- Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags.- 30 de marzo de 2021.- (aguzados.com).- El reciente 9 de febrero, Blanca Esther Rivera Rio Flores recibió el documento que la acreditaba como candidata a la Presidencia Municipal de Aguascalientes por el PRI. Un mes y días después, la blanca Navidad se transformó en la maldita primavera al renunciar el sábado 20 a la designación, aunque el lunes 22 cambió la narrativa de su descarrilamiento al decir que “la verdad” fue que la bajaron porque no aceptó la imposición de planilla de regidores y síndicos, y “ceder mi derecho a integrar a mi equipo de trabajo”.
Por si fuera poco, presionó para obtener todas las posiciones en juego al tenor de una decisión patrimonialista de toma todo. Se dio el lujo de suponer indebidamente que su fuerza, ahora muy disminuida, le alcanzaría para imponer a su hijo José Carlos en una privilegiada candidatura plurinominal de diputado local. Pero no fue así.
Aquel lunes visitó algunos medios informativos para desahogar el incontrolable enojo. Reconocer la escasa capacidad de convocatoria porque su “presencia incomodó a mucha gente y hasta la militancia de mi partido”. Fustigar al Comité Ejecutivo Nacional y al Comité Directivo Estatal del PRI. Y “brindar la derrota a todos los que la traicionaron”, amenazó sin matices.
A la defenestrada candidata se le olvidó que había concluido la buena mar de su esposo José Carlos Lozano de la Torre, quien secuestró al PRI como presidente estatal (2005-2007) y como gobernador de Aguascalientes (2010-2016), para entregar a sus secuaces casi todas las candidaturas del tricolor y todos los encargos de la administración estatal, empezando por sus cabestros y familiares, representados por su sobrino incómodo, Alejandro Díaz Lozano, secretario de Finanzas.
El entonces presidente estatal del PRI se regaló en 2006 la candidatura a senador, a la postre derrotada en las urnas. Alargó su período en la presidencia hasta que lo corrieron. Y entregó a su partido derrota tras derrota, como fue el histórico caso de aquel Cabildo de Aguascalientes (2005-2007) donde el PRI no estuvo representado.
En la vida pública de Lozano de la Torre la remembranza es presencia en ausencia de traiciones pasadas. Viven para contarlas, por ejemplo, los viejos militantes del PRI Aguascalientes, Luis Armando Reynoso Femat, Gregorio Zamarripa Delgado y Óscar López Velarde Vega, candidato a gobernador del PRI, en aquella fatídica elección de 2004, donde Carlos promovió el voto diferenciado a favor de Luis Armando Reynoso Femat, candidato del PAN, para llevar al triunfo, según él, a la formula perfecta: LARF gobernador y Lozano de la Torre, presidente municipal de Aguascalientes.
Cecilia Pérez Talamantes, esposa de López Velarde Vega, recordó en una cena de matrimonios amigos, los groseros desplantes y los reiterados desaires que le hicieron el tóxico candidato a alcalde Lozano de la Torre y su mujer Blanca Rivera Rio Flores; la justicia terrenal se posó en las boletas y Carlos fue derrotado.
Hospedado en Página 24 publiqué el 7 de julio de 2005 la primicia que “El Camorras, alias Armando García Martínez, se le acercó al dirigente nacional del PRI, Roberto Madrazo Pintado, para pedirle que lo orientara porque estaba un tanto confundido, a raíz de la inexplicable cena que el priísta presidente, Lozano de la Torre, le organizó en mayo a Ricardo Monreal Ávila —operador de la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador por el PRD—, con un grupo de empresarios de Aguascalientes”.
En la elección federal de 2006, Roberto Padilla Márquez fue candidato del PRI a diputado en el distrito 01, donde el panista Pedro Armendáriz García —hermano de Isidoro, priista— le hizo morder el polvo.
Con la derrota a cuestas, el multifuncional político priista demandó a Lozano de la Torre “una dirigencia, leal, entregada verdaderamente al trabajo de los priistas de Aguascalientes, sin la frivolidad de los restaurantes” y sin decirlo, que al fin no era necesario, solicitó la remoción del dirigente y también senador electo de primera minoría, al señalar que “no se puede dirigir al PRI de Aguascalientes bajo un enorme conflicto, entre las lealtades a Ricardo Monreal Ávila y los afectos manifiestos al gobernador Luis Armando Reynoso” (ver El Heraldo de Aguascalientes, “Política restaurantera”, que publiqué el 6 de agosto de 2006).
A Blanca Esther Rivera Rio Flores, el PRI Aguascalientes le impidió utilizar la ecuación lozanista de toma todo, al fin, “ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón”.
Porque alguien debe de escribirlo: Hasta la próxima.
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