- Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags.- 12 de enero de 2021.- (aguzados.com).- Días de confinamiento. Semanas de guardar. Quedarse en casa. Y recordar la vieja postal navideña. Permitieron reordenar mis archivos impresos y digitales, de donde saco el cuento indio que reproduzco en la primera colaboración de 2021:
Mi amigo abrió el cajón de la mesita de noche de su mujer y sacó un paquetito envuelto en un papel blanco.
Éste, dijo, no es un simple paquete, es ropa interior.
Tiró el papel y observó la preciosa seda del conjunto.
“Lo compró la primera vez que fuimos a New York, hace 8 ó 9 años... Nunca lo usó.” Lo guardaba para una ocasión especial. Bien. Creo que ésta es la ocasión adecuada. Se acercó a la cama y apoyó el conjunto al lado de la ropa que llevaría a la funeraria porque su mujer acababa de morir.
Se giró hacia mí y me dijo: “Nunca guardes nada para una ocasión especial, cada día que vives es una ocasión especial”.
Todavía pienso cómo me han cambiado la vida estas palabras. Ahora leo más y limpio menos, me siento en la terraza y admiro el panorama sin prestar atención a los hierbajos del jardín.
Paso más tiempo con mi familia y mis amigos, y menos trabajando.
Ahora entiendo que la vida es un conjunto de experiencias para gozar, no para sobrevivir.
No guardo nada. Uso los mejores vasos todos los días.
Me pongo el traje nuevo para ir al supermercado, si me apetece.
Ya no guardo mi mejor colonia para fiestas especiales, la uso todas las veces que me quiero.
Las frases “Un día...” y “uno de estos días...” han desaparecido de mi vocabulario.
Si merece la pena hacerlo ahora, ¿por qué esperar?
No sé lo que habría hecho la mujer de mi amigo, si hubiese sabido que no estaría aquí mañana.
Creo que habría llamado a sus familiares y sus amigos más íntimos; a lo mejor habría buscado a viejos amigos para disculparse por viejas peleas...
Me gusta pensar que habría ido a un restaurante chino, su preferido.
Son estas pequeñas cosas, no hechas, las que me molestarían si supiera que tengo las horas contadas.
Molesto porque dejaría de ver a los amigos que vería “uno de estos días”.
Molesto por no escribir esas cartas que quería redactar “algún día”...
Molesto y triste porque no dije a mis hijos y mis hermanos cuanto les quiero.
Ahora intento no guardar nada que pueda añadir risa y alegría a nuestras vidas.
Cada día me digo a mi mismo que éste es un día especial. Cada día, cada hora, cada minuto son muy especiales.
Feliz Año Nuevo.
Porque alguien debe de escribirlo: Las aspirantes y los suspirantes a cargos de elección popular a votarse el domingo 6 de junio, van apareciendo unas tras otros. Me recuerdan a las vetustas figuritas que se van acomodando en el pesebre de Belén, después de salir del ordenado cuarto de tiliches.
En el PAN la rosca electoral para designar a sus candidatos está más dura que un témpano de hielo en las calles de Madrid, porque algunos obcecados militantes del municipio de Aguascalientes insisten en ungir al corneado en dos de las tres corridas de toros que ha participado, pero bueno, a ese grupúsculo les gusta ver sangre en lugar de cargar en hombros al mandón de la fiesta.
En la oposición se muestran los leales partidarios, los chapulines de fortachonas extremidades, los oportunistas parroquiales y los comerciantes que se incluyen para quedarse con una muy buena lana del contribuyente.
Al margen de las regidurías plurinominales asignadas por los partidos políticos, la ley electoral debería destinar un espacio en el Cabildo para los candidatos perdedores con un mínimo porcentaje de votación de 3.0; imagínese en Aguascalientes a Luis Armando Reynoso Femat, Leonardo Montañez Castro, Blanca Rivera Río, Gabriel Arellano Espinosa y Arturo Ávila Anaya, debatiendo los grandes problemas del municipio; aportando las propuestas de campaña; y acordando una agenda de políticas públicas factibles, medibles y tangibles, que beneficien a más de un millón de habitantes. Estaría muy chido.
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