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Con aroma a naftalina

 

 

Leticia Romo Medina

Aguascalientes, Ags, 28 de agosto de 2020.- (aguzados.com).- En el graderío se escucha: ¡cárcel, cárcel, cárcel! El público quiere ver la sangre de los expresidentes correr por la arena nacional.

Aunque en el amor y en la guerra…y en la política todo se vale -no nos cansamos de verlo todos los días- las NO sorpresas continúan: vendettas, revanchas, desquites, cajas chinas, complicidades, compadrazgos negados, amistades no reconocidas y un largo etcétera.

A las NO sorpresas agrego una de las más recientes: “una consulta ciudadana” para saber si queremos que se encarcelen a los expresidentes corruptos (mejor que metan a la historia completa del país a prisión y abreviamos recursos y tiempo). ¿Entonces quien gobernaría al país hoy día? Porque Andrés López cubre los requisitos suficientes para contemplarlo en la consulta y que también lo encarcelen.

Primero: ¿por qué carajos tienen que hacer una consulta, cuando sencillamente es cuestión de aplicar la ley? Las leyes ya existentes emanadas de la propia Constitución, o sea que a la Constitución se la están pasando por el arco del triunfo o simplemente para el gran pastor no existe. ¡Ah!, perdón, olvidaba que nuestro flamante presidente tiene su propia Constitución, junto con su cartilla moral, militar y de vacunación.

Si el quid del asunto es omitir las leyes, y siendo la función del Congreso legislar, entonces su existencia no sirve para nada. Y si es que no vamos a aplicar las leyes, el debido proceso, pero sí a despreciar la ley con base a consultas, reitero, habrá que decirle adiós a diputados y senadores.

Por consecuencia eliminemos al Congreso y que sea el pueblo sabiho...ndo quien decida el rumbo del país; que hagan consultas de cómo repartir el presupuesto, de cómo tener un servicio de salud de calidad a nivel nacional. Hagamos una consulta para exigir que si queremos salir a la calle sea sin que nos asalten, violen o maten. Consultas sobre cuáles son las obras que queremos… ¿? Perdón, éstas ya se hicieron y por eso el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto militar de Santa Lucía avanzan como una prioridad presidencial, exclusivamente.

Al pueblo le importan un sorbete las consultas ordenadas por el Poder Ejecutivo, pues poco o nada entiende de lo que realmente sucede en economía, seguridad, políticas públicas, aplicación de la ley, salud. La gleba sólo está al pendiente de la próxima dádiva, caridad o jarro (para el atole) que les van a dar para “mejorar su calidad de vida”.

Están tan al pendiente que ni cuenta se dan que seguirán siendo igual o más pobres, ni de que son la materia prima principal para el enriquecimiento del ídolo de Palacio. Me reconozco incompetente, no puedo ayudarlos, pues además por decreto y con base a otros datos son ¡felices, felices, felices!

Si pudiera verlo de frente a los ojos le diría: Señor presidente deje usted de estar perdiendo el tiempo y póngase a trabajar verdaderamente. Por más consultas y encuestas que imponga no va a encontrar la manera correcta de gobernar y tomar decisiones, lo cual neurológicamente es imposible para usted.

Acéptelo: por más tonterías que diga y malas decisiones que tome, no pasará más rápido el tiempo para obtener las dos cosas que usted más desea: que termine el sexenio (porque lo están tundiendo) y que pase usted como el mejor presidente de la historia (cosa que no pasará, se lo aseguro. Como el peor, sí estoy segura).

Bueno tal vez no se lo diría así pues podría no terminar mi conversación con usted al instante de ser invitada a retirarme del recinto “cordialmente”, acompañada por 50 soldados que no son del desaparecido Estado Mayor, pero sí son. Al igual que la rifa del avión sin avión.

Pero soñar no cuesta nada y es libre de impuestos.

Para concluir. Este personaje presidencial tiene “consultititis, lo que a mí me envía el mensaje de que no confía en sus propias decisiones y necesita que lo ayuden a decidir. Este mismo personaje empieza sus parafernalias y después no sabe cómo terminarlas.

El multimencionado personaje duda y no cree en lo que le dicen sus secretarios y asesores. Esto lo entiendo porque son inexpertos o incompetentes (o ambas cosas), y los menos, pocos, muy pocos, poseen mínimos conocimientos sobre el área a su encargo.

Remato para no forzar de más el intelecto presidencial. Entonces, ¿cómo creer y confiar en alguien inseguro, temeroso, incrédulo, indeciso, inexperto, mentiroso, traicionero y… con aroma a naftalina?

 

 

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