Ciudad de México.- 2 de diciembre de 2020.- (aguzados.com).- Después de dos años de gobierno el Presidente llega relativamente bien posicionado. No obstante, las polémicas por las que ha pasado su administración los números en la mayor parte de las mediciones cara a cara siguen por arriba de 60%. En el caso de Parametría se ha mantenido por arriba de 65% en las encuestas realizadas después de agosto. Es decir, una vez que se pudo regresar a hacer entrevistas cara a cara. En la última entrega del mes de noviembre la aprobación se mantiene en 67%.
Estos números llevan de manera inevitable a algunas preguntas. ¿Por qué las polémicas de las decisiones presidenciales no han tenido un mayor costo en la aprobación? ¿Por qué con más de 100 mil defunciones por el manejo de la pandemia no hay una afectación mayor en su imagen? ¿Por qué el desempleo y la crisis económica no han impactado la confianza en el liderazgo del Presidente? ¿No hay castigo con la situación de inseguridad por la que está pasando el país? ¿Por qué a pesar de los escándalos de corrupción de funcionarios de su gabinete o incluso familiares, este tema sigue siendo lo más apreciado de su administración? Todas ellas preguntas legítimas y difíciles de responder.
En lo que se refiere a la pandemia los datos duros no favorecen la gestión. De acuerdo con un reporte de Bloomberg, México es el peor lugar del mundo para pasar la pandemia, de los 53 países evaluados, de acuerdo con 10 variables que se agrupan en dos categorías: la situación sanitaria y la calidad de vida. En la primera pesa el hecho de que somos el cuarto país con mayor número de muertos después de la India, Brasil y Estados Unidos. México tiene el peor porcentaje de positividad por pruebas y la peor tasa de mortalidad en el último mes. En la segunda categoría se valora la restricción del confinamiento, la movilidad ciudadana, el acceso sanitario, las perspectivas de crecimiento económico 2020 y el índice de desarrollo humano.
Es probable que algunos factores estén jugando a favor del Presidente. El primero es la percepción de que esta es una crisis que viene de afuera, no es responsabilidad de la administración o no es problema creado en lo doméstico. En la literatura académica se conoce como “atribución de responsabilidades”. Este efecto también funcionó para el ex Presidente Calderón durante la crisis de la influenza y sus niveles de popularidad no se vieron afectados.
Este mismo argumento lo ayuda en el tema de las expectativas y evaluación de la situación económica. Si bien es cierto que muchas de las decisiones en este rubro son cuestionables por no haberse implementado medidas contra cíclicas, la opinión pública parece no alcanzar a ver ese nivel de complejidad. En este caso también se considera que es una crisis externa que afecta de manera global y México es sólo un país más en problemas.
Por otra parte, las prioridades ante el dilema de cuidar la salud o la economía han ido cambiando durante la pandemia. Si bien al inicio la salud era la mayor preocupación de la ciudadanía, con el tiempo la preocupación por la economía se ha hecho mayor. Por ello se evalúa de manera positiva la soltura con la que el gobierno ha enfrentado la pandemia. Es importante considerar que cerca de la mitad de la población no tiene forma de hacer “oficina en casa”. Deben de salir a trabajar para conseguir su sustento. Por ello agradecen en alguna medida la flexibilidad.
La inseguridad en el discurso Presidencial se ha respondido con una explicación que voltea hacia atrás y culpa al pasado. En este renglón si bien el gobierno no ha cumplido con resolver el problema, aun cuando lo prometió en campaña, la justificación de que es un tema heredado parece funcionar. Al final de la administración anterior los números sobre delitos en general venían empeorando, lo único que la opinión pública puede reclamar a esta administración es que no ha cambiado la tendencia.
Probablemente de las preguntas planteadas la que resulta más difícil de resolver es la de percepción de corrupción como el tema mejor evaluado de la administración y el de mayor expectativa. Parece un poco contradictorio que aun cuando hay cuestionamientos dentro de la propia administración o su familia, no haya ninguna ponderación en la evaluación general de este problema. Este podría significar a la larga uno de los mayores adeudos del Presidente con la ciudadanía por el mandato que recibió el día de la elección y por ser una de las razones más importantes de voto.
Finalmente, no se debe de dejar de tomar en cuenta la distribución de recursos y ayudas sociales para explicar la aprobación del Presidente. No son muy visibles, pero en diferentes mediciones el porcentaje de beneficiarios han ido en aumento y los montos por familia son mayores.
La aprobación presidencial sólo es relevante en la medida que se puede canjear por preferencia electoral. La pregunta al final es si el Presidente podrá capitalizar esta aprobación electoralmente. Si no fuera así significa que hay una disociación entre el Presidente y su administración y entre el Presidente y su partido. Es probable que el Presidente tenga muy buenos números en lo personal, pero no necesariamente esto impacta a su administración o su partido. Esto es particularmente relevante llevado al campo de las elecciones intermedias y locales del 2021.
