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Vale al Paraíso / 3 Informes 3

  • Mario Granados Roldán

Aguascalientes, Ags.- 10 de septiembre de 2019.- (aguzados.com).- Me gustan el tres y el siete. Mi número predilecto es el nueve, la suma de tres veces tres. Nací en el 54, que sumados totalizan nueve y se divide en tres veces tres. Aterricé en este mundo de los muy vivos el sexto mes del año, que se compone de dos veces tres.

El tres es mágico. Posee su simbolismo. Tiene múltiples aplicaciones en la mar del buen lenguaje. Parar, templar y mandar, es la triada del mejor torear. La trilogía de la discreción está representada por el ver, oír, callar. En la política el sanguinario grupo tripartito de enemigos se compone por “Los normales, los mortales y los compañeros de partido”, solía ilustrar Honrad Adenauer, el canciller alemán.

El maestro Eulalio Ferrer publicó en 2005 el libro El lenguaje de las trilogías. En la sinopsis, el Fondo de la Cultura Económica explica que para el escritor de finas hechuras, “el mundo está cifrado en una clave numérica: el tres. En la base de este número radica la propia historia del ser humano”.

La obra “se constituye como un extenso viaje por la Historia con el fin de develar que en las más altas manifestaciones del espíritu humano aparece esta cifra, tal vez bajo la idea de Platón, Leibniz o Newton, de que el universo se construye a partir de un número. Trilogías literarias, religiosas, mitológicas, simbólicas, filosóficas, históricas, políticas y publicitarias delimitan este mapa que encierra gran parte de la actividad intelectual y artística universal. No sólo el concepto cristiano de la Santísima Trinidad o el aristotélico que considera al tres como arquetipo de la perfección, pues denota finalidad, las triadas que revisa Ferrer se convierten casi siempre en axiomas”.

La semana reciente el majestuoso tres fue el invitado de lujo al Palacio Municipal. La alcaldesa María Teresa Jiménez Esquivel, llevando a cuestas sus tres victorias electorales consecutivas, caminó 103 pasos de su despacho al salón de plenos del Cabildo de Aguascalientes, para entregar a los regidores y síndicos el informe número tres de su administración, donde destaca un dato por su impacto comunitario: “En estos tres años se alcanzó un récord de inversión de 2 mil 300 millones de pesos en obra pública”; es decir, del Presupuesto de Egresos trianual —9 mil millones de pesos, 3000 mil por año, en promedio—, el 25 por ciento se destinó a esa política pública, vital para la calidad de vida de los habitantes del municipio capital del estado.

Con la comprometida decisión —no es una joya publicitaria del Harry Potter municipal—, la joven alcaldesa honra las 3 mil 133 palabras expresadas, el 30 de diciembre de 2016, en su mensaje de toma de protesta en el teatro Aguascalientes, donde señaló que “el Humanismo Político nos conduce al Bien Común, que no es otra cosa que el conjunto de condiciones de la vida social que permitan al hombre realizar su destino, cumplir con su naturaleza, perfeccionar su ser, es decir, alcanzar su bienestar”, y repitió fuerte y claro, “en tres ocasiones, para que no hubiera dudas: ‘Estamos aquí para servir a Aguascalientes’”.

Tres años después, Jiménez Esquivel se queda en el escenario onírico, sencillo, elegante, de buen gusto, sin los pendones utilizados en las mil batallas, para estrechar las manos, recibir los abrazos, intercambiar el beso en la mejilla, escuchar las felicitaciones y tomarse las selfis, que son históricas, al captar la triada del destino: final de una administración, principio de otra (el 14 de octubre) y rumbo político, tan cercano y tan lejano al 2022, aunque “lo mejor está por venir”, se compromete la alcaldesa.

Porque alguien debe de escribirlo: Desafortunado final. En la sesión solemne de Cabildo del Tercer Informe el nombre del regidor Miguel Romo Reynoso se olvidó por completo, pero además, el desmemoriado edil Óscar Salvador Estrada Escobedo, más dedicado a ver la paja en el ojo ajeno, lo confundió con “Miguel Romo Medina”, su padre y alcalde capitalino de 1984 a 1986.

Con razón, José Saramago opinaba que “en la vida parlamentaria se notan perfectamente tres sexos: el femenino, el masculino y el político”. 

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