- Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags.- 28 de septiembre de 2021.- (aguzados.com).- Tierra a la vista, señala la carta de navegación del Código Electoral del Estado de Aguascalientes, porque en la primera semana del mes próximo el Consejo del Instituto Estatal Electoral se reunirá con el objeto de declarar el inicio del proceso electoral 2021-2022 para la elección de gobernador 2022-2027.
Los aspirantes y las aspirantas del PAN y Morena están más destapados que los melones, las uvas y los chabacanos en el Agropecuario, aunque nunca falta el rastrojo de última hora.
El 13 de enero de 2019 escribí que los funcionarios públicos federales Carlos Urzúa Macías, Ricardo Rodríguez Vargas y Nora Ruvalcaba Gámez, formarían la tripleta de aguascalentenses que iluminaría el atrio de la catedral de Morena en las elecciones estatales del primer domingo de junio de 2022.
Dos años y ocho meses después los azarosos caminos de la política cambiaron el andar de los integrantes del entonces compacto grupo de aguascalentenses que se había posesionado de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, al inicio del gobierno del presidente López Obrador.
Urzúa Macías renunció a la SHCP al estar en desacuerdo con algunas decisiones fundamentales del zar tabasqueño de la 4T.
Ruvalcaba Gámez, desde hace 28 días, despacha como delegada de los Programas de Bienestar del gobierno federal en Aguascalientes.
Rodríguez Vargas está pagando los pecados mortales que cometió durante su estancia en el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE) y en el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep), que durante su administración se convirtió en el Instituto para Robar al Pueblo lo Devuelto.
El 21 de octubre de 2020 señalé que en el cajón del escritorio del secretario particular del Presidente, estaba guardado el grueso expediente de las transgresiones terrenales de Rodríguez Vargas en el Indep.
Meses antes López Obrador informa que Ricardo renuncia al Indep al formar parte de la terna presidencial para encabezar la Procuraduría de la Defensa del Contribuyente (Prodecon), sin cumplir con los requisitos legales para el encargo. La maquiavélica jugada del Ganso mayor estaba consumada para deshacerse de su colaborador.
Al aguascalentense le sustituye el abogado Jaime Fernando Cárdenas Gracia, el 2 de junio de 2020, pero renuncia tres meses después, porque al llegar al Indep encontró un contenedor lleno de corrupción, “irregularidades administrativas, procedimientos de valuación que no garantizan los principios del artículo 134 constitucional (el mayor beneficio para el Estado), mutilación de joyas, contratos favorables a las empresas y no al Indep, y conductas de servidores públicos contrarias a las normas”, describe en su carta de renuncia y en su escrito de denuncia.
Por el momento, el economista egresado de la UAA arrastra el lápiz en la Dirección General de Investigación Económica del Banco de México, donde cobra mensualmente 45 mil 649 pesos y 85 centavos netos, pero además, se da tiempo para levantar las orejas como los conejos lampareados, con un balbuceante pronunciamiento propagandístico: “El primer paso importante es ganarse la confianza de la militancia para aspirar a la candidatura”.
Antes de cualquier lance electoral serio, Rodríguez Vargas debería acudir a la mejor clínica de belleza del mundo mundial para que le pongan una mascarilla de aguacate en la cara. Le froten las manos con un gel antibacterial de gran densidad. Y le recorten las afiladas uñas.
Aguascalientes demanda, en primer término, candidatos y candidatas honestos, sin una mácula de sospecha por trafiques, malversación de fondos y negocios al amparo del poder público, para combatir la corrupción. Acabar con la opacidad. Yquitarle la capucha a las cuentas con cargo al erario.
Porque alguien tiene que escribirlo: Al término del Quinto Informe de Martín Orozco Sandoval, Marko Cortés Mendoza, presidente nacional del PAN, y el gobernador se trasladaron al despacho principal de la vieja casona gubernamental, para platicar sobre la candidatura del azul en Aguascalientes.
Concluida la conversación, Cortés Mendoza salió presuroso de la oficina. Sin corbata. Con la cara pálida. Desencajada. Ya no se quedó a la cena que se ofrecía en esos momentos en los patios del palacio de gobierno. El desprecio a los ricos manjares era la confirmación de una conversación ríspida. Tan rasposa como la mejor lija industrial.
La guerra por la candidatura panista ya comenzó en el violento campo de batalla.
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