- Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags.- 25 de agosto de 2020.- (aguzados.com).- Algunos colaboradores suelen rasurar, matizar, o de plano, ocultar información al gobernante que le deben eficiencia, honradez, lealtad y transparencia en los asuntos de la administración pública. Otros, embaucadores a sueldo, llegan al extremo de presentarle un panorama glorioso, jamás visto.
La estrategia utilizada tiene dos componentes: Uno, guardar en el cajón del escritorio los comentarios y notas negativas difundidas en los medios impresos y electrónicos. Otro, insensibilizar al vanidoso gobernante con encuestas pagadas por los contribuyentes, para presentarlo como la novena maravilla del mundo.
La historia de hoy mueve a sospecha en la Secretaría de Seguridad Pública municipal de Aguascalientes, donde reina el amor y paz. Antonio Martínez Romo quiere a sus muchachos y los policías adoran al comisario. Por los hechos narrados a continuación, pareciera que la complicidad es el lazo indisoluble de la fraterna relación laboral.
El miércoles 28 de abril un gorila con charola de policía, Leoncio Abraham Franchini Hernández, abrió la puerta de sus frustraciones infantiles para arrollar y matar con la patrulla a una desamparada perrita en la calle Juan Soriano casi esquina con Fernández Proaño, en el fraccionamiento Paseos de Santa Margarita, donde era muy querida por los vecinos.
Otro miércoles, pero del 29 del mes reciente, en la colonia Los Laureles, policías municipales estrenaron el Programa 4x4, al dispararle a un perrito que respondía al nombre de Junior, sin importarles la presencia de tres niñas, de acuerdo a los videos mostrados en las redes sociales. La mascota fue dormida en el Antirrábico.
Dos días antes, el lunes 27, Jesús Eduardo Martín Jáuregui —jurisconsulto reconocido y editorialista de fina pluma—, en su texto La perra, digo, la policía brava, publicado en el portal de BI Noticias de Radio Grupo, refiere que “en mis narices y actuando como notario, la Policía Municipal detuvo arbitrariamente a una persona en una violación flagrante de sus derechos fundamentales, violación continuada por un MP, hasta la oportuna intervención de la Fiscalía”.
El martes 18 de este mes, en conferencia de prensa, organizaciones de la sociedad civil defensoras de animales “denuncian la ilegal y poco humanitaria actuación de la policía municipal de Aguascalientes, cuya función parece haberse especializado en matar perros y para no variar, la continuada conducta de exterminio que priva en la perrera municipal de Aguascalientes”.
“Son cuatro perros (Junior, Rango, Negrita y Soñadora) lo que han muerto por la actuación ilegal, cruel e inhumana” de los elementos de la seguridad pública y de la “infernal perrera”, agregaron.
Mientras los jenízaros “detienen arbitrariamente” a los ciudadanos y combaten a los perritos con patrullas y armamento como si formaran parte de la temible Delincuencia Organizada Canina, Aguascalientes ocupa el deshonroso segundo lugar nacional en la tasa delictiva, a razón de 205.7 delitos por cada 100 mil aldeanos durante el mes de junio. La incidencia delictiva tuvo una variación a la alza de 28%, al compararse los meses de mayo y junio de este año, informó recientemente el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Los datos no deben sorprender. Casos hay muchos. Cito uno. El más reciente. Ocultado a la opinión pública. Aquel domingo de junio el apreciado matrimonio de reconocidos empresarios llegó a su residencia ubicada a unos metros del Club Campestre de Aguascalientes. Abrieron la puerta y encontraron la ingrata sorpresa. Los rateros burlaron la seguridad pública y la seguridad privada del pequeño coto, y se llevaron las cosas de valor, empezando por las joyas de la señora.
Los aguascalentenses viven con el Jesús en la boca. Temen por sus personas y sus bienes materiales. La imparable delincuencia, al igual que el coronavirus, aparece todos días, en todo lugar y a todas horas.
Los perros en situación de calle le rezan diariamente a San Francisco de Asís para que los proteja del criminal con charola de policía y del personal del Centro Antirrábico Municipal de Aguascalientes
El colaborador que engaña al gobernante y a la comunidad es un vulgar pillo.
Porque alguien tiene que escribirlo: Hasta la próxima.
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