- El pensamiento moderno (3)
- Spinoza y el materialismo
Jorge Varona Rodríguez
Aguascalientes, Ags.- 26 de junio de 2022.- (aguzados.com).- Spinoza fue expulsado de España y proscrito de la comunidad judía por su pensamiento libre y sin concesiones. Lo cual lo indujo a una vida discreta dedicada al estudio y la reflexión. Por ello, no sólo por su obra pionera, Spinoza es visto como héroe intelectual: la valentía “de su carácter filosófico. Ni el coraje de Giordano Bruno ni el vértigo de Blas Pascal, sino la serena lucidez de Spinoza”. Gilles Deleuze lo llama “el príncipe de los filósofos”. Es el “heroísmo de la imaginación, de la acción y el deseo de libertad; el heroísmo del descubrimiento intelectual, que exige fuerza de clarificación e imaginación teórica. En Spinoza, la resistencia y la dignidad, el rechazo a la agitación de una vida sin sentido, la independencia de la razón, no son preceptos morales, sino teorema ético” (Alfredo Lucero-Montaño)
Spinoza reiteradamente propone “desde su objetivismo, ‘disponer las cosas de cierta manera’ para reducir así el margen de error, traducido en pecado ... Evitar el pecado político sólo se puede aspirar a conseguir ‘si se ordenan de tal suerte los asuntos del Estado, que nada de cuanto se refiere al bien común se confíe totalmente a la buena fe de nadie’” (Joseba Pascual Alba. Ontología política de Espinosa. Universidad del País Vasco).
Fundamenta la acción humana en la racionalidad de la ética, expresión de la libertad. Incluso, anticipo del pensamiento marxista, el ser humano es “una especie en movimiento”. Para entender al hombre debe entenderse la “secuencia o pauta de sus movimientos” (Stanley Rosen). Es decir, el desarrollo de la economía, el trabajo, el pensamiento y la sociedad.
Antonio Negri explica que “Spinoza funda el materialismo moderno en su más alta expresión, es decir, determina el horizonte propio de la especulación filosófica moderna y contemporánea, que es el de una filosofía del ser inmanente como negación de todo orden previo a la constitución del ser y al obrar humano. El materialismo spinoziano no supera, sin embargo, los límites de una concepción puramente espacial --galileana-- del mundo”. (Citado por Lucero-Montaño. Spinoza Contemporáneo).
Para André Tosel (citado por Sebastián Torres) “Spinoza sería un proto-liberal”, sin embargo “más allá de ciertos elogios al comercio, su posición final en última instancia incluso no llega a ser liberal, más bien se recostaría sobre una alternativa clásica, la del filósofo que se aparta de los bienes fútiles”.
Si para algunos historiadores del pensamiento político Spinoza es precursor del materialismo, en cambio estimo que también podría considerársele un antecesor de Hegel si atendemos estas expresiones: “el orden humano queda ‘deducido’ a partir del orden eterno científicamente revelado”, y “el orden eterno se vuelve accesible mediante un análisis de este orden humano” (Rosen).
Para el materialismo, evidentemente, la sustancia no es emanación divina que se manifieste en la naturaleza o identificada con la divinidad misma, en contraposición con las teorías dualistas que llegan a admitir dos substancias: lo material y lo ideal como equivalentes. Así, “el materialismo dialéctico rechaza la existencia en el mundo, de alguna substancia homogénea, uniforme e invariable … la substancia, es decir, la esencia del mundo, su base, radica sólo en la materia que se encuentra siempre en movimiento y constante desarrollo. Esta es la noción de substancia más clara que se tiene dentro del estudio de la unidad y diversidad del mundo”. (David Efraín Misari Torpoco).
En cuanto a política, según Spinoza, deja de ser actividad de caballeros, para convertirse en “actividad de científicos o políticos [Sócrates/Platón] que han sido decisivamente influidos por una interpretación científica de los asuntos políticos”. Acorde con Maquiavelo sustenta que “la fortuna” puede ser dominada “por hombres fuertes”. Coincide además en sus apreciaciones en el sentido de que entiende a los hombres “tal como son, no como quisiéramos que fuesen”. Desde otra perspectiva, sigue la línea de pensamiento de Descartes y Bacon: el predominio de la razón sobre la pasión. “La razón liberada de la pasión es la ciencia”. Asimismo, prosigue los razonamientos del propio Maquiavelo, Hobbes y Descartes en cuanto a liberar la razón de la religión. “Las falsas utopías serán reemplazadas por una voluntad de poder científicamente regulada” (Rosen).
Comparte con Hobbes que la sociedad surge debido a que “el individuo inteligente” reconoce “las ventajas de la unión con el compromiso”. Así, en la sociedad satisface sus necesidades y deseos, “un aumento eficiente de su potencia individual”. El paso del estado natural a la sociedad civil antes que un acto de poder es “condición de la filosofía” (Ética), en lo cual también converge con Descartes. Esto es, la comprensión amplia de la naturaleza y del ser humano tendiente a su conservación. La creación del poder político es con el afán de salvaguardar la existencia individual y frenar las pasiones humanas. Ello obliga al individuo a la obediencia al Estado, conformado según “la recta razón” y en beneficio de todos” (Tratado político).
Las leyes buenas transforman la pasión en virtud, y logran la obediencia por la razón y no por el temor. Los problemas religiosos y políticos no son sino “expresión de un problema único, reincorporar la razón a la tierra” (Touchard).
El propósito de la ciencia política “es idéntico al fin de la ciencia natural”, ya que “las leyes que gobiernan su conducta [de los humanos] pueden deducirse de las leyes generales. Por ello niega el carácter solamente humano de la política, sino que es parte indivisa del orden universal [¿otro anticipo de Hegel?]. Empero, la deducción matemática puede servir para el estudio de las piedras, pero no de la actividad política”. La racionalidad no científica “alcanza su pleno desarrollo en la sociedad política”, ya que su organización responde a sentimientos y deseos subjetivos [ambiciones e intereses]. Eliminar las “corrupciones perniciosas de la religión”, es el método adecuado para que la ciencia política preserve la filosofía.