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Libertad de expresión, valladar ante el poder

  • Jorge Varona Rodríguez

Aguascalientes, Ags.- 21 de abril de 2019.- (aguzados.com).- Recientemente, Javier Rodríguez Lozano en la columna diaria de su portal cosadeprensa.com, preguntó “¿cómo se hubiera escrito la historia de la humanidad sin la libertad de expresión, sin la cual no hay crítica y tampoco periodismo? Es ella precisamente, el espíritu de la Carta de Filadelfia de 1776, de la Revolución Francesa de 1789 y la Revolución Industrial de 1820, por citar pocos ejemplos”.

Al respecto hice memoria del espléndido libro de John Keane, Vida y muerte de la democracia (*). Entre las aportaciones de su riguroso análisis histórico destaca  Aeropagítica, de John Milton publicada en 1644, “discurso para la libertad de imprenta dirigido al Parlamento británico en defensa de la libertad de imprenta” y en rechazo a la censura.

Esta obra es considerada el fundamento de la idea moderna de libertad de expresión (aunque para algunos es “un prejuicio exagerado de la posteridad”, según Keane) y, consecuentemente, de la libertad de prensa. Tuvo gran influencia en la ideología de la revolución de independencia de Estados Unidos, particularmente en el pensamiento de Thomas Jefferson, Alexander Hamilton y Benjamín Franklin, así como en la revolución francesa. Parte esencial, por todo ello, de la historia del periodismo mundial.

Cabe observar, por otra parte, que tanto la Constitución norteamericana con su enunciado inicial que todos los seres son iguales, como la Declaración Universal de los Derechos del Hombre producto de la revolución francesa, por los hechos y los dichos posteriores no se referían a todos los seres humanos sino sólo a los de raza blanca y a los propietarios, excluyen a las mujeres, a las clases sociales dominadas y a los pueblos sometidos a su dominio político y económico.  Pero, en fin, son históricamente paradigmáticas.

Milton escribió durante el curso de la revolución inglesa del siglo XVII en pleno deterioro del orden feudal, que culminó en 1688 con las restricciones al poder absoluto de la corona sujeta desde entonces al parlamento, representante de la sociedad civil (que  entonces no significaba otra cosa que la clase burguesa en oposición a la clase aristocrática y al pueblo llano). Es decir, fue el tránsito hacia la modernidad liberal.

Como bien explica John Keane  es una ironía que la lucha por la libertad de prensa fue emprendida por personajes que en lo absoluto sostenían  ideas democráticas, antes bien las despreciaban, y su motivación era profundamente religiosa ya que, al influjo de la reforma protestante que coincidió felizmente con el invento de Gutenberg, propugnaban con toda energía a la divulgación de la Biblia sin restricción alguna ya que de esta forma se reforzaba la obediencia a Dios mediante el conocimiento de su palabra y sus mandamientos.

Milton era un disidente  para las condiciones de su época ya que defendía, por ejemplo, el divorcio y rechazaba las “iglesias establecidas, las ceremonias formales, los diezmos y los sacerdotes a los que llamó ‘frailes glotones’”. Su lucha era contra la censura y la autorización previa de las publicaciones de libros. La censura, de acuerdo con Milton, “reprime el derecho de los individuos a ejercer su libertad de pensar por sí mismos, debilita su  capacidad de ejercer el juicio”.

“El pueblo, enfatizó  Milton, debería debatir, razonar, leer, inventar, dialogar sobre cosas nunca antes debatidas o escritas”. Creía firmemente en la “libertad de acción, de conciencia y de responsabilidad del individualismo cristiano”, en virtud de la doctrina de la “luz interior” dado   que “Dios vive dentro del individuo elegido”.  Esta frase me recuerda La ética protestante de Max Weber como ética del capitalismo y la idea de la riqueza de Calvino como don divino.

La censura roba al hombre el don del razonamiento otorgado por Dios lo cual es una  forma de homicidio: “quien destruye un buen libro mata la razón misma, mata la imagen de Dios, tal como anida en el ojo” [es decir tal como queda reflejada directamente en la mente humana, explica Keane]

Dios –siguiendo la línea de razonamiento de Milton—prestó a los humanos la razón y la habilidad de leer y elegir, en la inteligencia que esa confianza divina “no debe permanecer enclaustrada” sino que la virtud de los individuos “debe ponerse a prueba continuamente a través del debate acerca de las opiniones en pugna y experiencias contrarias”.

Explica Keane que, según Milton, “la blasfemia y la calumnia despiadada cohabitan en la morada de la Verdad; por lo tanto, la tolerancia de opiniones distintas y conflictivas es una condición fundamental del juicio y posibilita la virtud”.  Milton precisa: “lo que nos purifica es la prueba y ésta se alcanza por acción de contrario”.

Pese a que reconoce la tolerancia, Milton sostuvo que es un principio engañoso y “en la lucha por la virtud, tolerar al intolerante sería una derrota personal”, al igual que “tolerar la ignorancia lasciva de la plebe”. Cierto libros, señaló,  podrían “enardecer al mundo social lo bastante como  para extinguir” la luz interior.

La censura degrada la dignidad de una nación. La censura gubernamental demuestra su absoluta falta de fe en la capacidad de los individuos para dilucidar entre el bien y el mal [cualesquier cosa que esto signifique para cada quien]… La verdad siempre prevalece.

La aportación central de Milton es “el significado político de la imprenta” (Keane). Seguramente detrás de la argumentación religiosa, subyacen propósitos pragmáticos ligados a las ideas del liberalismo político y del liberalismo económico.

(*) La exposición seguida en este artículo, además de la edición de Aeropagítica de la UNAM 2009, sigue la línea explicativa de John Keane, Vida y muerte de la democracia, FCE, 2018. Y de María Nieves Saldaña, Recepción e influencia de la Aeropagítica de John Milton en la ideología colonial y revolucionaria norteamericana. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=259027585027>

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