- Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags.- 12 de octubre de 2021.- (aguzados.com).- A diferencia de la inmensa mayoría de los políticos rijosos, busca pleitos, Kobe y Cleo se llevan bien. Conviven en santa paz. Hacen de su hogar un dulce hogar, donde la armonía es la reina del espacio terrenal compartido por dos mascotas de buenos sentimientos y refinada educación.
Kobe es el producto amoroso de pomerania y chihuahua. De tamaño pequeño. Más peludo que el recién comprado plumero. Tiene cinco años.
Cleo (Cleopatra) pertenece a la raza Bombay. Le distingue su tamaño mediano y ojos tapatíos. Es la pequeña de la familia. Con tan solo siete meses de edad tiene una vida por delante.
Macho y hembra coinciden por el noble gesto de Mario y Betty, quienes deciden darles posada en calidad mascotas de acogida. El perro, tomado de la pata, arriba de la calle por mi hijo Mario. Tiempo después la gata se agrega al colectivo. Le fue regalada a Betty por un japonés, compañero de trabajo.
Con el ingreso de Cleo se acaba la tradición familiar exclusivamente perruna, iniciada hace seis décadas por mis queridos padres, cuando llegó a la casa del Pasaje Ortega la recordada Careta, una preciosa dálmata que seguramente se salvó de las perversas intenciones de Cruella de Vil.
Los gatos son muy limpios. Libres. Independientes. Autónomos. Seguramente por esas y otras valoradas prendas, han hechizado a destacados escritores como Balzac, Capote, Cortázar, Hemingway, Mariko Koike, James Bowen y Enrique Rodríguez Varela, por ejemplo.
Para el Chamuco Rodríguez Varela, Tonchis, su gato, es el amo nocturno de su casa. Entre sueños lo escucho correteando por la casa, de una habitación a otra, de la sala comedor hasta mi recámara, allí brinca de un salto hasta lo más alto de la puerta que da al patio y se sostiene, increpando a la luna, y luego se suelta y sigue con su carrera frenética.
Cuando es la hora de partir, Tonchis lo sabe y me acompaña hasta la puerta de salida; y me mira con una mirada tierna, como diciendo, que tengas un buen día, ¡aquí te espero! Antes de salir a la calle, rezo otra oración y volteo a ver a Tonchis.
Antonio Marin Cervantes, en el portal Frickr, recuerda de Julio Cortázar: Cuentan sus amigos que cuando no lo veían conectado a una radio en la transmisión de un cotejo de boxeo encontraban a Cortázar amarrado a sus gatos. El narrador había entablado una especial relación desde la niñez. En la casa de Banfield, a las afueras de Buenos Aires, gatos era lo que más había. Pero en la vida de Cortázar hubo dos mascotas que recibieron mimo sin medida: Teodoro Adorno, macho, y Flanelle, hembra. El primero había recibido el nombre en homenaje al homónimo filósofo marxista y sociólogo alemán. Nacido en 1903 y muerto en 1969, Adorno (el hombre) fue uno de los principales exponentes de la Escuela de Frankfurt, ciudad de donde era oriundo. Pero de los dos gatos, Flanelle era la consentida.
Entre los millones de kilómetros y toneladas de información que guarda Google, encontré el texto de Irv Trinidad (Media, 27/06/20): Amar como se ama a un gato. De forma libre y sin apegos, quien se esconde cuando lo buscas y que se entrega cuando lo ignoras.
Te enseña, te cambia y te transforma, te acompaña sin invadir y le acompañas dejándolo ser, y como un felino por las noches, juega y conquista, sale a la guerra. Y sin embargo, es capaz de transformar una casa vacía en un hogar.
Cortázar recomendaba "Querer a las personas como se quiere a un gato, con su carácter y su independencia, sin intentar domarlo, sin intentar cambiarlo, dejarlo que se acerque cuando quiera, siendo feliz con su felicidad”.
Seguramente la fama de que “se llevan como perros y gatos”, se debe a los belicosos políticos, no a los amistosos perritos y gatitos, como Kobe y Cleo, mostrados al final de esta columna
Porque alguien tiene que escribirlo: Hasta la próxima.
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