Aguascalientes, Ags.- 10 de noviembre de 2019.- (aguzados.com).- Creo que todos los partidos requieren de una revolución ético-cultural, ante esta compleja realidad nacional. Saludo respetuoso a todo@s.
Estimado presidente:
Una verdadera revolución ético-cultural desde las bases constituye un imperativo categórico para el cambio de juego que el PRI requiere, por su esencia, existencia y sobrevivencia. De no ser así tendrá un aciago destino.
La revolución idealizada exige erradicar prácticas nefastas y liderazgos decadentes envueltos en lujos, arrogancia, indecencia e ignorancia. Ahora me pregunto ¿dónde está la ideología de la revolución, o lo que queda de esta? ¿Dónde está la democracia venida de lo oscuro a lo transparente? ¿Dónde están los liderazgos natos que aman a su tierra e idolatran a su patria?
El statu quo de la política, y del régimen de partidos, lastima y denigra a nuestro sistema cívico-cultural: creencias alteradas, valores conculcados, normas incumplidas, símbolos que borran la realidad, lenguaje violento, procesos civilizados en peligro e ideologías delirantes.
Si el cambio exige resultados, entonces desarrollemos ascensos en favor de nuevas y limpias personalidades políticas. Igual, el cambio exige desaprender de todo aquel legado cultural de una clase política perniciosa que arruinó las ilusiones y el futuro del “Homo Novus” priista.
El pragmatismo pseudorevolucionario, la pérdida de la esencia benefactora y la no cohesión de sus cuadros condenaron al PRI a una lenta agonía. Antes del solsticio de invierno las dirigencias deberán mostrar el plan maestro para el cambio de rumbo.
Señor presidente:
Los grupos políticos en Aguascalientes están disminuidos por las derrotas electorales recurrentes. Esto provocó desencanto y abandono de destino tanto de fariseos como de seguidores incondicionales de las expresiones en extinción.
La adoración al Tótem y a la cultura caciquil, en buena hora, se están desvaneciendo. De ahí que las generaciones ilustradas y las del analfabetismo digital, hoy son nada manipulables, nada sumisas y nada cercanas al fetichismo.
La ausencia de patriarcas bíblicos, hombres o mujeres, en la toma de decisiones de los órganos de gobierno (Comisión Política Permanente y Consejo Político Estatal) denota lo siguiente: desinterés y depresión política, decantación de liderazgos históricos, pérdida de fe, reducida capacidad de maniobra y espacios vacíos de experiencia y estrategia.
Termino con tres reflexiones:
1).- El cambio de juego está en la democratización de las dirigencias.
2).- Formar, estimular y templar a la juventud estoica para que salven su pellejo y sobretodo el buen destino de México.
3).- Es complicado dar resultados inmediatos después de la catástrofe electoral y el daño moral generado por los malos gobernantes.
A t e n t a m e n t e
Isidoro Armendáriz García