Ciudad de México.- 21 de abril de 2020.- (aguzados.com).- Es un lugar común decir que el resultado que obtuvo Morena en la elección presidencial de 2018 se debió a la avalancha que provocó el presidente López Obrador; Morena obtuvo mayoría en el Senado y en la Cámara de Diputados con 43 por ciento de las preferencias. Un número sorprendente para la historia electoral del país y el número de partidos en la contienda; sin embargo, la diferencia entre Morena y su candidato a la Presidencia fue de 10 puntos porcentuales. Morena 10 puntos por debajo del Presidente.
El hoy presidente López Obrador obtuvo 53 por ciento de las preferencias, es decir, ganó por mayoría absoluta. Durante el primer año de su administración este porcentaje fue validado por los ciudadanos y declaraban en diversas encuestas que volverían a votar por él.
Estos porcentajes pasan a ser relevantes entre más nos acercamos a la elección de 2021 y en momentos en los que el Presidente insiste en estar en la boleta en esta elección con la revocación de mandato. Asimismo, genera algunas preguntas sobre cómo serán los escenarios: ¿con qué nivel de aprobación llegará para la elección? ¿Qué porcentaje del electorado votaría nuevamente por él? ¿Qué capital político tendrá? ¿Cuánto de ese capital podrá tener un impacto electoral? Sabemos que esto influirá las casi 3 mil 500 elecciones que se llevarán a cabo, lo que no sabemos es cuánto y si será de manera positiva.
La preocupación por la revocación de mandato parte del supuesto de que, si el Presidente está en la boleta, impactará de manera positiva a su partido o a sus candidatos. Tal vez por primera vez podríamos empezar a cuestionar ese supuesto; ciertamente en 2018 hubo pocos casos donde candidatos a diferentes puestos de elección podían argumentar que habían ganado por sus propios méritos y capital político.
Hoy día tenemos un Presidente a la baja en su popularidad. En la serie de Parametría solo entre enero y febrero bajó 14 puntos porcentuales; esta tendencia se presentó incluso antes de la crisis de salud que apenas está por venir y la económica que le sigue. No sabemos todavía para cuando pasemos los momentos más difíciles de esta crisis cómo evaluará el ciudadano a su Presidente. Lo que es claro es que no tendrá los números de 2018 y su primer año.
Un ejemplo de cómo está cambiando el balance de las percepciones es que los gobernadores ya tienen el mismo nivel de popularidad que el Presidente. Este dato empezó con López Obrador 20 puntos adelante al inicio de su administración; hoy día, los gobernadores están siendo revaluados en su liderazgo, esto evidentemente tendrá alguna consecuencia en la elección intermedia de 2021.
Si el Presidente sigue cayendo en su aprobación y sigue creciendo la desaprobación, la pregunta sería qué tan bajo puede llegar. Las ayudas sociales le ayudarán a compensar el costo político que viene con la crisis económica y la pérdida de empleos. Él se podrá sostener, lo que no sabemos es si Morena lo podrá resistir.
La tendencia a la baja de Morena fue evidente en las mediciones cara a cara de enero y febrero de 2020 de Parametría. En un periodo de un año, han caído cerca de 20 puntos y 5 respecto a la elección de 2018 hasta febrero (37 por ciento); con esta tendencia, en marzo debe estar alrededor de 30 puntos porcentuales. No podremos saber lo que sucede hasta que no podamos salir a campo a hacer mediciones cara a cara; sin embargo, con esta información sabemos que la pendiente de caída de Morena es aún mayor que la del Presidente.
Algunos analistas sugieren que nadie está capitalizando la caída de Morena a escala nacional; sin embargo, cuando vemos las tendencias a escala local la historia es distinta y tal vez menos visible o evidente. El hecho que la aprobación de los gobernadores ya esté igual o por arriba de la del Presidente en algunos estados indica esto. 2021 será una elección mucho más compleja en su análisis, para tener un buen diagnóstico de lo que está sucediendo habrá que tener mejores indicadores que solo encuestas nacionales. Será imprescindible ver en detalle lo que sucede a escala gubernatura, diputaciones o alcaldías.