- Raymundo Canales de la Fuente
Ciudad de México.- 3 de octubre de 2021.- (aguzados.com).- Personalmente, firmé por lo menos dos manifestaciones públicas contra la aparente persecución de científicos en México utilizando las herramientas de administración de justicia del Estado.
La sola idea de la existencia de una estrategia en este sentido nos hizo revolver el estómago y reaccionar de forma rápida, virulenta y francamente precipitada. El presidente López Obrador, que efectivamente es un político como el que no había visto México en muchos años, por supuesto estaba consciente de los efectos esperados en la sociedad mexicana y especialmente entre la clase intelectual, porque los hechos implican un ataque finamente dirigido en contra de un segmento de ese sector.
Con la cabeza más fría resulta obvio que, contando entre las filas de la Cuarta Transformación con un procurador como Gertz Manero, que efectivamente es un experto en derecho penal, me resulta poco creíble que ambos pudieran suponer que podría progresar una denuncia tan absurda como una acusación por delincuencia organizada contra quienes no forman parte de las filas del narcotráfico o del tráfico de personas.
Evidentemente, el “esfuerzo” estaba destinado necesariamente al fracaso. Ningún juez en su sano juicio concedería órdenes de aprehensión bajo circunstancias tan evidentemente absurdas. Los dos personajes, el Presidente y el procurador, lo sabían de sobra desde antes de la función mediática iniciada por las consabidas “filtraciones”, por cierto muy oportunas.
Entonces, cabe preguntarnos por los objetivos de articular dicha persecución y la respuesta quizá está relacionada con una serie de datos y cifras comunicadas por agencias internacionales que reflejan mal desempeño del gobierno en áreas muy sensibles.
Cito, como ejemplo, que algunas agencias internacionales reportaron que en México se está incrementando el embarazo adolescente, situación en extremo dramática porque no solamente pone en evidencia el aumento de la pobreza, sino también la falla estructural del sistema educativo y sanitario de todo el país.
Nadie reparó en el dato, no hubo comentarios en los medios de comunicación, no existe ninguna presión hacia el Ejecutivo federal en este tema y todo por una provocación basada en un absurdo que no conduciría a nada. Incluso el Presidente refuerza las discusiones viscerales mostrando en su conferencia diaria un tuit de un personaje desconocido, afirmando que es un científico, con un texto pletórico de insultos y majaderías hacia su familia.
Por supuesto, ese supuesto científico debe ser experto en ciencias ocultas porque no pertenece a la comunidad científica del país. El tuit no sólo era por completo intrascendente, sino que nunca existió ninguna razón válida para que el Presidente lo mostrara.
Como ese tema, muchos otros quedaron opacados porque durante más de dos semanas el Presidente y sus colaboradores se dedicaron a reforzar una discusión que no tenía sentido.
En todo caso, si en cualquier área del gobierno se ponen de manifiesto evidencias suficientes para suponer un uso indebido de los recursos públicos, existen vías legales para exigirle a los responsables rendición de cuentas, pero por supuesto no es la amenaza de conducirlos a la cárcel de esa manera.
La única manera de contrarrestar el peso de estos distractores es dejar de darle importancia a la mañanera, no comentar tanto lo que ahí se comunica y sopesar con la cabeza fría para encontrar las intenciones tras bambalinas.