- Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags.- 15 de junio de 2021.- (aguzados.com).- Hace meses, durante el proceso interno del PAN, al calor de la contienda, Leonardo Montañez Castro fue severamente cuestionado por sus oponentes al registrar una baja efectividad en las urnas al registrar un triunfo (diputado local) y dos derrotas (alcalde de Asientos y diputado federal, distrito 02).
Pero la reciente elección para alcalde de Aguascalientes demostró, una vez más, que la política es tan imprevisible como veleidosa. Inconsistente y mudable. Agridulce. Generosa y tacaña. Usa el elevador. Utiliza el tobogán. Más sin embargo, nada es para siempre.
Con el aplastante triunfo del candidato del PAN nace una estrella en el firmamento azul. Los 171 mil 536 sufragios obtenidos por Montañez Castro —jamás registrados por candidata o candidato alguno— lo posicionan como aspirante natural a la Gubernatura de Aguascalientes, junto con María Teresa Jiménez Esquivel y Antonio Martín del Campo, pero además, su participación en la liguilla es saludable para el proceso interno del PAN porque matizará la polarización, el choque de trenes y la confrontación entre la alcaldesa con licencia y diputada federal electa, y el senador de la República, que pudieran levantar a Morena, como el bíblico Lázaro.
Al rendir la protesta de ley el 15 de octubre, Montañez Castro tendrá hasta febrero del año próximo para demostrar el tamaño, fortaleza y fiereza de sus zancas, como buen león; o dicho de otro modo, si su estrella, la que ahora adorna el cielo azul, es la estrella de Belén.
Pero por lo pronto, Otto Granados deja algunas reflexiones para la próxima administración municipal capitalina en el texto Las lecciones (y los retos) de la elección, publicado en El Heraldo de Aguascalientes, el reciente jueves 10.
Va textual el artículo:
Como casi siempre sucede, son numerosas las lecciones que ofrece una elección, y más si transcurre en un contexto de alta polarización política. Pero son mucho más los retos que supone para quienes han ganado porque la luna de miel es corta y las exigencias del electorado, altas. Dicho de otra forma: una boda es un evento; un matrimonio es un logro. Es el caso de los alcaldes que asumirán en los próximos meses, y principalmente en la ciudad de Aguascalientes, donde ganó Leonardo Montañez, que concentra todo: población, economía, educación, medios y, desde luego, problemas y necesidades. Hacer una gestión efectiva, por tanto, exigirá sobre todo enfoque, concentración, claridad, transparencia, equipo, coordinación con el Gobierno Estatal, y una gran capacidad de ejecución. Aquí van cinco reflexiones.
1. Tener un plan concreto.
Las campañas suelen ser poesía, pero gobernar es prosa, pura y dura. La gente quiere por supuesto una narrativa agradable, pero sobre todo que se resuelvan sus problemas, y éstos, en un lugar como Aguascalientes, son más complicados porque la ciudad y el estado han sido exitosos, y en muchas ocasiones afrontan dificultades que no está en las manos de las autoridades resolver. En una democracia representativa se vota por un candidato, un partido y un programa, y el votante espera que, en lo fundamental, el ejercicio de gobierno sea coherente con lo que se ofreció. Hay que concentrarse, por tanto, en lo que dice el artículo 115 de la Constitución para lograr, dentro de las limitaciones presupuestales y de tiempo, mejorar sustancialmente los aspectos relevantes: desarrollo urbano, agua, seguridad, movilidad, servicios públicos y medio ambiente. Y nada más.
2. Equipo efectivo, más que atractivo.
A veces se tiene la tentación de articular un equipo que responda a los compromisos políticos o para complacer a la galería. Desde luego que hay facturas que pagar, pero mientras menos sean, mejor, y si quedan algunas pendientes, no pasa nada. Caer en la trampa de estar bien con todos, suele producir una feroz descoordinación, falta de compromiso, incumplimiento del programa y, al final del día, luchas intestinas que gravitan en contra del alcalde mismo. Y así el gobierno termina flotando en lugar de gobernar. No se debe tropezar con esas piedras y sí, en cambio, seleccionar a quienes tienen soluciones concretas a problemas concretos. O, como decía don Jesús Reyes Heroles: sólo hay dos clases de funcionarios: los que explican y los que resuelven.
