- Mario Granados Roldán
Aguascalientes, Ags.- 14 de enero de 2020.- (aguzados.com).- El chayote mencionado en esta colaboración nada tiene que ver con el espinoso y jugoso vegetal de color verde del Agropecuario, sino corresponde a la denominación de origen acuñada en el ambiente periodístico a la dadiva entregada en efectivo o en especie por una oficina de comunicación social, generalmente del gobierno, a un aporreador del teclado.
Las consecuencias del llamado cariñosamente chayo se reflejan con excelsas notas y melosos comentarios en las columnas políticas, editoriales y texto de opinión; con menciones negativas para los enemigos; y con guardar ocultar información nociva para el gobierno o para los jefes del hortelano financiero.
Desde agosto del año reciente circula El vendedor del silencio (editorial Alfaguara), escrita magistralmente por el ensayista, cuentista, cronista y novelista Enrique Serna, nacido en Ciudad de México el 11 de enero de 1959. Se vendieron 10 mil ejemplares en tan sólo siete meses.
Las 480 páginas del libro seducen al lector. Desnudan el lado oscuro del periodismo mexicano en los tiempos del viejo régimen. Exhiben las lesivas relaciones del gobierno con el Cuarto Poder, incubadas durante los 40, 50, 60 y años posteriores, tan de ayer como de hoy. Y recuerdan que, para efectos prácticos, el gobierno “paga o pega”.
“No sólo es la biografía del periodista Carlos Denegri, sino un puente entre la novela histórica, la política y la sociología”, le revela Enrique Serna a Gonzalo Álvarez del Villar, quien reconoce que en El vendedor del silencio se invirtió una “ardua investigación de casi cinco años con entrevistas, documentos, visitas a la hemeroteca…” (Gaceta UNAM, 08/11/2019).
En La sinopsis del libro, Alfaguara destaca:
«No pedía mucho, carajo, sólo que lo dejaran prostituirse a su modo».
A mediados del siglo XX, Carlos Denegri era el líder de opinión más influyente de México. Reportero estrella del diario Excélsior, tenía una red de contactos internacionales envidiada por todos los periodistas. Mimado por el poder, como columnista político sobresalió por su falta de escrúpulos, al grado de que Julio Scherer lo llamó "el mejor y el más vil de los reporteros".
Industrializó el "chayote" cuando esa palabra todavía no se usaba en la jerga política. En su Fichero Político, donde fungía como vocero extraoficial de la Presidencia y cobraba todas las menciones, podía difamar a cualquiera con impunidad absoluta.
Según Carlos Monsiváis, un coscorrón en esa columna representaba "una temporada en el infierno" para cualquier aspirante a un cargo público. Aunque ganaba millones por publicar alabanzas, se hizo más rico aún por medio de la extorsión, callándose lo que sabía de sus poderosos clientes.
La personalidad pública de Carlos Denegri es indisociable de las atroces vejaciones misóginas que cometió en su vida privada. Era tan prepotente y déspota en el trato con las mujeres como en el periodismo, de modo que su patología fue a la vez íntima y social.
Si Denegri “industrializó” el chayote, el PVEM pretendió institucionalizarlo con una iniciativa presentada en el Congreso del Estado de Aguascalientes, a principios de 2013, para crear un samaritano fondo que tenía por objeto “implementar medidas y acciones para establecer beneficios que coadyuven a mejorar las condiciones de vida del periodista y su familia”, con el dinero de los contribuyentes, las empresas de comunicación, aportaciones voluntarias y los rendimientos que se generarían, a fin de apoyarlos en la compra de vivienda, vehículos, insumos de trabajo, capacitación, seguros de vida y de gastos médicos mayores.
El documento precisaba que las aportaciones del gobierno estatal “no podrían ser menores al dos por ciento del gasto destinado a la difusión”, lo que pareció una verdadera tacañería al valuar míseramente el diario esfuerzo de periodistas con sueldos ínfimos.
A fin de enriquecer el documento propuse: que se elevara a rango constitucional la propuesta del PVEM; se declarara de Interés Público; se considerara Patrimonio Muy Material de la Humanidad Informadora; se aplicara el dos por ciento pero del PIB estatal; y se agregara a escribanos de textos de opinión —Vale al Paraíso, en primer término, obvio—, columnistas free lance y publicaciones católicas, las que suelen aparecen cuando Dios quiere, entre otros sujetos del bienestar presupuestal.
La iniciativa no prosperó, más sin embargo, como la esperanza muere al último, quizás es momento de reactivar la verde iniciativa, aprovechando la amistad — gélida por la invernal temporada, supongo— que cultivan Jorge Miura López Martín y Enrique Kike Moñitos de la Torre, destacados operadores del WiFi de la comunicación política posmoderna en los gobiernos estatal y municipal de la capital, respectivamente.
El próximo 14 de febrero, antes del lúdico intercambio de regalos, estos angelitos caídos del cielo deberían hacer el mediático anuncio, al tenor de algunos aforismos de mi parroquial creatividad, dedicados a los envidiosos que satanizan el honesto esfuerzo de trasparentar la entrega del espinoso y jugoso vegetal:
El chayo unido jamás será vencido.
Acepta el chayo que no te espine.
Chayos son amores y no buenas excusas.
Sin chayo no hay paraíso.
Y los inspirados por mi fe cristiana:
A San Judas Chayotero encomiendo mi tarjeta de debito
Querido Chayo no me desampares ni de noche ni de día.
San Chayo Luis ruega por nosotros.
Porque alguien debe de escribirlo: Hasta la próxima.
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