- Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags.- 28 de enero de 2020.- (aguzados.com).- El viernes, último día de la semana inglesa, el gobernador Martín Orozco Sandoval le echó más sal de grano a nuestro Cruz Azul, al recordar que nada más lleva 22 años sin obtener un título de liga, pero luego hizo una revelación divina desde el oráculo del Poder: “No hay problema, qué tanto es ¿verdad? Al rato festejaremos las bodas de plata (25 años) con el triunfo, con el campeonato”, es decir, en diciembre de 2023.
La predicción generó diversas reacciones entre los fanáticos. Los cementeros se molestaron por el innecesario humor negro. Los pollitos se burlaron, como siempre. El chamaco del Atlas —68 años sin levantar el trofeo de liga—, se quitó la pajarita y lanzó la patada a la espinilla: “No me queda claro, quién echa la sal, si el Gobernador al Cruz Azul, o el Cruz Azul al Gobernador”.
Y bueno, ya metidos en los terrenos del futbol, el aficionado que tiene su lugar en la zona fifí del estadio pregunta si el Método Osorio es una invención de Juan Cambios Osorio —aquel polémico director técnico de la Selección Nacional de México—, o una mala copia de MOS, que suele permutar recurrentemente a sus funcionarios en una especie de Feria del Empleo anual.
Los movimientos de Osorio fueron constantes y sonantes. Los jugadores convocados entraban y salían de la selección como si ésta fuera un hostal español de una estrella. Al centro delantero lo ubicaba de defensa central. El médico sustituía al Chicharito. Al lateral lo mandaba de media punta. Y poco faltó para que el guardameta Paco Memo Ochoa, El Pelos de Brócoli, fuera el chofer del camión verde.
Algo parecido le ocurre a MOS, pero influido, también, por el maestro Eulalio Ferrer, quien en El lenguaje de las trilogías (Fondo de la Cultura Económica, 2005), explica que “el mundo está cifrado en una clave numérica: el tres. En la base de este número radica la propia historia del ser humano”.
El titular del ejecutivo sigue experimentando para encontrar mejores con los mismos funcionarios, en su mayoría, escasos de experiencia y sobrados de incapacidad profesional. Algunos de ellos se parecen a los fusibles piratas de vida muy corta.
Las áreas neurálgicas del gobierno están ocupadas por eminentes todólogos. Tanto sirven para un barrido como para un trapeado. El valor de los especialistas es ignorado. No importa. Ahí están las sustituciones en detrimento de la continuidad y la eficiente marcha de la administración, porque la curva de aprendizaje de los designados forma parte del Juego de las Sillas.
El Gobernador registra 40 cambios en su gabinete en los primeros tres años de su mandato, lo que indica la pésima calidad del equipo y las grietas en el arte de administrar. Ha nombrado a tres secretarios generales de gobierno. Tres secretarios de Desarrollo Social. Tres secretarios de Turismo. Tres directores del Instituto de Salud. Dos secretarios de Finanzas. Dos secretarios de Seguridad Pública. Dos secretarios de Desarrollo Económico. Dos secretarios de Fiscalización y Redición de Cuentas, Dos presidentes del Patronato de la Feria. Y dos secretarios particulares. Por citar parte de la numeralia.
Mención aparte merece la Coordinación de Comunicación Social. Tres celebridades han ocupado la titularidad: la primera, reportera de oficio, prefirió la graciosa huida que la apasionada entrega. El segundo, Manuel Appendini Carrera, burócrata de microondas, recibió una patada en el trasero antes de correrlo. Ambos convirtieron su oficina en una impenetrable torre de marfil Y el tercero, Jorge López Martín, leyenda del parroquial coliseo boxístico, conserva los vicios profesionales de sus antecesores. Algo tiene esa maldita oficina. A todos echa a perder. Locatel todavía busca a la extraviada comunicación política del gobierno.
Hay otros personajes que se fueron muy pronto y no regresaron porque en el gobierno hay viajes que no tienen vuelta: Sergio Martínez Castuera, Alberto Aldape Barrios, Miguel Ángel Martínez Berumen, Jesús Altamira Acosta y José Ángel Paquín González Serna, entre otros.
Entre los canguros saltarines destacan Jaime González de León, Paulo Martínez López, Ricardo Martínez Castañeda, Javier Montero de Alba, Manuel González Martínez, Marta Márquez Alvarado (ahora senadora), Jorge López Martín, que lo mismo dominan la gastronomía que la albañilería, la carpintería y el tejido con nudos que se parece al encaje de bolillos, mejor conocido en el mundo de las manualidades como macramé.
A MOS le falta visión para seleccionar a “personas preparadas, capaces, jóvenes, honestas, con una muy buena reputación personal y profesional, que facilite en realizar una administración de gran calidad” (Otto Granados, dixit).
Porque alguien debe de escribirlo: Tarde pero sin sueño, descansado, el senador Antonio Martín del Campo decidió tardíamente sacar de la cochera su vochito para participar en el Gran Premio Fórmula 1 del PAN en 2022, llevando de socio al gobernador Martín Orozco Sandoval, el CEO de su escudería.
Al día de hoy, la carrera luce dispareja. El revolucionado Ferrari de la alcaldesa María Teresa Jiménez Esquivel le saca una amplia ventaja al histórico vochito del legislador. La potencia de los motores hace la diferencia.
Pero por lo pronto, Martín del Campo hace camino al andar, no al correr. Se reúne a desayunar con influyentes políticos de la aldea, como Mauricio Cobián, el jefe de prensa del Congreso del Estado, de nula presencia en la cancha política.
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