Ciudad de México.- 5 de abril de 2019.- (aguzados.com).- Entre las reformas estructurales que se implementaron en el sexenio de Enrique Peña Nieto una de las que tuvo más apoyo al inicio y generó más expectativas fue la educativa. Aprobada en diciembre de 2012, esta reforma tenía como propósito mejorar la calidad de la enseñanza en el país a través de tres grandes acciones: 1) profesionalizar a los maestros y evaluarlos periódicamente. 2) reducir la desigualdad en el acceso a la educación al tener programas especiales para zonas con alta marginación, y 3) involucrar a los padres de familia y a la sociedad en la transformación de la educación.
La estrategia del gobierno anterior se centró sobre todo en la primera medida, la profesionalización y evaluación de maestros. En este contexto se hizo un censo de maestros y escuelas, y el INEE implementó el Servicio Profesional Docente para evitar viejas prácticas como la venta de plazas. En las mediciones que Parametría realizó en 2012, 2013 y 2015, nueve de cada diez personas en México dijeron estar a favor de que los maestros fueran evaluados y que hubiera sanciones para aquellos que se resistieran a la medida. Consideraban necesario cambiar la educación en el país de manera radical y veían en la reforma educativa una vía para hacerlo.
Sin embargo, a lo largo de los años hubo un desencanto en el tema, las personas no veían resultados en la educación o al menos no como los esperaban. Desde 2014 hasta diciembre del año pasado, es decir, a lo largo de cinco años, hemos preguntado en encuestas en vivienda realizadas cara a cara a escala nacional si creen que se ha avanzado o retrocedido en algunos de los puntos más importantes de la educación en México y observamos cómo en cada medición menos personas afirman que ha habido avances. En diciembre de 2018 tuvimos un repunte importante en cuanto a generación de expectativas en el tema, pero es muy probable que se deba al cambio de gobierno y no tanto por la confianza en la reforma en sí.
Los tres rubros en los que las personas creen que hay mayor retroceso o no ha pasado nada son: en el cobro de cuotas escolares; en la calidad de la educación y en la preparación de maestros. Por el contrario, donde se dijo que hay mayor avance es en la evaluación de los maestros (55%) y el número de escuelas de tiempo completo (48%).
De 2014 hasta agosto de 2018, era mayor el porcentaje de personas que consideraban que no ha habido cambios en cuanto a la calidad de la educación en México, los números oscilaron entre 54% y 33%. Mientras que en el mismo lapso quienes dijeron que se había avanzado estuvo entre 25% y 42%. Porcentajes entre 18% y 31% dijeron incluso que se había retrocedido.
Es importante decir que la ciudadanía ve más avances en la evaluación de maestros que en su preparación. En diciembre del año pasado, 55% dijo que se avanzó en la evaluación en contraste con 43% que cree ha habido un cambio positivo en la preparación. En esta última medición se registró un descenso en quienes consideran que a raíz de la aprobación de la reforma educativa no ha pasado nada y ha crecido aquellos que piensan se ha retrocedido tanto en la preparación de docentes como en su evaluación.
Sin embargo, la evolución en la conversación de este tema es más clara si se compara la encuesta realizada en agosto de 2018 con la de diciembre del mismo año, en la primera, 37% dijo estar de acuerdo con que se cancele la reforma educativa, en cuatro meses ese porcentaje subió a 51%. En tanto, el nivel de desacuerdo con la propuesta de cancelarla disminuyó de 51% a 35%, parece ser entonces que el presidente Andrés Manuel López Obrador sigue ganando terreno en el debate.
Otro dato relevante tiene que ver con los niveles de atención sobre la propuesta del presidente para cancelar de forma definitiva la reforma educativa, ya que éstos no son tan altos como se esperaría. Apenas poco más de la mitad de la población (55%) dijo que está al tanto de la iniciativa que envió al Congreso para cancelarla. Cuando era presidente electo era mayor el porcentaje de los que supieron del anuncio de cancelarla, pues llegó a 63%.
Gracias a la encuesta realizada a salida de urna en las pasadas elecciones presidenciales, podemos ver que la reforma más exitosa en términos de conexión con la opinión pública era al final del sexenio impopular, incluso entre los electores que votaron por Meade, tres de cada diez de estos votantes dijeron que la misma les perjudicó. Entre el electorado de Morena como era de esperarse ese porcentaje fue mayor, llegó a 52%.
A partir de estos datos se puede decir que las altas expectativas que generó la reforma educativa y el poco avance que vio la ciudadanía produjo desencanto en el tema. 2016 fue el año en que más personas evaluaban de manera positiva los cambios realizados en educación; sin embargo, las opiniones positivas han ido disminuyendo con el tiempo.
Este es un ejemplo del desgaste de una política pública acompañada del deterioro del gobierno que la implementó, así como del posicionamiento y convencimiento de su cancelación por parte del actual mandatario. Hoy día parece incierto el arreglo al que se pueda llegar tanto con la CNTE como con el SNTE. Lo cierto es que la llamada reforma educativa en su planteamiento original está a merced de lo que negocie el nuevo gobierno federal y los representantes de los maestros. Y todo ello con el beneplácito de la opinión pública del país.
