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Vale al Paraíso / Cuidado. Encuestadoras trabajando

  • Mario Granados Roldán

Aguascalientes, Ags.- 16 de marzo de 2021.- (aguzados.com).- Premoniciones. Melate. Profecías. Vaticinios. Adivinanzas. Atínale al precio, perdón atínale al resultado. Qué son las encuestas compartidas por los candidatos. Tan bien pagadas. Excelentemente explotadas por los triunfadores. Vilipendiadas por los derrotados. Sometidas por la ley electoral.

De 1988 —año en que tardíamente aparecieron este tipo de trabajos en México— a la fecha, muchas encuestadoras se perdieron en el camino la ética y la estética. Extraviaron la credibilidad. Los intereses comerciales alteraron las facciones originales de sus caras. El botox numérico ocultó las imperfecciones de sus rostros. Se tropezaron por el uso y abuso de los tacones altos de la tripulación y la manipulación, al formar de la tendenciosa propaganda electoral.

Ya no son aquellas empresas concebidas para generar certeza en la democracia. Ahora los dedos torcidos arrastran el lápiz en el cuaderno de la indecencia. Suman desprestigio. Se prostituyen para mejorar sustancialmente sus ingresos. Hay excepciones que honran el oficio, por supuesto.

La recordada encuestadora María de las Heras siempre consultada solía considerar que a “la opinión pública la han convertido en un tirano cuyo pensamiento es difícil de conocer”.

Ahí está el histórico caso de la picaresca demoscópica, ocurrido durante la campaña electoral municipal de Aguascalientes en 2007: El viernes 20 de julio, Gabriel Arellano Espinosa, candidato priista, declaró que las encuestas de Consulta Mitofsky le daban la ventaja frente al candidato oficialista, Arturo González Estrada, padre de todas las derrotas contemporáneas del panismo aguascalentense.

El mismo día, Roy Campos, director general de la empresa, desmintió a Arellano Espinosa en diversos medios informativos. Visiblemente molesto negó el trabajo. Cuestionó los supuestos números. Rechazó el triunfo o la derrota de Gabriel. “Si es con cinco puntos de ventaja no es una encuesta mía”, remató.

El resultado de la elección le concedió la razón a Gabriel Arellano Espinosa al ganar el PRI en la capital. Algunas presidencias municipales del interior del estado. Y 14 diputaciones locales para hacer mayoría en el Congreso del Estado.

Otro caso a recordar es cuando El Heraldo de Aguascalientes publicó el 17 de junio de 2012 una encuesta de Consulta Mitofsky, levantada  en vivienda del 2 al 4 de mayo en el Distrito 03 Federal con cabecera en el municipio de Aguascalientes, donde la intención de votos para los candidatos del PRI aventajaban ampliamente (10% promedio) a sus oponentes del PAN, inclusive aseveraba que las preferencias hacia Irma Patricia Muñoz de León y los aspirantes a senadores Miguel Romo Medina e Isidoro Armendáriz García, eran 2% mayor a la que obtendría el candidato presidencial Enrique Peña Nieto.

El resultado oficial, adverso a los candidatos tricolores, contradijo las “estimaciones”, porque la “fotografía” fue captada por temblorosa mano. El “voto oculto” salio de las cavernas. Los “indefinidos e independientes sesgaron los datos”. El “diagnostico” falló. Esas y otras explicaciones se ofrecieron para justificar el desacierto muestral convertido en grosera propaganda electoral.

Dos días antes de aquella elección presidencial del 4 de julio de 2012, Roy Campos publicó el texto Encuestas y pronósticos para retomar el debate sobre una de las supuestas funciones de las encuestas preelectorales públicas: pronosticar el resultado de los comicios.

Entre otros tópicos, recordó que existe imposibilidad estadística para medir el futuro, a través una encuesta de opinión, porque existen diferencias sustanciales entre un ciudadano y un votante, o lo que es lo mismo, entre una preferencia y un voto en la urna, concluyendo que nadie triunfa por tener más preferencias (El Economista, 2/7/2010).

Para no verse timado por un ejercicio maquillado, el ciudadano debería consultar la parte medular del Padre Nuestro de las encuestas: la metodología utilizada. Observar si su aplicación se hizo en vivienda, teléfono fijo o celular, internet y redes sociales. Examinar qué persona —física o moral— paga la encuesta. Registrar el nombre del propietario de la empresa que entrega los números. Revisar sus antecedentes partidistas. Considerar sus encargos en el servicio públicoPara conocer la mano que les dio de comer en el pasado, como es el caso de Massive Caller de Carlos Campos Rojas, militante del PAN por muchos años y exregidor en Monterrey, Nuevo León; y de TResearch de Carlos Penna Charolet, lugarteniente sexenal del entonces gobernador Carlos Lozano de la Torre, respectivamente.

Los escépticos dicen que las encuestas preelectorales públicas las carga el diablo. Yo creo en la demoscopía, sin que signifique dogma de fe. Mantengo a distancia a los mercenarios que maquilan la pervertida propaganda. Muchas empresas no forman parte de mi Gabinete Médico de Especialidades.

Porque alguien debe de escribirlo: Hasta la próxima.

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