Domingo, 24 Noviembre 2024
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Notas acerca de las ideas políticas XXI

 

El pensamiento liberal (1)

 

Jorge Varona Rodríguez

Es necesario partir de la diferenciación de liberalismo filosófico (fundamento ético de la libertad y de los fines de la libertad, que implica responsabilidad), del liberalismo político (libertades cívicas y derecho de participar y decidir sobre las cuestiones públicas) y del liberalismo económico. Éste fue el punto de partida para exigir los espacios para la acción de la clase capitalista ante los límites del absolutismo, pero requirió soporte doctrinario filosófico para reconocer su validez universal, y de pasada pulir lo prosaico de sus ambiciones. De ahí, a lo largo del tiempo, derivó al ámbito de las libertades políticas, no únicamente para propietarios terratenientes (aristocracia) o dueños de capital (burguesía), sino para todos los individuos, independientemente de posición social, riqueza o instrucción, lo cual se conquistó a golpes revolucionarios de la lucha de clases.

El liberalismo es un “fenómeno histórico que se manifiesta en la Edad Moderna y tiene su centro de gravedad en Europa”. En su origen posee motivación e interés económico, que para su real vigencia amplió su argumentación al plano filosófico y político. “Significa individualismo; y por individualismo no se entiende sólo la defensa radical del individuo, único y solo protagonista de la vida ética y económica contra el Estado y la sociedad, sino también la aversión a la existencia de cualquier sociedad intermediaria entre el individuo y el Estado, por lo que tanto en el mercado político como en el económico el hombre debe actuar por sí sólo”. (Nicola Matteucci)

Mario de la Cueva explica que la ambición de libertad “abrió los carriles por los cuales se precipitaría la concepción individualista de la sociedad y del hombre. Individualismo, cuyos antecedentes se remontan hasta los sofistas, devino el estandarte para asegurar las libertades del espíritu, pero sería también el arma terrible que usaría la burguesía para imponer nuevamente su dominio a los hombres sin tierra y sin riqueza”. (La idea del Estado).

Para Guido de Ruggiero (1888-1948. Historia del liberalismo europeo) existen tres fuentes modernas del individualismo liberal derivados 1) de la Reforma; 2) del iusnaturalismo; 3) individualismo económico.

Cita a Emes Troeltsch (1865-1923. El protestantismo y el mundo moderno), para quien la Reforma no sólo fue la oposición teórica y práctica “contra la cultura eclesiástica, autoritaria e intolerante de la Edad Media”, sino, acaso más importante, el rescate de las convicciones y libre examen de conciencia del individuo.

El derecho natural moderno reconoce (Hobbes, Spinoza, Leibniz, Kant, Pufendorf, et altra) la “autonomía y la actividad del sujeto, libre de todo presupuesto objetivo (y en particular teológico) y explicable mediante la razón, esencial instrumento de la subjetividad humana". (Guido Fasso. 1915-1974. Historia de la filosofía del derecho. Citado por Troeltsch)

Esta idea del individualismo económico implica, en última instancia, que la sociedad se reduce a relaciones mercantiles. Crawford Macpherson (1911-1987) afirma que "el individualismo posesivo" alude a una sociedad en la que “las relaciones sociales son relaciones de mercado”. No solamente oferta y demanda de mercancías, explica, sino seres humanos que acceden a intercambiar por salarios sus capacidades, libremente, pero acuciados por la necesidad de sobrevivir en una sociedad que impone esición y enajenación de su personalidad y su conciencia (Marx). “Es más, se ponen de manifiesto los ideales de la nueva sociedad económica, extracción y acumulación desmedida de riqueza sin restricciones externas de carácter moral o religioso”. (La teoría política del individualismo posesivo). 

El individualismo económico, base del pensamiento de Locke, los individuos, “utilizando su audacia e iniciativa en el juego económico”, supone que al satisfacer sus necesidades propias con ello benefician a la sociedad. Así, no serán la Iglesia “con sus normas morales”, ni el Estado “con sus leyes”, los encargados del bien común, sino “los individuos serán desde este momento el punto de partida para generar el bienestar social en condiciones en las cuales su libertad no sea entorpecida”. (Sajid Herrera Mena. El individualismo liberal)

En rigor, sugiero, el liberalismo económico no se opone a la acción del Estado, sino que necesita su accionar –sin pregonarlo-- precisamente en consonancia con los intereses de determinados individuos: los propietarios. Y rechazan cualquier instancia intermedia no únicamente para ser el único interlocutor del Estado [incluso controlar o “privatizar” el Estado], sino para evitar la acción organizada de los trabajadores, “asociaciones libres” (sindicatos, gremios, partidos de masas).

La aceptación posterior de esas “asociaciones libres” [en el siglo 18 y buena parte del 19, las rechazaba porque afectaban, a su decir, la libertad económica], fue la respuesta inteligente de los propietarios a la emergencia organizativa e ideológica del proletariado a fin de asimilarlo al “sistema” y, supuestamente, para “proteger al individuo del Estado burocrático”. Puede entenderse, por otra parte, como la “institucionalización” de la lucha de clases para evitar su consecuencia más temida, la revolución, y la coexistencia de la ideología liberal de los propietarios y la ideología de la justicia social.

Empero, Sabine subraya que “es una burda exageración que los ideales del gobierno constitucional y libertad personal no representan sino los intereses de la clase media” [burguesía], ya que, “si en un principio esta clase fue el principal vocero de estos ideales”, éstos adquirieron valor universal. Lo cual es totalmente cierto. No obstante, en todos los casos, ante la emergencia reivindicatoria, fue necesario forjar un pacto de dominación de esa clase “media” capitalista sobre el resto de la sociedad, con distintas connotaciones según posición de poder, capacidad de movilización y estrategia de las clases sociales en cada país. Por ello, esos ideales se institucionalizaron y aplicaron de diversas maneras, con distintas consecuencias y resultados, acorde a la circunstancia histórico-cultural, la dialéctica de la lucha social y política, condiciones económicas y posición internacional de cada país (dominante, subordinado o periférico, así como la dependencia o complicidad entre élites nacionales y multinacionales). Basta pensar en las formas liberales en Europa occidental en contraste con la Europa central o del este, o en América, anglosajona o latina.

 

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