- Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags.- 22 de diciembre de 2020.- (aguzados.com).- Hace catorce años, Vale al Paraíso se hospedaba en Milenio Estado de México, propiedad de Grupo Milenio, donde publiqué un texto que se refería a la Navidad, muy distinta a la padecida en estos días de mortal pandemia, Por supuesto, mi estado de ánimo, como el de la inmensa mayoría de los mexicanos, era otro, tan normal como la normalidad disfrutada aquel diciembre de 2006.
De la hemeroteca rescato Postal Navideña del 19 de diciembre:
Estamos al final de las gozaditas. En la antesala de la cena familiar. Llegará el 24 con el anticipado frío. Pero antes, invade el estresante bullicio. Los inconfundibles aromas. Las incansables compras, El arreglo del iluminado árbol navideño. La colocación del tradicional nacimiento, que luce mejor que cualquier escenografía de Televisa.
Tiempo de afectuosos apapachos. Abrazos, risas y carcajadas. Besos fraternales y lúdicos. Lágrimas que afloran por la epidérmica sensibilidad del corazón. La escritura de la esperanzadora cartita al Niño Dios. Los brindis para adorar a Baco, y no al futuro habitante judío que está por llegar al mundo de los muy vivos.
La postal navideña de mi infancia me recuerda que esta época se festejaba de diferente manera. Celebrábamos el nacimiento de Jesús de Nazaret. Disfrutábamos las nueve posadas con su acto de contrición. El rezo de las nueve Aves Marías. Las letanías a la santísima Virgen María. La clásica petición (pedir posada) de un lado y la negativa del otro, como si los forasteros fueran aspirantes a un cargo de elección popular. El serial concluía con la misa de gallo y la llegada de los Reyes Magos, de fina puntualidad inglesa.
La vida y sus episodios corren de manera paralela. Hoy la Navidad sabe distinta. Es de otra textura. Vivo en Metepec. Trabajo en Toluca. La fiesta dejó de atraerme. Atrás quedó la edad de la inocencia y sus emocionantes episodios. El sobre que llegaba hasta las puertas de San Pedro, ya no está al pie del monte de heno que lleva al portal de Belén. Mis padres están en el cielo disfrutando la paz eterna, más que merecida, Mis hijas e hijo crecieron.
Pero, además, ahora me entero, que no hay algún indicio para suponer fundadamente el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre; es más, los datos disponibles en los Evangelios no permiten ubicar la fecha exacta de su natalicio, y se deduce, con posibilidades de errar, que pudo ocurrir en el año 4 a.C.
Durante mucho tiempo se solemnizó el 6 de enero en las comunidades cristianas originales. La universalización de la fe obligó a institucionalizar la fecha que hoy celebramos. Dicen los que saben que se adoptó el 25 de diciembre para hacerlo coincidir con las fiestas de Saturno —la Saturnalia— en la antigua Roma, la capital del imperio.
Las inexactitudes históricas llegan al extremo de confundir al cometa Halley con la estrella de Belén, o desconocer el territorio donde surge el uso del árbol de Navidad. Unos dicen que viene de Inglaterra. Otros se lo acreditan a los países germánicos y escandinavos. Afortunadamente, nadie le disputa a México la paternidad de las posadas y a Italia la de los nacimientos.
A salvaguardar la salud en casa. Es la única vacuna disponible. No es lo mismo matarse que morirse.
Porque alguien debe de escribirlo: Muy merecido el campeonato Guard1anes 2020 para el León, que siempre llevaré en mi gratísimo recuerdo, porque de la mano de mi querido padre, en el estadio La Martinica, hoy derrumbado, asistí al primer partido de futbol de la primera división, hace seis décadas.
A mi querido Cruz Azul le recomiendo que en su vestidor del estadio Azteca se coloque en letras de oro la pregunta atribuida al controvertido exdirector técnico de la selección nacional de México, Juan Carlos (Cambios) Osorio: “¿Qué puede más, el amor a ganar o el temor a perder?”.
Aviso no parroquial: Nos encontraremos el martes 12 de enero, mientras tanto Feliz Navidad y próspero Año Nuevo.
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