- Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags.- 18 de febrero de 2020.- (aguzados.com).- En el atlético pectoral luzco el acta para acreditar mi nacimiento en el municipio de Aguascalientes, el día que sonrieron todas las flores. En el anverso del escapulario presumo el escudo del Cruz Azul, la Maquina de la ilusión, el sufrimiento y la esperanza eterna.
La decisión chovinista es preventiva. Con mi perfil griego, puntualidad inglesa y negro sentido del humor puedo ser confundido con algún extranjero de Ciudad Peluche, que me impediría la atención médica pública consagrada en la Constitución mexicana.
La palabra dice lo que el ser humano siente y piensa.
"De entrada de estados que no son de Aguascalientes a la chingada”. Sus doce palabras le bastaron al gobernador Martín Orozco Sandoval para hacerse trizas, ubicarse en la cepa del escarnio, el rechazo de la opinión publicada, la tendencia en redes sociales y el repudio de la comunidad, a partir del reciente jueves 6, día en que debió recordar la sabiduría del entonces presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti. “Muy pocos agradecerán el bien que hagamos; nadie reconocerá las desgracias que evitemos y todos recordarán puntualmente aquella frase en que erramos o aquel tropezón en que caímos”.
MOS desestimó que origen es destino, al ofender la memoria de forasteros como Jesús Rivera Franco, de Estambres San Marcos, y José María Chito Romo, de J.M. Romo, ambos nacidos en el estado de Jalisco, por citar a algunos pioneros del terruño.
Lastimó a los migrantes llegados del extranjero para hacer camino al andar en la industria y el comercio, como el francés Pablo Brun Berlié, mi recordado tío, quien fundara en 1942 una fábrica de ropa de mezclilla, denominada “Brun”, donde se confeccionaban pantalones y overoles de pechera para los trabajadores del ferrocarril. Las prendas también estaban a la venta al público en la tienda La Azteca.
Ofendió a otros franceses, Emilio Berlié y Enrique Castaingts Nicolás, que entre los años treinta y cincuenta del siglo pasado instalaron los negocios Las Fábricas de Francia y El Nuevo París, respectivamente. Y Claudio Granados Gutiérrez, mi querido padre, llegado de Costa Rica para fundar La Papelería Granados, abierta durante más de 50 años.
El ejemplo emblemático de la desmemoria de MOS es el propio MOS, quien aterrizó en Aguascalientes, procedente de Santa María de los Ángeles, Jalisco, para trabajar de contador privado de 1983 a 1995, y graduarse de contador en la Universidad Bonafresa en 1996.
El lenguaje separatista —ahora sí, políticamente incorrecto—, agredió al 27 por ciento (260 mil forasteros) de inscritos en la Lista Nominal de Electores de Aguascalientes, que nacieron en otra entidad.
Para Semana Santa mis amigos llegarán al Corazón de México—averiado por la sentencia patrimonialista del gobernador—, con médicos generales y especialistas, enfermeras, clínicas ambulatorias, laboratorios, medicamentos y demás, para cuidar su salud y la de sus familiares, ante cualquier accidente o malestar no detectado antes de su arribo, porque, dicen, no son ningunos gorrones ni vividores del presupuesto ajeno, abastecido, por cierto, con el dinero de todos los contribuyentes, tanto locales como nacionales.
Las mismas providencias tomarán los japoneses de Nissan, los jugadores chilenos del Necaxa, los toreros españoles y los más de ocho millones de visitantes nacionales e internacionales que se beberán hasta el agua de los floreros durante la Feria Nacional de San Marcos 2020.
A finales de 2006, hace 13 años, Oscar Reynoso Femat, al amparo del poder de su hermano, Luis Armando Reynoso Femat, gobernador de Aguascalientes, inició la construcción de una barda en la calle que comunica a Vergeles y La Herradura, para impedir el acceso de los chairos del segundo fraccionamiento al primero de los fifis. La trasgresora autorización municipal fue obsequiada por el entonces alcalde capitalino MOS (2005-2007).
Los Herraduros se opusieron a la medida discriminatoria. Argumentaron con el Código Urbano en la mano la violación al estado de derecho. Suplicaron a los fifís, con lágrimas en los ojos, que no los castigaran de esa manera. Y el exgobernador Otto Granados reconoció que “es un motivo de vida levantarnos y pasar por sus hermosas residencias, pasamos por Vergeles porque nos gusta admirar sus riquezas y sus enormes casas”. El muro de la ignominia fue cancelado, afortunadamente.
El crecimiento de Aguascalientes es producto del permanente esfuerzo de nativos, también de forasteros, de los agradecidos, claro.
¡A la Chingada!, no.
Porque alguien debe de escribirlo: Licha Brun Dorronsoro, prima querida, me entrega una copia de la “Relación de extranjeros residentes en el Municipio de Aguascalientes del Estado de Aguascalientes en el mes de junio de 1926”. El documento original está a buen resguardo en el Archivo Histórico Municipal, donde se conservan otros listados de forasteros —españoles, por ejemplo— que sentaron las bases para el ascendente desarrollo de la entidad.
La memoria histórica suele ser implacable con el alzheimer de los gobernantes.
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