura. Fueron momentos de confusión, golpes, gritos en medio de la oscuridad.

Los elementos policiacos, conforme avanzaban, iban neutralizando a golpes a los inconformes, y una vez sometidos, los iban reuniendo en grupos de 10 o 20, obligándolos a permanecer sentados en el piso y amedrentándolos con los toletes y con perros entrenados para este tipo de operativos violentos.

Esta operación no se llevó más de 20 minutos cuando la situación ya estaba controlada.

Una vez que la policía tuvo el control del inmueble, las dos personas enfermas fueron trasladados a un hospital para recibir atención médica y los funcionarios retenidos, salieron del inmueble.

El general Eddy nos mostró unas 12 armas blancas, entre cuchillos y machetes, supuestamente decomisados en el operativo. De eso no me consta porque todos los normalistas que yo pude ver, ninguno de ellos traía cuchillos, sólo un palo largo, a manera de bastón, que suelen usar como arma de defensa.

Con la situación controlada y decenas de estudiantes detenidos, concentrados en la explanada principal del edificio, tirados todos al piso, en medio de la oscuridad, apareció Ángeles Aguilera, “La China Aguilera” quien en ese momento ostentaba el cargo de Subsecretaria de Gobierno de Luis Armando Reynoso Femat.

-Qué hacemos licenciada, yo en este momento le entrego a usted las instalaciones ya recuperadas y a las personas ya liberadas, pero tengo muchos detenidos, ¿qué les hago?, le preguntó el general, quien desde el inicio del conflicto había manifestado su malestar por exponer así a su corporación en la solución de un problema de carácter político y que estuvo mal manejado desde el inicio.

Después de titubeos, atinó a decir:

- A poner a disposición de la autoridad mi general, hay que ponerlos a disposición.

-¿A todos? Son muchos más de 100, ¿de verdad quiere que a todos?, le espetó el general y el silencio se hizo.

Mientras tanto, mi jefe y yo, nos interponíamos entre los normalistas y los policías porque a pesar de que ya los tenían sometidos, les seguían brindando puntapiés y rodillazos.

-Mira, Carlos, ve con aquel grupo porque los polis se están pasando de lanza.

En efecto, los policías estaban amedrentándolos con perros y con patadas, cuando yo llegué se moderaron, pero la tensión seguía muy elevada.

Finalmente lo que decidieron fue, consignar a 23 normalistas a quienes presentaron ante el Ministerio Público y al resto, se los llevaron a la normal, a bordo de los mismos autobuses que usaron para llegar, de Cañada Honda, a la ciudad.

Así fue como terminó esa tarde del 2 de junio de 2010, fecha en que las normalistas siguen conmemorando como una fecha especial en la historia de su activismo estudiantil.

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