3. Transparencia real, visible y medible.
México tiene un grave problema de corrupción que no se reduce a la apropiación ilegal de recursos públicos, tanto por parte de funcionarios como de particulares, y los ciudadanos están hartos de ella con justificada razón. Se trata de un problema complejo y es consecuencia de muchas variables: legislaciones laberínticas y obsoletas; excesos regulatorios; falta de controles claros y de sistemas administrativos y tecnológicos eficientes; mala gestión y, desde luego, chantajes y extorsiones políticas. En el caso de los municipios se presenta sobre todo entre regidores y síndicos -donde se cuentan historias de corrupción terroríficas que no deben repetirse- pero también inspectores y funcionarios, y en áreas muy concretas como por ejemplo la autorización de permisos y licencias de todo tipo y los contratos públicos. Es urgente una reforma integral, amplia y modernizadora de todo ese magma, acotar atribuciones de los regidores, ofrecer salarios competitivos a los servidores públicos, establecer mecanismos de transparencia y medir los niveles de éxito de cada acción que se ejecuta. En lo posible, una caja de cristal. Creo que es San Juan de la Cruz quien ha usado el ejemplo del rayo de luz que atraviesa un cristal: cuanto más sucio esté el cristal, menos clara aparecerá la luz. Pero si el cristal está limpio y transparente acaba convirtiéndose él mismo en luz.
4. ¿Popularidad o resultados?
En la campaña lo único que cuenta es el número de votos; en el gobierno, lo único que importa son los resultados concretos. Todos los políticos y funcionarios desean ser queridos y admirados; es una aspiración estéril porque la sociedad ya se ha vuelto más exigente y crítica, y los va a evaluar por los logros tangibles que alcancen y que hagan una diferencia en la vida de la gente o por los errores que cometan. Y en muchas ocasiones hay que tomar decisiones impopulares, pero que son las correctas. Por eso hay que evitar tanto la tiranía de las encuestas como las trampas de creer que popularidad es igual a efectividad o que las redes sociales son el mundo real (véase el fracaso de Morena y MC en Aguascalientes). Al final del juego, la gente sabe valorar los logros y reconocer a los buenos gobiernos.
5. Ser y parecer.
Un presidente, gobernador o alcalde es y debe parecer eso mismo. Cada cargo encarna una institución y una autoridad, pero debe construir algo más: un liderazgo real, eficaz y propio que le sirva para alcanzar los objetivos centrales de su gobierno y para moldear a la opinión pública en función de ellos. Una cosa es un gobernante bien intencionado y otra distinta un líder.
¿Qué se viene ahora para Aguascalientes? Por lo pronto, dejar de lado la creencia de que el partido ha terminado, porque apenas inicia. El estado vivirá otras elecciones en 2022 y hay una serie de variables que, de una u otra forma, incidirán en ellas: la evolución económica del país, la negociación del presupuesto federal con una nueva cámara, la posible radicalización de López Obrador, los procesos internos de nominación de cada partido, las relaciones entre el Ejecutivo y los alcaldes —y de éstos con el Congreso local—, o el serio riesgo de contaminación en materia de inseguridad y crimen organizado procedentes de Zacatecas y de San Luis Potosí, dado el perfil de sus gobernantes electos. No es poco.
Es hora de renovar y fortalecer un arreglo político y social en el que todos los aguascalentenses participen y donde todos quepan para que, una vez superada la prueba de estos comicios, el estado esté en las mejores condiciones para procesar con estabilidad, certidumbre y proyecto su cambio de gobierno. Por ahora, las perspectivas parecen adecuadas, pero no será un día de campo.
Por mi parte, reitero: el tiempo y el trabajo eficiente dirán si la nueva estrella, la de Leonardo Montañez Castro, es la estrella que conduce al Belén del PAN.
Porque alguien tiene que escribirlo: Hasta la próxima
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